Tucídides y su época
“Que cada cual sea a su manera griego,
pero que lo sea”
J.W. Goethe
Tucídides nació hacia el año -460. Por familia estaba emparentado con los círculos conservadores de Atenas. Se relacionó con Anaxágoras y con el sofista, o con el orador, Antifonte, aunque, como se verá más adelante, hay dudas acerca de la identidad de este Antifonte.
En -424 fue elegido como uno de los diez estrategos y enviado a defender las plazas atenienses de las costas de Tracia. Fracasó en la defensa de Anfípolis y fue condenado por el pueblo ateniense a pasar veinte años en el exilio. Sin embargo, he leído en su obra, La guerra del Peloponeso: “fui exiliado por diez años”.
M.I. Finley traza este retrato de Tucídides:
“Evidentemente, carecía de humor y no era muy simpático. Fue un pesimista escéptico, superiormente inteligente y, en apariencia, frío y reservado, pero con fuertes tensiones interiores que en ocasiones se hacen sentir bruscamente, en discordancia con el tono impersonal de su texto, en ciertas observaciones feroces y fustigantes1 Citado por Denis Roussel, Los historiadores griegos, 82 .
[bctt tweet= “Que cada cual sea a su manera griego, pero que lo sea (J.W.Goethe)”] Roussel, que lo considera “quizá el más grande historiador de todos los tiempos”, o “en todo caso el más importante”, admite que en él se percibe “una inteligencia altanera y hasta brutal, la de un hombre que, al no haber podido dirigir él mismo, después de Pericles, los asuntos de Atenas, se empeñó en dominar mediante el pensamiento los sucesos y las conductas humanas de que era testigo”.
Considero innecesario dar un repaso a la época de Tucídides
2016. Ahora, sin embargo, haré ese repaso, para situar mejor esta investigación y recordar yo mismo ciertos acontecimientos que entonces conocía muy bien. Lo haré brevemente en el próximo episodio de este ensayo.
Tucídides y la democracia
Aunque antes de iniciar la investigación tenía argumentos bastante claros para sostener mi punto de vista, lo cierto es que me movió bastante el deseo de defender a Heródoto, que siempre sale muy perjudicado en la comparación con Tucídides.
Lo que pretendo discutir no es el carácter científico de Heródoto o Tucídides sino sus respectivas ideologías, entendidas en un sentido plenamente político: sus ideas políticas.
Todo este trabajo resulta bastante caótico y precipitado, así que, aunque soy partidario de que cada uno lea las cosas como le dé la gana, me gustaría que esto lo leyeses todo seguido, pues es posible que algunas partes no sean comprensibles sin haber leído las anteriores.
Si hablamos de la democracia ateniense, tenemos que hablar del Imperio ateniense. No se puede insistir en el primer aspecto y silenciar el segundo, o minimizarlo. Alsina, tras examinar el tema en profundidad, comenta la optimista visión que Ste. Croix presenta del imperialismo ateniense: “Nunca podremos dejar de agradecer a Ste. Croix el generoso intento de…