Tucídides, ¿un manipulador?|| Tucídides y la democracia /21
Se supone que Tucídides conoció los hechos de la Guerra del Peloponeso de primera mano o a partir de testimonios de protagonistas del conflicto, pero también es evidente que después esfctuó una selección y ordenación de los hechos. Esto lleva a Alsina a preguntarse:
“¿Puede un historiador que practica el arte de imponer a los hechos su propia interpretación, que da al lector la impresión de que los hechos hablan por sí mismos porque, previamente, han sido hábilmente organizados, ser un historiador objetivo?”.

Más adelante hablaré de la posibilidad de una historia con tales características, pero ahora tengo que señalar que, leyendo los primeros capítulos de Tucídides, me he sentido, en efecto, sutil, pero firmemente dirigido, conducido y guiado (de esto hablaré en Lectura de Tucídides). Entre otras cosas, he sentido que me empujaban a creer que la guerra entre Esparta y Atenas era inevitable. Puedes pensar, Marcos, que aquí soy yo el subjetivo, que éste es mi a priori teórico, mi prejuicio previo a la lectura de Tucídides. Puede ser, pero en mi defensa acudiré a otros que opinan lo mismo, no tras una rápida y poco profunda lectura como la mía (aunque precavida) sino tras un estudio más o menos a fondo de los mecanismos de que se sirve Tucídides.
Alsina ofrece algunos testimonios en este sentido, como el de Donald Kagan (traduzco del inglés):
“El propósito de Tucídides es poner ante nosotros la verdad tal como él la ve”.
O el de W.P. Wallace:
“El secreto de Tucídides, calificado por Wallace de subliminal persuasión, consiste en saber ofrecer a sus lectores, previamente digeridos ya, los hechos que ha seleccionado para su historia. Unos hechos que el historiador relaciona mediante hábiles repeticiones de palabras y motivos, de modo que resulta una tarea ciertamente no difícil seguir el curso de los acontecimientos, tomando esos ecos como guías, como carriles del pensamiento tucidídeo” .
O el de Virginia Hunter:
“Si objetivo significa no permitir que intervenga el propio punto de vista, entonces Tucídides es el menos objetivo de los historiadores”.
O el del propio Alsina, que dice que es un «rasgo típico de la obra de Tucídides imponer al lector sus propias concepciones, su propia interpretación de los hechos».

Todos estos testimonios de grandes historiadores que ponen en duda la objetividad y neutralidad de Tucídides, parecen hacer imposible, al menos a primera vista, que lo podamos considerar un historiador fiable, pero hay que tener en cuenta que todo este planteamiento se hacía a partir de una crítica a la idea ingenua de que pueden existir hechos absolutos y puros, o que se puede recordar algún momento histórico sin seleccionar, elegir, ordenar y situar los hechos de alguna manera ante el lector. Pero de eso se hablará más adelante.
Continuará…
[Escrito hacia 1991 como un trabajo de investigación polémica para Marcos Méndez Filesi. El texto en otro color ha sido añadido en 2017]
TUCÍDIDES Y LA DEMOCRACIA
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Continuará…

