China, ¿un pueblo sin mitología?

||Orígenes mitológicos de China /1

zhulong
Zhulong, el colosal dragón rojo que al cerrar y abrir los ojos daba comienzo al día o a la noche

Se suele decir que los chinos no tienen mitología. Si se compara con otras culturas, es cierto que China carece de algunos de los rasgos que definen a una mitología e incluso a una religión, como la falta de una clase sacerdotal tan influyente como la del cristianismo o incluso el islamismo. Tan solo encontramos algo semejante durante la época de máxima expansión del budismo, durante la dinastía Tang, cuando los sacerdotes y los templos adquirieron un gran poder en China.

A pesar de lo anterior, la cultura china posee en sus tradiciones más antiguas muchos elementos propios de las mitologías, como mitos de origen y creación del cosmos, como el de Pangu; mitos de héroes civilizadores, como los emperadores legendarios; un panteón de dioses y antepasados míticos, aunque bastante adaptado a las necesidades de los mortales; unos cuantos mitos etiológicos, que explican el origen de diversas cosas, actos o costumbres. Y, por supuesto, fábulas de todo tipo protagonizadas por criaturas celestes o demoníacas o por espíritus que habitan en ríos, montañas o mundos lejanos.

La civilización china, hablando siempre en términos muy generales y por tanto muy discutibles, al menos cuando descendemos a los detalles, ha sido casi siempre bastante racional y razonable, ya desde la época de los Reinos Combatientes (-481/-221) y cuando se instauró el imperio, bajo la dinastía Qin (-221), que es el origen de lo que hoy conocemos como China. Esa racionalidad se hizo más explícita con la dinastía posterior, la Han, que adoptó ideas cercanas al filósofo Xunzi, y después con la implantación oficial del confucianismo.

Divinidad en un templo de Yunnan (Foto de Daniel Tubau)

Cuando llegaron a China las primeras ideas religiosas o metafísicas procedentes de la India, como las del budismo, la mitología china se pobló de divinidades coloridas y  vistosas como las que solo la irrefrenable imaginación india es capaz de crear. Los dioses comenzaron a ocupar su lugar en barrocos y superpoblados panteones, no solo entre los budistas chinos, sino también entre los taoístas e incluso entre los confucianos. En mis viajes a China he visitado muchos templos llenos de decenas de dioses, demonios y todo tipo de criaturas fantásticas, como se puede ver en algunas de las fotos que acompañan estos artículos.

Una divinidad en un templo chino de Yunnan (foto de Daniel Tubau)

Ahora bien, esa fase mitológica ya tardía no me interesa en esta investigación, en la que pretendo no solo contar los primeros mitos chinos, sino también descubrir las huellas de acontecimientos históricos que quizá se conservan en esos mitos de la China primitiva. Pondré un ejemplo: en otro lugar me he referido a un personaje llamado el Emperador de Jade, que a pesar de que se supone que existió en tiempos anteriores a la historia conocida, en realidad no resulta nada útil para rastrear los orígenes de China, ya que su culto es muy tardío. Se trataba de una divinidad menor, a la que no se dio demasiada importancia hasta que, en el año 1007, el emperador Shenzong aseguró haberse encontrado con él durante una noche. Creo que es mejor no hacer excesivo caso a mitos tardíos como este del Emperador de Jade y prestar más atención a las figuras mitológicas de los mitos primitivos chinos, llenas de aspectos fascinantes que quizá sí tengan relación con  recuerdos de épocas que se sitúan entre la historia y la leyenda. La entrada dedicada al Emperador de Jade tiene, en consecuencia, el único propósito de dar un ejemplo de esta barroca mitología tardía.

mitologia_clasicamitologia-clasica-china-gabriel-garcia-noblejas-trotta-18957-MLA20163033506_092014-FA pesar de que es cierto que la mitología china no puede competir con la griega, la india, la céltica o incluso la escandinava o germana, cuando se emprende una investigación rigurosa, se pueden recuperar bastantes mitos, como los que cuenta el sinólogo Gabriel García Noblejas en su Mitología clásica china, cuya edición en la editorial Trotta, me resulta una ayuda fundamental. A ella pertenecen muchos de los textos que he citado, cuando proceden de fuentes chinas clásicas.

 

 


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