Qi, emperador de los Xia

Supuesto territorio de la dinastía Xia

 

La tradición china siempre ha considerado que la primera de sus dinastías fue la Xia, pero hasta hace poco se consideraba que se trataba de una leyenda o una exageración.

Antes de la primera dinastía, época o cultura prechina admitida, la Shang, se pensaba que como mucho habría pequeñas tribus o comunidades que quizá compartían una lengua, pero no las estructuras de un estado como tal.

La dinastía Xia habría reinado, según las cuentas chinas tradicionales ,desde el 2070 hasta el 1600 antes de nuestra era, casi quinientos años. Fue derrocada por los Shang, que fundaron una dinastía que sí se considera histórica.

En los libros chinos antiguos, que se remontan a doscientos y trescientos años antes de nuestra era, se menciona con frecuencia a los Xia, a menudo para comparar su decadencia y caída a manos de los Shang con la caída que los propios Shang sufrieron a manos de los Zhou. De este modo, parecía cumplirse un ciclo de ascenso, auge, cénit y caída de las dinastías, una idea que ha dominado el pensamiento chino desde sus orígenes, y que parece coincidir con la tesis que Splenger aplicó a las civilizaciones y grandes culturas en el siglo XIX en su libro La decadencia de Occidente, o la del no menos célebre, pero menos extremo en su tesis, Auge y caída de las civilizaciones: Arnold J.Toynbee.

En el Libro de los Montes y los mares, un curiosísimo volumen que recoge todo tipo de noticias raras, casi siempre relacionadas con el pasado legendario de China, se habla de varios emperadores de la dinastía Xia, como el Emperador de Fuego, Yu el Grande, que salvó a los Xia de grandes catástrofes naturales. Sus reuniones tenían lugar en el monte Mao, en el País de Dayue. Era tan estricto con la puntualidad que descuartizó al patriarca Fangfeng por haber llegado tarde a una de las reuniones en el Monte de los Planes y las Juntas.

Otro rey de los Xia fue Qi, heredero de Yu, que conserva rasgos de un dios, pues monta sobre dos dragones y lleva siempre dos serpientes verdes colgando de las orejas. Subió al menos tres veces al Cielo, donde le entregaron Las nueve composiciones y Los nueve cantos. Llamado Qi el Abierto, también compuso su propia obra, ya de regreso a la tierra, las Nueve convocaciones.

Esas obras celestes, sin embargo, me temo que acabaron perdiéndose, quizá porque eran tan absolutamente deliciosas que al escucharlas nadie quería hacer nada y, por esa causa, Qi y sus cinco hijos arruinaron el reino.

Qi disfrutaba muchísimo de la música, en especial en los montes, a los que hacía excursiones con su corte, bebiendo, bailando y gozando de la música hasta caer todos borrachos. Se cuenta que así se degradó la antes elegante música llamada Danza de los Diez Mil. La excesiva apertura de Qi en el terreno musical provocó que el Cielo cerrara sus puertas para él y al final precipitó a la dinastía en la ruina.

A pesar de ello, se cuentan buenas cosas de Qi, como que tenía un ministro llamado Mengtu que era el Supremo Controlador de Deidades de la zona Ba, se supone que algo así como un intercesor entre los humanos y los dioses. Mengtu, en cuanto veía que un solicitante tenía las ropas manchadas de sangre no le dejaba pasar para hacer peticiones a los dioses.

Es un detalle muy interesante en China, donde apenas se habla de textos revelados por los dioses a los seres humanos.

 

 

 

 


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