Heródoto y Tucídides
En lo que sigue no se pretende decidir si el mejor historiador de la Antigüedad es Heródoto o Tucídides, entre otras cosas porque también habría que contar, refiriéndonos sólo a los griegos, con Polibio.
Desde el punto de vista formal parece muy difícil negar la palma a Tucídides, pues se admite de manera casi unánime la superioridad científica de su método histórico. Así que, sin demasiadas reticencias, le concedo el triunfo en este terreno a Tucídides, fiándome de la fama y prestigio que le rodean, una fama que, según Momigliano, se remonta a la Revolución francesa, pues hasta entonces se consideraba superior a Polibio1 Política y teoría económica, M.I Finley y otros, 183 .
Tan sólo incidentalmente se tratarán aquí cuestiones de metodología en la comparación entre ambos autores.
Lo que pretendo discutir no es el carácter científico de Heródoto o Tucídides sino sus respectivas ideologías, entendidas en un sentido plenamente político: sus ideas políticas.
Se pretende también, y este es el verdadero motivo de esta modesta investigación, confirmar o refutar algunas opiniones que expresé de manera aventurada y que ahora enumero, confiando en el nebuloso testimonio de mi memoria.
A saber:
(1) Que Tucídides es un hombre de partido, un historiador parcial, a pesar de sus declaraciones de neutralidad, que su partido era precisamente el más reaccionario del momento, es decir, el oligárquico, el de los ‘menos’ y, en consecuencia, que a Tucídides no le gusta la democracia como sistema político, y que si admira a Pericles es porque lo considera un gran hombre y no por ser un producto y un adalid de la democracia.
(2) Por contra, Heródoto sí aprecia la democracia y es probablemente el historiador más imparcial, en la medida de lo humanamente posible (y, obviamente, con la salvedad de esta toma de partido por la democracia) de la Antigüedad, y tal vez de toda la historia. Es Heródoto, además, y a pesar de sus simpatías por Atenas, un cosmopolita que respeta tanto a griegos como a bárbaros, y deplora su enfrentamiento.
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(3) Acerca de Tucídides también dije que admiraba a Esparta por su sistema político, a pesar de que la guerra le obliga a considerarla su enemiga, como buen patriota que era. Si era pacifista (y esto no sé si lo dije, pero si lo pensé, o lo pienso ahora), era porque consideraba una desgracia para Atenas, para Esparta y para la unidad griega o el imperio ateniense, esa guerra. Desde cierto punto de vista no hay nadie que no sea pacifista; también Napoleón dijo: «La paz no se puede construir sobre las bayonetas».
Una vez establecidas las bases y los motivos que me llevan a hacer esta apresurada, y sin duda superficial, investigación, consideraré qué estructura se le puede dar.
Continuará…
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