Auguste Dupin, según Conan Doyle (y Holmes)
Como dije en El extraño caso de Arthur Conan Doyle, a menudo la personalidad del autor sobrevuela sus cuentos y novelas. Uno de los ejemplos más notables es el de Edgar Allan Poe, al que parece imposible no tener presente mientras leemos las desventuras de sus atormentados personajes: Usher, William Wilson, el hombre de la multitud, pero también el narrador de Ligeia, de El gato Negro o incluso El tonel de amontillado. Casi todos esos seres parecen en cierto modo una réplica suya y él, a su vez, parece un personaje de uno de sus cuentos: un hombre solitario y melancólico, cuyos padres murieron cuando él era solo un niño, que se enamoró de una dulce prima que murió en sus brazos de tuberculosis y que pasó sus últimas horas, borracho y abandonado, en un día de elecciones en Baltimore, donde fue encontrado muerto en las calles.
Sin embargo, entre la inmensa galería de los personajes de Poe, hay uno que triunfó sobre su autor y comenzó a vivir una vida propia: Auguste Dupin. Se considera que Dupin es el primer detective de la literatura, aunque existen otros curiosos precedentes, como el bíblico Daniel o el Edipo de Sófocles de los que hablo en No tan elemental: cómo ser Sherlock Holmes, por lo que no los mencionaré aquí.
Arthur Conan Doyle admiraba las tres aventuras que Poe escribió protagonizadas por Auguste Dupin: La carta robada, El misterio de Marie Roget y Los crímenes de la calle Morgue. A pesar de esa admiración, en Estudio en escarlata Sherlock Holmes habla despectivamente de su predecesor:
«No me cabe duda de que usted cree hacerme una lisonja comparándome a Dupin. Pero, en mi opinión, Dupin era hombre que valía muy poco. Aquel truco suyo de romper el curso de los pensamientos de sus amigos con una observación que venía como anillo al dedo, después de un cuarto de hora de silencio, resulta en verdad muy petulante y superficial. Sin duda que poseía algo de genio analítico; pero no era, en modo alguno, un fenómeno, según parece imaginárselo Poe».
Como bien saben los aficionados a Sherlock Holmes, tiempo después, el propio Holmes hará una demostración de lectura de pensamiento muy similar a la de Dupin, en el relato “La caja de cartón”, que pertenece a la colección de cuentos Su último saludo desde el escenario.
Continúa en La realidad de los detectives
Publicado originalmente en Diletante, 24 de mayo de 2015