
La primera premisa de Siete maneras de alcanzar la felicidad es que «no existe una fórmula mágica, una única receta para la felicidad». Pero sí existen unas cuantas recetas felices, sabrosas, bien condimentadas.
En el libro aparecen por lo menos siete (o nueve más bien), así que alguien se puede preguntar si no son demasiadas:
La respuesta es que siete son muy pocas. Existen miles o millones de maneras de ser feliz, tal vez una para cada persona.
Según el último cálculo, que la periodista Isabel Vilches se ha tomado la molestia de verificar (porque yo dije al azar 7000 u 8000 millones), existen 8200 millones de maneras de ser feliz.

Pero, como dije en el libro, podrían ser incluso más:
Quizá varias para la misma persona en cada momento
de su vida.
Precisamente en estos días lo ha dicho Julia Roberts:

Y es sin duda cierto. Lo que nos hacía feliz a los quince años nos resulta indiferente a los veinticinco, y tal vez a los cuarenta descubrimos un nuevo tipo de placeres y de felicidad.
Por lo tanto, existe un número casi incalculable de manera de ser feliz, aunque también existen grandes paradigmas o maneras de acercarse a la felicidad. En mi libro me he limitado a nueve, que enumeré en una de las primeras páginas, echando mano de la metáfora gastronómica:
En definitiva, no existe una única receta para ser feliz,
sino al menos ocho, con ingredientes muy diversos.Desde el dulzor suave del epicureísmo a lo amargo del estoicismo, lo ácido del cinismo, el picante efímero de Aristipo, el agridulce con el que nos desconcierta el escéptico, el indefinible umami de Sócrates y Platón, el guiso equilibrado de Aristóteles, donde ningún sabor desentona, y, en fin, la síntesis armoniosa de Demócrito.
Aunque entonces agrupé la receta socrática con la platónica, podríamos dejar el inclasificable umami para Sócrates, ya que es difícil conocer los verdaderos ingredientes de esta receta, puesto que quienes la conocieron acabaron proponiendo platos de sabores muy diferentes: cínicos, platónicos, cirenaicos…
Y, por otra parte, podríamos considerar que la receta platónica es un aperitivo sabroso e incitante que deja con ganas de más y despierta el apetito, puesto que la felicidad plena, nos dice Platón, no se puede alcanzar en esta vida.
En próximas entradas seguiré con la metáfora gastronómica, aunque para conocer mejor los ingredientes sin duda es muy recomendable leer Siete maneras de alcanzar la felicidad… según los griegos.
(Y de la segunda premisa del libro, hablaré en otro momento)

La filosofía antigua como guía para despertar tu buen demonio y vivir en plenitud.
Hoy, perseguir la felicidad se ha convertido en una auténtica obsesión. Tan usada está la palabra que muchos la consideran vacía. Frente a la avalancha de libros que ofrecen fórmulas rápidas para sentirse bien, otros reivindican la virtud, la justicia o los principios morales. Sin embargo, los filósofos griegos y romanos ―aunque en desacuerdo en casi todo― coincidían en algo esencial: el propósito de la vida es despertar y aprender a guiar al daimon interior, ese impulso profundo hacia su plenitud. Este libro recorre siete caminos propuestos por las grandes escuelas de la Antigüedad: el platonismo y su sabiduría trascendental, el epicureísmo con sus placeres serenos, el aristotelismo y su ideal de equilibrio, el estoicismo como vía de transformación, el hedonismo que celebra el gozo, el escepticismo que cultiva la duda y el materialismo de Demócrito, centrado en el buen ánimo. Una invitación a pensar con los clásicos y redescubrir el arte de una vida lograda. COMPRAR
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