El autor no es el personajeLa vida secreta de Sherlock Holmes /7
La personalidad de Arthur Conan Doyle y la de su personaje son en muchos aspectos diametralmente opuestas. Esto no tiene nada de particular, porque un escritor no está obligado a parecerse a sus criaturas de ficción. Si Shakespeare se pareciera a sus personajes, deberíamos decir de él que tenía personalidad múltiple, porque, ¿cómo es posible parecerse al mismo tiempo a Otelo, Shylock, Próspero, Romeo, Macbeth, Viola o Julieta? ¿Cómo se puede ser a la vez cruel, sensato, reflexivo, impulsivo, romántico, cínico, egoísta y avaricioso, generoso y criminal, ocioso e hiperactivo, obsesivo y ligero?
Sí, es cierto que podría suceder que Shakespeare se pareciera de alguna manera a Shylock, pero que en otro aspecto se pareciese a Otelo; tal vez era celoso como Otelo, avaro como Shylock, romántico como Romeo y Julieta, dubitativo como Hamlet, cruel como Lady Macbeth. Ahora bien, también podemos pensar que todos esos personajes tan diversos esconden algún rasgo común y que, a pesar de sus diferencias, existe algo que todos comparten; podríamos aventurar, en consecuencia, que Shakespeare poseía este o aquel rasgo común o al menos frecuente en sus criaturas, pero como no se sabe casi nada de la vida del dramaturgo inglés, no es posible asegurarlo.
En cuanto a Conan Doyle, es difícil que le atribuyamos las ideas o la personalidad de Sherlock Holmes, porque, como ya he dicho, sus caracteres son opuestos. Holmes, por decirlo con brevedad, es el paradigma de la persona racional y razonable, que sólo cree en lo que ve, o en lo que puede deducir a partir de datos y hechos materiales evidentes. Por el contrario, Conan Doyle fotografiaba hadas y creía en los espíritus. No sólo creía en tales seres, sino que ayudaba a su segunda mujer a convocarlos en sesiones de espiritismo.
No se sabe con certeza si Conan Doyle creía de verdad en los espíritus, si solo fingía creerlo o si era uno de esos adeptos o iluminados que están convencidos de estar en posesión de una verdad tan grande que son capaces de mentir en los detalles, como hacia Madame Blavatsky cuando alguien descubría sus trucos en las sesiones de espiritismo:
«Respondía algunas veces con jactancias, pero otras veces confesaba el engaño con un guiño y una risita y decía que un truco de vez en cuando no invalidaba la realidad de sus poderes paranormales» Peter Washington, El mandril de madame Blavatsky..

Continuará…
No tan elemental
Cómo ser Sherlock Holmes.
Daniel Tubau
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Carlos García Gual ha dicho de No tan elemental. Cómo ser Sherlock Holmes:
“Es una mis mejores lecturas de ensayos literarios en mucho tiempo, tanto por su originalidad como por su estilo. Y sobre un tema para mí fascinante ya que me trae recuerdos de lecturas juveniles… Me tiene admirado su manejo de todos esos registros tan bien usados en esta trama tan erudita y esa disección tan inteligente, de fina “filología” (en el buen sentido de la palabra)… Creo que el resultado final es espléndido y muy divertido”.
La vida secreta de Sherlock Holmes
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