La filosofía frente al teatro y la poesía
Ya antes de ingresar en la Universidad, Goethe discutía con un amigo si era o no necesaria la filosofía y si ésta debía apoyarse en la poesía y la religión o a la inversa [1]:
“Parecíanme estar los filósofos en malísima posición al querer demostrarlas (la poesía y la religión) o explicarlas a las dos en su terreno, pues según podía inferirse de una simple ojeada a la Historia de la Filosofía, siempre el uno buscaba distintos fundamentos que el otro, hasta que venía finalmente un escéptico y todo lo declaraba falto de base y de sostén”.
Goethe opinaba que el fracaso de la filosofía al intentar explicar poesía y religión se debía a que la poesía y la religión “creen de algún modo la una en lo imposible y la otra en lo increíble”.
Además, Goethe pensaba que la filosofía no es compatible con la poesía. Tras una velada excelente con Schelling, comenta:
“Lamentablemente, si viera más a Schelling me tendría que alejar de la poesía, pues la filosofía es nefasta para la poesía, al menos para mí”.
Hay aquí una clara indirecta a su corresponsal, Schiller, pues Goethe opinaba que la obra artística de Schiller se veía perjudicada por su excesivo contenido filosófico e histórico. Sin duda, explica:
“porque… soy incapaz de mantenerme en un punto de vista puramente especulativo y porque, para cada teorema, yo no puedo hacer otra cosa que correr a buscar una intuición que le corresponda, lo que me obliga a salir inmediatamente de mí mismo para correr hacia la Naturaleza” [2].
En cuanto al trasfondo político y social, Goethe siempre consideró las posibilidades del teatro y la poesía como instrumento de educación en la política y en las costumbres, y se nota el fastidio que le provocó el dominio de la filosofía en la formación política alemana, en detrimento del teatro y la poesía.
2023. Hay que tener en cuenta que este rechazo de Goethe sucede en un contexto en el que los filósofos viajan en sus especulaciones a mundos abstractos, llenos de conceptos enrevesados, disquisiciones altamente académicas, faltas de vida e infladas de pretensión. Es una filosofía áspera, difícil, nada amable, carente de humor. La de Kant, Fichte, Schelling o Hegel, que no sólo no mejoraron sino que empeoraron el juego, resucitado por Descartes, con el lenguaje, los axiomas indemostrados, las deducciones trascendentales y la creación de nuevos conceptos , un juego que pretende explicarlo todo, pero alejándose del mundo y la naturaleza que tanto amaba Goethe. No es extraño que no sintiera afinidad hacia ese tipo de filosofía.