Ayer vi a Chomsky mientras corría

La interdependencia entre semántica y sintaxis

Una frase como «Quiero ir a mi casa» puede ser emitida por alguien que realmente desea ir a su casa o por alguien que finge desearlo.

Como se ha visto en la entrada anterior (Cómo distinguir entre semántica y sintaxis), el sentido de una frase puede ser muy variable. Pero, sea cual sea el motivo, el contexto o el medio en que una frase haya sido formulada , parece claro que, previamente a la frase en sí, existe una ‘intención’ por parte del emisor.

A no ser que aceptemos un determinismo o un conductismo estricto, la frase no puede ser considerada al margen del motivo que subyace a su emisión (ver, sin embargo, la Conclusión). En este aspecto, se podría decir que la semántica es previa a la sintaxis, y que ésta depende de aquella. En principio, todo aquel que dice algo lo dice por algo y para algo.

Ahora bien, imaginemos una frase ambigua, como la que nos proporciona Carlos Peregrín-Otero en una de sus traducciones de Chomsky (no he podido averiguar en cuál):

«Ayer vi a Juan mientras corría».

¿Quién corría, Juan o el que vio a Juan?

Para el emisor de la frase, no hay ninguna duda de quién corría, posiblemente ni siquiera será consciente de la ambigüedad de la forma sintáctica elegida. El emisor, en efecto, sabe cuál es el significado de la frase. Para el receptor, por el contrario, la frase resulta equívoca: ignora el significado de lo que ha dicho el emisor. Ahora bien, si el emisor quiere eliminar la ambigüedad de  la frase  deberá preguntar al  emisor quién corría: Juan o él.

Es decir, deberá recurrir a nuevas y más precisas formulaciones sintácticas para descubrir el significado de lo que ha dicho el emisor, quien, a su vez, también tendrá que utilizar algún tipo de signo, ya sea verbal o de otro tipo, para resolver las dudas del emisor.

En los ejemplos anteriores se puede ver la dependencia de la semántica respecto a la sintaxis, y viceversa.

Aunque posiblemente podemos hablar de cadenas bien-formadas (componentes sintácticos) sin necesidad de atribuirles un contenido semántico, parece más difícil hablar de la semanticidad sin recurrir a algún tipo de sintaxis. Es más, la semanticidad parece precisar de una estructura subyacente medianamente compleja para no resultar ambigua.

Pensemos en un ejemplo más revelador, el del aprendizaje. Cualquier aprendizaje.

Frecuentemente se oyen frases de este tipo: «Me gustaría pintar, pero no se me da bien», «Quisiera interpretar música, pero no tengo talento (o capacidad) para ello».

En realidad, quienes afirman tales cosas, por lo general ni siquiera han intentado pintar cuadros o entender la música, o bien han desistido tras las primeras decepciones. Se suele considerar, implícitamente al menos, que los significados han de ser comprendidos instantáneamente, y que, en consecuencia, algunas personas están dotadas para la música y otras lo están para la pintura. Sin embargo, esta es una concepción errónea en gran medida, probablemente nacida en la Época Romántica y en la consideración del artista como alguien elegido por  la  musa  (la teoría,  sin embargo,  se  puede retrotraer, por lo menos, hasta el Ion de Platón).

2023: me sorprende mucho encontrar aquí esta referencia al Ión de Platón, porque suelo emplearla como punto de partida en mis clases acerca del origen y la historia de la creatividad, y también en mi reciente libro La musa en el laboratorio. No era consciente de haber reflexionado acerca de este asunto en un momento tan temprano, con más razón por la inmediata alusión a la época romántica: en La musa en el laboratorio me refiero a cómo el Ión está presente en lo que podríamos llamar de manera hegeliana la tesis-antítesis-síntesis de la creatividad: el ataque de Platón a la inspiración en el Ión; la relectura del libro y la vindicación de la inspiración por el romántico Percy Shelley en su Defensa de la poesía, y la síntesis llevada a cabo por Graham Wallas en El arte de pensar. Lo bueno de mantener la costumbre de escribir constantemente es llevarte de vez en cuando la sorpresa de que te estás copiando a ti mismo sin saberlo.

Lo cierto es que para que un músico componga e interprete piezas significativas. antes tiene que acumular una gran cantidad de datos aparentemente no significativos. Como decía Robert Schuman:

«Sólo cuando la forma te sea bastante clara, se te hará claro el espíritu».

Así, cuando alguien desea entender la música barroca, por ejemplo, ¿qué hace?

Aprende formas, acumula datos no interpretados, es decir, datos que no significan nada para él, que le aburren y que incluso le parecen carentes de sentido, de significación, como el alumno de Schuman que quería acceder a la belleza o el espíritu (el significado o semántica) sin antes dominar la forma (es decir, la técnica sintaxis). A medida que progresa esta acumulación de datos, la percepción musical nace y se desarrolla. En definitiva, el conocimiento de los componentes y formas dota a las cosas de significado. Pero ese conocimiento, al menos al principio, es siempre sintáctico.

Lo mismo que de la música se podría decir de la pintura o de cualquier arte (ya sea de artista o de artesano): Van Gogh comenzó a pintar a los veintisiete años y durante dos años sólo dibujó bocetos y estudios de paisajes y anatomía.

Un mejor ejemplo de como la acumulación sintáctica deviene en semántica es el proceso mismo que lleva a hacer un trabajo como éste. Se inicia teniendo una idea muy vaga de lo que se hará; se leen libros, se confeccionan fichas, resúmenes, índices, etcétera, hasta que llega un momento en el que, de toda esa inquietante maraña de datos, «surge» el significado, la clave que permite unir toda la información en una estructura más o menos coherente.

La célebre fase ambigua de Chomsky «Ayer vi a Juan mientras corría» siempre me recuerda la maravillosa época en que la descubrí, precisamente en alguno de los libros que mi padre estaba utilizando para sus clases o para sus propios libros, cuando pasé varios meses con él su casa del barrio Gótico de Barcelona, años antes de escribir este ensayo acerca de la semántica y la sintaxis. La frase de Chomsky fue tema recurrente de muchas de nuestras conversaciones. Fue un tiempo de aprendizaje y descubrimiento constante, no sólo por la sabiduría de Iván, mi padre, sino por las mil y una experiencias y lecturas que coincidieron en ese momento. Fue mi momento Wilhem Meister.

Semántica y sintaxis en Inteligencia Artificial

Investigación acerca de la Inteligencia Artificial y la diferencia entre semántica y sintaxis , en relación con los argumentos de John Searle, Alan Turing y otros autores. A partir de un trabajo universitario escrito en 1989 o 1990.
Bibliografía | Semántica y sintaxis en Inteligencia Artificial

BIBLIOGRAFÍA Considero importante señalar que no he utilizado ni las respuestas de varios autores a Searle en The Behavioral  and Brain Sciences, ni un artículo…

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