Una estancia en Moralia [1991]
1. Sueños y pesadillas
Después de tres años de aventuras oníricas, a Natalia le espera un viaje inesperado en el que buscará respuestas al comportamiento humano.
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Natalia
!Ah! !No! !No!
Arlequín
¡Natalia! Tranquila, no pasa nada. Es un mal sueño. Ya pasó.
Natalia
¿Eh? Ah, eres tú. He tenido una horrible pesadilla. ¿Dónde estamos?
Arlequín
En tu casa de la calle Carranza [ref]Natalia vivía entonces en la calle Carranza del centro de Madrid, con su novio Japi; yo vivía en la calle Corazón de María[/ref]. Faltan pocas horas para tu nuevo cumpleaños.
Natalia
¿De veras? Parece que fue ayer que vivimos aquella aventura solipsista.
[ref]Se refiere al encuentro de Natalia y Ailatan con los miembros del Club de los Solipsistas, tal como se cuenta en la felicitación del año anterior (¿Un sueño?). Los solipsistas son aquellos que piensan que lo único que existe son ellos o su propio pensamiento[/ref].
Arlequín
Ya sabes que el tiempo de la ficción no es mismo que el de la vida normal… Aunque el teatro clasicista francés exigía la unidad de tiempo y lugar: la obra duraba lo mismo en tiempo real que en ficticio.[ref] La unidad de tiempo y lugar, que todo transcurra en un mismo lugar y que el tiempo de la ficción sea idéntico al real, era una de las normas del teatro clásico, que se mantuvo durante trescientos años.
Pensaba incluir una nota erudita al respecto, pero la dejo para el año que viene. Sólo diré ahora que es muy interesante la comparación entre tiempo real y tiempo del relato. Así, en Proust en ocasiones dura más el tiempo del relato que el real, pues se detiene en todos y cada uno de los detalles de una situación. Sucede, en efecto, que podemos pasar horas describiendo una habitación que hemos visto durante apenas unos minutos, porque contar una cosa suele llevar mucho más tiempo que verla. Es por eso que se dice que una imagen vale más que mil palabras (un día, con ayuda de un libro, calculé cuántas palabras vale exactamente una imagen, pero ahora no encuentro ese cálculo, pero creo que valía bastante más que mil palabras). Es posible que el éxito de un narrador descriptivo resida especialmente en lograr, tras una larga descripción, que el lector tenga en la mente una imagen total de lo descrito, como la que tuvo el propio narrador durante ese instante de tiempo real en el que contempló aquello. A mí me fatigan las descripciones pero no las de Proust, y tengo la sospecha de que detrás de ello se esconde alguna razón, pero este no es lugar de hablar de ello. El caso opuesto a la técnica de Proust es lo que se llama elusión; es decir, cuando se omiten en el relato períodos de tiempo de la historia (días, meses e incluso siglos o milenios). Por último, el estilo directo sería aquél en el que coinciden ambos tiempos, como en un monólogo.
Comentario en 2013: No sé exactamente a qué tipo de nota erudita me refería entonces. Ahora podría contar muchas cosas acerca de la unidad de tiempo, espacio y lugar del clasicismo, porque he tratado a menudo el tema en mis libros (en especial en Las paradojas del guionista, o en entradas en la red), como que se atribuye esa regla de las tres unidades a Aristóteles, a pesar de que él no exige que se apliqué de manera estricta. El error procede de una mala lectura de la Poética por parte de los preceptistas italianos del renacimiento, que adoptaron también los clasicistas franceses.
En cuanto al número de palabras que vale una imagen, no he encontrado el cálculo basado en el número de palabras (bits) contenidos en una imagen, pero sí he encontrado otro, realizado por José Muelas que también puede ser válido: ”
¿Qué contiene más información una imagen o mil palabras?.
“Consideremos que la imagen a que hacemos referencia es una imagen de televisión en blanco y negro; la misma puede considerarse formada por una estructura de puntos negros, blancos y grises dispuestos en 500 filas y 600 columnas aproximadamente. Si cada uno de esos 300.000 puntos puede adoptar diez tonalidades de gris, el número de posibles imágenes distintas alcanza a 10 elevado a 300.000. Si todas son igualmente probables la cantidad de información contenida en una imagen es, más o menos, 10 elevado a 6 bits.
Veamos ahora cuanta información se contiene en 1000 palabras. Si el hablante tiene un vocabulario de 10.000 palabras (es una suposición) y ha elegido entre ellas 1000 completamente al azar la cantidad de información contenida en ellas es igual a 1,3 por 10 elevado a cuatro bits. Así pues una imagen de televisión en blanco y negro como la expuesta equivale a unas 100 palabras” [El blog de José Muelas].
Tal vez el ejemplo está tomado de Norman Abranson, pero no sé si es del todo correcto. El cálculo que yo había encontrado tenía en cuenta cuantas “palabras” binarias (ceros y unos, “sí/no”) se necesitaban para mostrar una imagen en un ordenador por ejemplo. En este sentido, si en una imagen de 1024 x 1024 bits hay 1 MegaBit, entonces una imagen vale… “x palabras”. En este sentido, una imagen como la descrita sería equivalente a 1 millón de palabras informáticas, supongo. Tras escribir esto, he encontrado el cálculo al que me refería, que da un resultado distinto:
“Una imagen vale más que mil palabras. Una imagen de televisión 50.000 palabras. Aunque en la de 625 líneas vale: 625X625= 390.625 letras, a cinco letras por palabra, igual a: 78.000 aproximadamente (Una imagen vale más que mil palabras)”
Otra manera de calcularlo es pensar cuántos bits hacen falta para tener 1000 palabras en un ordenador. En este caso, puesto que con 4000 bits se tienen uan página de texto, entonces necesitaríamos unas tres páginas de texto, es decir, unos 12000 bits (tres páginas de texto), para tener 1000 palabras. En este sentido, también uan imagen valdría más que mil palabras: 1 millón de bits frente a 12000 bits. Pero claro, hemos elegido una imagen a un buen tamaño (1024×1024) y podríamos elegir una que requiriese menos bits de información. De hecho, podemos considerar que un pixel es una imagen, por lo que habría que calcular cuántos bits hacen falta para mostrar un pixel, que serán muy pocos. En este sentido, serían las palabras quienes ganarían a las imágenes, pues con pocas palabras se podría crear una imagen.
[/ref].
Natalia
Perdona, pero no te estoy escuchando. Todavía no me he recuperado de la pesadilla.
Arlequín
Cuéntamela. a lo mejor así te tranquilizas.
Natalia
No hay mucho que contar. Además, he olvidado casi todos los detalles. Solo recuerdo que iba caminando cerca de un acantilado, y que oía unos gritos de auxilio.
Arlequín
¿Y qué pasaba entonces?
Natalia
Me acercaba al borde y veía a una mujer agarrada a unos matorrales, a punto de caer al vacío. “!Ayúdame!”, me decía.
Arlequín
¿Conseguiste salvarla?
Natalia
Ni siquiera lo intenté. Me quedé mirando cómo se debatía. Al final, ya sin fuerza, se soltaba y caía al precipicio.
Arlequín
!Es terrible! Supongo que no la ayudaste porque estaba fuera de tu alcance.
Natalia
Al contrario, era fácil salvarla. Pero al ver quién era, me quedé tan sorprendida que no pude hacer nada.
Arlequín
¿Quién era?
Natalia
Era yo.
Arlequín
Bueno, no me extraña que te pusieses a gritar después de eso.
Natalia
No, no me puse a gritar: seguí soñando. Cuando vi el cadáver de esa mujer, que era yo, estrellado contra la rocas, seguí mi camino, pero completamente trastornada. Entonces tropecé y me caí hacia el acantilado.
Arlequín
!Dios mío!
Natalia
Afortunadamente, pude cogerme a unas ramas y grité pidiendo auxilio.
Arlequín
!Calla! Ya sé lo que paso después. Llegó alguien y se te quedó mirando. Y ese alguien…
Natalia
…era yo, en efecto.
Arlequín
Es un sueño que parece muy relacionado con el solipsismo y el eterno retorno.
[ref]Del solipsismo se habló en la felicitación del año 1990; del Eterno Retorno, en la de 1988, cuando Natalia y Ailatan visitaron el Infierno con la vana esperanza de resolver el problema del tiempo. Allí conocieron a algunos personajes relacionados con ese asunto, como Nietzsche (Natalia y Ailatan en busca del tiempo).
La pesadilla de Natalia, recuerda también todas esas historias del cuadro dentro del cuadro, como las que a menudo aparecen en las ilustraciones de M.C.Escher, a quien Natalia y yo admiramos desde que vimos su obra por primera vez (o al menos la miramos detenidamente por vez primera) en un Nueva Dimensión que compramos en el Drugstore de la Glorieta de Bilbao. También, claro está tiene que ver con esos algoritmos que crean un bucle infinito del que no se puede salir, y que Hofstadter expone de modo tan fascinante en su libro Gödel, Escher, Bach. [/ref].
Natalia
Pues sí, pero la verdad es que no es eso lo que me preocupa. lo que me inquieta es no haber hecho nada para intentar salvarme de caer al fondo. Estoy avergonzada de mi actitud.
Arlequín
Quizá ha llegado el momento de viajar a un lugar donde se puede encontrar la respuesta a tus inquietudes.
Natalia
La última vez que oí algo parecido, viajé al Infierno. [ref] En efecto, en la felicitación de 1988, Ailatan dice a Natalia algo parecido al pedirle que la acompañe a un lugar en el que espera “encontrar la respuesta a mi desesperación”. Ese lugar resulta ser el Infierno.[/ref].
Arlequín
Esta vez viajarás a… !Moralia!
Continua en “Un viaje cortolargo”…
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[Esta felicitación tiene notas, añadidas en 1997 y en 2013. Puedes verlas haciendo clic en las notas. También puedes leer el texto completo de principio a fin -mucho más recomendable.-y después las notas, que también aparecen situadas al final del texto. Hay vínculos para saltar en un instante desde el número a la nota correspondiente, y a la inversa]
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