Dios no puede demostrar que es Dios
Imposibilidades de Dios /1
“Dios no puede demostrar que es Dios”. Este argumento me parece de una lógica aplastante, pero debo admitir que no a todo el mundo se lo parece. Se lo conté a mi amigo Juanjo de la Iglesia y estuvimos discutiendo durante una hora, mientras saboreábamos pescado frito en el puente de Ventas, junto a la M-30. Tampoco convenció a mi amiga Margarita Sánchez.
Creo que no logré convencerlos porque confundieron lo que es un argumento acerca de una situación hipotética con un argumento acerca de un concepto hipotético. Ese concepto es Dios.
Para evitar esa confusión, hay que entender este argumento en sus justos términos y en su precisa formulación. Dice así:
“Imaginemos que un ser poderosísimo se presenta ante los seres humanos, o ante una sola persona a la que quiere convencer. Este ser afirma que él es el ser más poderoso del universo, el que lo ha creado y el que puede devolverlo a la nada. La persona se muestra escéptica, así que este presuntuoso ser le hace alguna demostración: detiene el sol, seca los mares, traslada a ese individuoa una galaxia remota, elimina la violencia del comportamiento humano. Prueba tras prueba, el individuo va cediendo en su escepticismo: ahora no le cabe ninguna duda de que ese ser es poderosísimo. Pero, ¿es el ser más poderoso que existe? “Sí, lo soy”, responde el ser, “conozco el universo hasta el último confín y no existe otro ser que sea superior a mí” .
De acuerdo, conoce todo el universo, pero, ¿cómo asegurar que ese universo no es sino una mota de un universo mucho mayor gobernado por otro ser más poderoso? Quizá el primer ser poderoso ha querido que el segundo ser poderoso no sepa de su existencia. Es como un tiburón en un acuario que afirma ser el animal más poderoso porque ha recorrido todos los confines del acuario.
Por mucho que el ser poderosísimo afirme que no hay nada más allá de él, no puede demostrar que no hay un Ser por encima de él que lo ha creado a él y al universo (incluida la nada que nuestro ser poderosísimo cree que hay más allá de lo que él ve). El Ser Super-Superpoderoso incluso ha puesto en el Superpoderoso la peregrina idea de que es el ser más poderoso que existe (del mismo modo que, según Descartes, Dios ha puesto la idea de su existencia en nosotros).
El dios Thor, en la parte de abajo de la imagen con una capa roja, es hijo de dios supremo Odín. Los seres humanos creen que Odín, Thor y los diosses que viven en Midgar son los dioses máximos. Pero aquí Thor se encuentra con los Dioses de los Dioses, o los Dioses en la sombra, que están por encima de ellos.
Este es el argumento. Una vez expuesto, examinaré la razón por la que Juanjo y Margarita no quedaron convencidos. Pero es un tema complejo, así que sólo recomiendo seguir leyendo a quienes gusten de las discusiones bizantinas y la casuística medieval.
Disquisición para especialistas
Como habrá observado el lector, no he empleado la palabra Dios para definir a ese ser poderosísimo. Porque la palabra Dios suele llevar asociada la siguiente consecuencia: Dios es omnipotente. El cristianismo, el judaísmo y el Islam nos han acostumbrado a esa idea, pero no todos los dioses son omnipotentes. Incluso dentro del cristianismo existen sectas o variantes, como la de los socinianos, que creen que Dios es poderoso pero no omnipotente. Se cree que Isaac Newton era sociniano en secreto.
Cuando se plantea la posibilibidad de que un ser poderosísimo se parezca a un incrédulo parece que no hay dificultad en imaginar a otro ser más poderoso que permanece oculto. Pero si se emplea la palabra Dios, entonces uno se imagina ese concepto hipotético de Dios omnipotente, y ya no hay manera de aclararse acerca de qué se está discutiendo, si una situación hipotética o un concepto hipotético.
Todo esto recuerda el célebre argumento de Anselmo y la réplica del monje Gaunilo, que no recordaré aquí.
Podemos comparar la aparición de ese ser omnipotente con la de un caballo con un cuerno en su frente.
Si decimos que un caballo con un cuerno en su frente se presenta a un hombre y le intenta convencer de que es un unicornio, enseguida podemos plantearnos dudas como: puede tratarse de una mutación genética de laboratorio, puede ser un caballo al que se le ha insertado un cuerno, fijándolo en su cráneo; puede incluso ser tan sólo un sueño o una alucinación. De este modo, podemos discutir los pros y los contras de la pretensión de ese caballo con un cuerno que se pretende unicornio.
Ahora bien, si mi planteamiento fuese: “Un unicornio se presenta a un hombre”, da la impresión de que estoy admitiendo desde el principio que se trata efectivamente de un unicornio.
Lo mismo sucede con Dios. El problema para quienes escuchan un argumento en el que aparece la palabra Dios con mayúsculas parece tener relación con el lenguaje y el metalenguaje, con los diferentes niveles y metaniveles que pueden observarse, por ejemplo, en los cuadros de Escher.
El planteamiento se hace en un nivel: una situación hipotética en la que a un hombre se le aparece un ser poderosísimo que afirma que es el ser más poderoso que existe. Este es el nivel en el que nos movemos.
El problema surge cuando saltamos a un metanivel en el que introducimos la definición de ese ser poderosísimo como “Dios”, es decir, como ser omnipotente. Ahora ya no estamos planteando una situación hipotética, sino que partimos de nuestro concepto hipotético de Dios (hipotético en cuanto que no sabemos si se corresponde con algo que exista en realidad) y con él nos trasladamos a esa situación hipotética en la que un ser se aparece a un hombre y le dice que es “Dios”.
Ahora bien, incluso si iniciamos el argumento en ese meta-metanivel, creo que sigue siendo bueno. Si aceptamos incluso desde el principio que existe un ser omnipotente, ni siquiera este ser omnipotente puede tener la certeza demostrativa de que es lo que dice ser. Dicho de otra manera: no puede existir un ser omnipotente, porque de existir, este ser omnipotente podría demostrar que lo es, lo cual no es posible. Una manera realmente curiosa de formular un argumento que tal vez sea equivalente al teorema de incompletitud de Godel, que afirma que ningún sistema formal se puede demostrar a sí mismo.
Podría seguir argumentado, pero dejo tiempo para hipotéticas respuestas.
NOTA: Cuando ya había escrito este artículo, releyendo El Hacedor, de Borges, encontré un poema que dice exactamente lo mismo que yo sostengo y que se muestra en la historieta de Thor y los Dioses de los dioses. Me parece improbable pero no imposible que mi opinión proceda de su poema, que ofrezco al lector a continuación:
Ajedrez II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Lo de los dioses que crean a otros dioses y que sin saberlo habitan sólo en la uña de otro dios, que a su vez… recuerda también a un pasaje del Zhuangzi en el que hablan una cigarra y una tortolilla. Puedes leerlo aquí: El pájaro Peng.
(Publicado en Esklepsis 3, julio de 1997)
Dios no puede demostrar que es Dios
IMPOSIBILIDADES DE DIOS
Se trata de argumentos acerca de Dios. Conviene aclarar que estos argumentos a veces se basan en el concepto de Dios como ser omnipotente, es decir son una consecuencia de la lógica misma de la definición de la idea “Dios”, mientras que en otras ocasiones se refieren no al concepto, sino a situaciones en las que un ser aparentemente omnipotente es declarado o declara ser Dios, como la que se examinará más adelante.
Es decir, por un lado podemos plantearnos si existe alguna manera de saber si existe algo en la realidad que se corresponda con el concepto de Dios, y a continuación examinar las dificultades que se plantearían para averiguarlo. Por otro lado, podemos admitir como hipótesis que efectivamente existe Dios entendido como ser omnipotente y ver las dificultades que esto también plantea.
Primera Imposibilidad de Dios
Dios no puede demostrar que es Dios
Este argumento me parece de una lógica aplastante, pero debo admitir que no a todo el mundo se lo parece. Se lo conté a mi amigo Juanjo y estuvimos discutiendo durante una hora, mientras saboreábamos pescado frito en el puente de Ventas, junto a la M-30. Tampoco convenció a mi amiga Margarita.
Creo que no logré convencerlos porque confundieron lo que es un argumento acerca de una situación hipotética con un argumento hipotético acerca de un concepto (ese concepto es Dios).
Para evitar esa confusión, hay que entender este argumento en sus justos términos y en su precisa formulación. Dice así:
Imaginemos que un ser poderosísimo se presenta ante la humanidad, o ante un sólo hombre al que quiere convencer. Este Ser afirma que él es el ser más poderoso del universo, el que lo ha creado y el que puede devolverlo a la nada. El hombre se muestra escéptico, así que este presuntuoso ser le hace alguna demostración: detiene el sol, seca los mares, traslada al hombre a una galaxia remota, elimina la violencia del comportamiento humano. Prueba tras prueba, el hombre va cediendo en su escepticismo: ahora no le cabe ninguna duda de que ese ser es poderosísimo. Pero, ¿es el ser más poderoso que existe?
-Sí, lo soy”, responde el ser, conozco el universo hasta el último confín y no existe otro ser que me sea superior.
De acuerdo, conoce todo el universo, pero, ¿cómo asegurar que ese universo no es sino una mota de un universo mucho mayor gobernado por otro ser más poderoso?
Quizá el primer ser poderoso ha querido que el segundo ser poderoso no sepa de su existencia. Es como un tiburón en un acuario que afirma ser el animal más poderoso porque ha recorrido todos los confines del acuario.
Por mucho que el ser poderosísimo intente convencer al hombre y afirme que no hay nada más allá de él, no puede demostrar que no hay un ser por encima de él que lo ha creado a él y al universo y que incluso ha puesto en él la peregrina idea de que es el ser más poderoso que existe.
Este es el argumento. Una vez expuesto, examinaré la razón por la que Juanjo y Margarita no quedaron convencidos. Como habrá observado el lector, no he empleado la palabra Dios para definir a ese ser poderosísimo.
No lo he hecho porque la palabra Dios suele llevar asociada la siguiente consecuencia: Dios es omnipotente. Es una consecuencia que no es de ninguna manera necesaria, como muestra el ejemplo del Dios de los socinianos, que es poderosísimo pero no omnipotente.
Si se entiende por Dios un ser omnipotente y se formula el argumento diciendo que Dios se aparece a un incrédulo, entonces, puede suceder, y de hecho sucede, que en vez de discutir esa situación hipotética en la que un hombre se encuentra con un ser que pretende ser Dios omnipotente, se discute acerca de un concepto hipotético: el de un Dios omnipotente. Todo esto recuerda el célebre argumento de Anselmo y la réplica del monje Gaunilo.
Podemos comparar la aparición de ese ser omnipotente con la de un caballo con un cuerno en su frente. Si decimos que un caballo con un cuerno en su frente se presenta a un hombre y le intenta convencer de que es un unicornio, se plantean dudas similares: puede tratarse de una mutación genética de laboratorio. puede ser un caballo al que se le ha insertado un cuerno, fijándolo en su cráneo, puede incluso tratarse de un sueño o de una alucinación.
Así, podemos discutir los pros y los contras de la pretensión de ese caballo con un cuerno que se pretende unicornio. Pero en el planteamiento no afirmamos ni negamos desde el principio ni que se trate de un unicornio ni tampoco que sea tan sólo un caballo con un cuerno en la frente. Si me refiero a él como un caballo con un cuerno en la frente es porque esa es la apariencia de los unicornios, pero no estoy diciendo que efectivamente se trate de un caballo con un cuerno: podría ser realmente un unicornio.
Ahora bien, si mi planteamiento fuese: “Un unicornio se presenta a un hombre”, da la impresión, no necesariamente buscada, de que estoy admitiendo desde el principio que se trata efectivamente de un unicornio. Lo mismo sucede con “Dios”.
El problema, no del argumento en sí, sino de la comprensión del mismo, parece tener relación con el lenguaje y el metalenguaje, los diferentes niveles y metaniveles que se observan, por ejemplo, en los cuadros de Escher.
Es decir: el planteamiento se hace en un nivel determinado: una situación hipotética en la que a un hombre se le aparece un ser poderosísimo que afirma ser Dios (el ser más poderoso que existe). Esto es todo lo que hay.
El problema surge cuando saltamos a un metanivel en el que metemos la definición de Dios como “ser omnipotente”. Ahora ya no planteamos una situación hipotética en la que todo son dudas, sino que, por el contrario, partimos de nuestro concepto de Dios (concepto no menos hipotético, en cuanto que no sabemos si se corresponde con algo que existe) y con él nos trasladamos a esa situación hipotética en la que un ser se aparece a un hombre y le dice que es Dios.
Ahora bien, incluso si iniciamos el argumento en ese meta-metanivel, creo que el argumento de esta imposibilidad (“Que Dios no puede demostrar que es Dios”) sigue siendo bueno.
Incluso si aceptamos la idea de que efectivamente existe un ser omnipotente que ha creado el mundo, ni siquiera este ser omnipotente puede tener la certeza demostrativa de que efectivamente lo es.
Dicho de otra manera: no puede existir un ser omnipotente, porque de existir, este ser omnipotente podría demostrar que lo es, lo cual no es posible.
Se trata quizá de una manera realmente curiosa de formular un argumento que tal vez sea equivalente al teorema de incompletitud de Godel, que afirma que ningún sistema formal se puede demostrar a sí mismo.
Podría seguir argumentado, pero dejo tiempo para hipotéticas respuestas.
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NOTA: Cuando ya había escrito este artículo, releyendo El Hacedor, de Borges, encontré un poema que dice exactamente lo mismo que yo sostengo. Me parece improbable pero no imposible que mi opinión proceda de su poema, que ofrezco al lector a continuación, en la sección de Ajedrez de este mismo número (me refiero al soneto II).
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Años después, convertí esta sección de Esklepsis en uan página web y reescribí un poco este artículo: Imposibilidades de Dios
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[Publicado en 1996]
PÁGINAS DE ESKLEPSIS 3
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