Epístola a los corintios 1, de Pablo de Tarso

Estos comentarios son una notas de lectura de la Primera Epístola a los Corintios (en 2018). Anotaciones breves, casi destellos, sin argumento ni desarrollo. Como tales deben ser leídas. Aquí puedes leer la Epístola  los Corintios 1.

 

Pablo recurre al «espíritu de Dios frente a la sabiduría humana.

Ahora bien, ¿de dónde viene ese consejo espiritual o cómo lo envía Dios?

Da la impresión de que Dios lo ha codificado de alguna manera y transmitido a sus fieles, pero no a todos por igual: «Eso según a lo que cada uno ha dado al Señor». Es una idea que parece anticipar la Gracia: «conforme a la Gracia de Dios que me ha sido dada». Es decir, cada uno de nosotros tenemos ese gracia, es código o mensaje íntimo que Dios nos transmite, aunque no está claro que sea el mismo mensaje: Pablo ha visto a Jesucristo, otros no lo han visto. Pablo dice que Jesucristo le ha dicho ciertas cosas, pero parece que a otros cristianos les ha revelado otras diferentes.

A pesar de que Jesucristo es el fundamento de toda esta enseñanza, Pablo no parece recurrir a sus revelaciones, sino a esa sabiduría divina contenida en el corazón del ser humano. De cada ser humano.

El problema, claro, es que ese código o revelación interna no coincide: cada persona piensa de manera diferente e interpreta el mensaje divino de un modo distinto, como prueban las muchas herejías y variantes que surgen en cada religión. La de Pablo es una más de ellas, de las primeras versiones o variantes del cristianismo. ¿Cómo sabemos que es la correcta, cómo sabemos que debemos confiar en el mensaje interno, en la revelación que siente Pablo, y no en la de cualquier otro rival cristiano (o pagano)?

Pablo insiste una y otra vez en el desprecio a la razón, a la ciencia humana, alentando una soberbia que se basa en un supuesto contacto con Dios de los fieles. Pero, aparte de lo ya dicho acerca de las diferentes interpretaciones de cada cristiano, esa postura sólo puede llevar al fanatismo porque no hay más criterio de medida que la fe. Pero luego dice: «Yo os engendro por medio del Evangelio» ¿A qué evangelio se refiere? ¿a uno de los evangelios, a los cuatro que conocemos? No sé la respuesta. Doctores tiene la Iglesia, que sin duda responderán a esta cuestión. Pero el problema, sea cual sea la respuesta, no se resuelve: ¿acatamos el Evangelio ahora, o continuamos con la Gracia particular de cada cual?

Amenaza con «la vara» si no hay espíritu de mansedumbre. Es triste ver que, como en todas las utopías y promesas de salvación, el estado policial está ahí para llevar a los fieles descarriados por el buen camino si no basta con el amor. Y quizá es más triste que esta amenaza provenga del que, antes de caerse del caballo y ver a Cristo, empleaba la vara contra los propios cristianos.

 

En muchos aspectos es un mensaje similar a los libros de autoayuda: no os preocupéis de estudiar ni del esfuerzo necesario para distinguir la verdad de la mentira: basta con tener una fe tozuda y creer en las verdades reveladas.
«Los afeminados, los que se acuestan con hombres» no heredarán el Reino de Dios. La conocida y previsible homofobia.

En cuanto a la mujer, el cuerpo es posesión del marido, aunque es cierto que enseguida añade que el cuerpo del marido también es posesión de la mujer. Yo no estoy de acuerdo ni con lo uno ni con lo otro, pero al menos en este sentido hay igualdad. Algo es algo. Pero enseguida aparece una fuerte misoginia, por ejemplo cuando dice: «El varón es la cabeza de la mujer. El varón es gloria de Dios, la mujer es gloria del varón». Muestra un odio al cabello femenino muy musulmán. Pero, claro, Pablo se anticipó en varios siglos. Quizá era algo propio de gentes reprimidas y represoras, que se escandalizaban ante la libertad de costumbres de los griegos y otros pueblos.

En ciertos pasajes se mueve entre ciertas buenas recomendaciones, pero unidas a un fisgoneo en los asuntos de alcoba propios de un censor o un reprimido. Presume de estar libre de la tentación de la carne y asegura que, si por él fuera, todos serían célibes como él, lo que nos llevaría a la extinción de la raza humana, o al menos a la propagación de los infieles, que no siguen esas normas. Así que hay que tener hijos para que haya más cristianos que paganos.

De tanto en tanto distingue entre preceptos que proceden de las apariencias y preceptos que proceden de Dios. No sé muy bien de dónde toma esos preceptos, si de los Evangelios, de la Gracia o de sus propias revelaciones. A veces parece que el Jesucristo del que habla no es uno que él haya visto (parece admitir que no lo vio personalmente, al menos en la carne). Pero si parece sugerir que Jesucristo se le ha revelado, quizá primero en aquella revelación al caer del caballo y quizá, da la impresión, en otras ocasiones.

Entre los rasgos principales de la Epístola están una constante misoginia y una continua obsesión por legislarlo todo.

Emplea la metáfora del cuerpo humano y la sociedad o la comunidad, que debe ser como un organismo: «Vosotros sois el cuerpo de Cristo».
La importancia del amor. Promesa de un futuro en el que conocerá lo que solo ahora se intuye. También está a favor de la profecía y del hablar en lenguas, aunque considera mejor la profecía. Más adelante parece descartar por completo el hablar en lenguas, recomendando que tengamos la malicia de los niños y no su ingenuidad. Si los gentiles nos ven hablando en lenguas nos tomarán  por locos, pero si nos oyen profetizar (se supone que con acierto) entonces se convertirán.

[«Hablar en lenguas» se refiere a una supuesta capacidad de hablar en lenguas que no se conocen, gracias a la inspiración del espíritu de Dios. Se supone que servía para predicar el Evangelio a otros pueblos, pero muchos cristianos lo consideran más bien inspiración del diablo, o que el espíritu de Dios dejó de ofrecer este don hace ya siglos]

Esto se traduce en que hay que presumir de comunicarse con Dios, pero no de manera extravagante, porque el truco entonces resulta demasiado grotesco y evidente. La malicia, pero no la ingenuidad de los niños, es decir: es más fácil hacer profecías siempre ambiguas o incluso a toro pasado (es decir, predecir el pasado, como se hace tantas veces en el Antiguo Testamento) que mostrar a los demás cómo Dios nos inspira hablando lenguas.

Así que Pablo no prohíbe que se hable en lenguas, pero recomienda que haya un traductor de profecías.

Enumera a todos los que Cristo se apareció tras su muerte y él es el último al que se le apareció.

¿Cuál es la prueba? Que lo dice él. Simplemente

Opina que la resurrección de los muertos ha de ser verdad, porque si no lo fuera entonces Cristo no habría resucitado y todos los que lo vieron mentirían.

Curioso argumento y más viniendo de un hombre que antes de tener su revelación particular perseguía a los que habían visto a Cristo. Es decir, aparte del argumento circular y sin sentido, parece hablar de sí mismo de manera paradójica: «Si Cristo no hubiera resucitado, entonces yo, Pablo, tendría razón cuando perseguía los mentirosos que decían que había resucitado».

Y por vía negativa demuestra el hedonismo… puesto que, si no hay resurrección deberíamos aplicar el dicho «Comamos y bebamos que mañana moriremos». A mí me ha convencido… del hedonismo.

Distingue entre cuerpo animal y cuerpo espiritual.

Un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos trasformados.

Y una estupenda frase: «Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (Corintios 15:55-57) 

Por alguna razón anoté: «Temor y temblor» → Kierkegaard. Supongo que porque el delicioso libro de Kierkegaard tiene relación con esta Epístola.

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