Otro tono

Ayer decía que los confucianos creían en el ejemplo de los gobernantes. Puede parecer una teoría jerárquica a la manera de la «emulación jerárquica» que le gusta a Rajoy y que contrapone, citando textos de El Principito a la «envidia igualitaria».

También ayer hablaba con Aitor de esto y estábamos de acuerdo en que en este tipo de ideas y todas las que se basan en la genética se mezclan dos o tres gotas de verdad con una distorsión movida por ideas racistas y clasistas.

Pero lo que sí creo es que la manera de gobernar influye fuertemente en el comportamiento social y que un gobernante crispado como era Aznar da lugar a una país crispado como lo era España.

¿Lo era? ¿Lo es? ¿Lo será?

Quizá estamos en una luna de miel, pero mientras dure, espero disfrutar lo más posible. He padecido durante los últimos años esta crispación y si personalizo es porque he intentado oponerme a ella. Sin gran éxito, me temo.

Pero ahora soplan buenos vientos, al menos durante un tiempo. Se nota incluso en el comportamiento del PP.

Creo, sin embargo que la mayor dificultad para Zapatero no va a provenir de los rivales, sino de los suyos: querrán convencerle de que no haga una televisión neutral y de cosas peores, como Rodríguez Ibarra, que se postulaba como Ministro del Interior transitorio: «Saco de la cárcel a Galindo, amnistío a Vera y me vuelvo a mi tierra».

Muchos de los seguidores de Zapatero le pedirán que tome venganza. Espero que no lo haga. A menudo se dice que no nos merecemos a los políticos que tenemos. Sin duda era cierto respecto a Aznar (nadie se merece un político tan nefasto), pero quizá también sea cierto de Zapatero, aunque a la inversa. Creo que Zapatero es en general mejor que sus seguidores. No sé si lo seguirá siendo, pues como dice Agustín de Hipona, al hombre se le prueba en la fragua del poder».


[16 de marzo de 2004]

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