La causa de la guerra
“Causa” es una palabra muy grande, pero que se usa con mucha ligereza. Los escépticos griegos y David Hume mostraron que, desde el punto de vista metafísico o de la teoría del conocimiento, resulta imposible demostrar que una cosa sea la causa de otra. Eso no significa que pensaran que no existan causas, o que algo suceda por que sí. El propio Hume fue famoso durante su vida más como historiador que como filósofo, y en su Historia de Inglaterra descendió al mundo del sentido común y examinó las causas de los acontecimientos históricos.
Si adoptamos este punto de vista más mundano y renunciamos a descifrar lo que es una causa metafísica, es fácil advertir que en la guerra de Ucrania muchas personas y no pocos analistas, de los que esperábamos más claridad de ideas, emplean la palabra “causa” con una ligereza que les hace cómplices de la mentira y la desinformación, cuando no del engaño deliberado. Esos analistas nos dicen que la causa de la guerra entre Rusia y Ucrania es la revolución naranja de 2004 o el Euromaidán de 2013, o la discriminación hacia las provincias de población rusa, o las sanciones tras la anexión de Crimea, o las maniobras de la Unión Europea, o la invitación lejanísima y vaga de la OTAN a que Ucrania se integrase algún día en su estructura.
Sin embargo, considerar cualquiera de estas circunstancias como la causa de la guerra en Ucrania no se diferencia de la táctica de quienes justifican la guerra civil provocada por Francisco Franco recordando los errores y el desorden de la República española, o a los que, buscando mil y una causas, exculpan al fascismo, al estalinismo o al nazismo. Todas esas circunstancias se pueden examinar y los historiadores del futuro sin duda las examinarán como factores que influyeron en la verdadera causa de la guerra, pero ninguno de esos hechos ha conducido de manera inevitable a la guerra.
La causa de la guerra es tan obvia que resulta vergonzoso escuchar o leer a quienes recurren a todos esos eventos para ocultarla. Porque la causa de la guerra no es otra que la decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania a sangre y fuego y su disposición a provocar la muerte de miles de ucranios y rusos.
Las circunstancias que preceden a la decisión de Putin seguirían allí, en el pasado, si Putin hubiera decidido cualquier otra cosa, seguirían siendo el pasado de un futuro en el que todas las potencias hubieran llegado a un acuerdo, en otro en el que Ucrania hubiera solicitado unirse a la Federación Rusa, en otro en el que Rusia hubiera pedido ingresar en la Unión Europea y cualquier futuro mas o menos creíble o increíble. Por el contrario, la realidad en la que nos encontramos, este presente tan inverosímil pero tan real en el que Rusia ha invadido un país vecino, en este universo absurdo en el que nos ha tocado vivir, la única causa de la barbarie de Ucrania es la decisión de Putin de invadirla.
Mencionar circunstancias del pasado reciente o lejano puede ser útil para un historiador o un periodista que quiera entender qué llevó a Putin a tomar una decisión inmoral e injustificable. Como en su momento dijo Isaiah Berlin, en un contexto curiosamente similar a la actual, es necesario examinar y analizar todas las circunstancias que rodean un acontecimiento histórico, pero en ningún caso el conocer esas circunstancias implica justificar o considerar inevitable lo injustificable. Conocer no es justificar.
Muchos analistas y opinadores, en especial los que sé sitúan en los extremos ideológicos, recurren al examen supuestamente objetivo de una realidad «compleja» no para iluminar, sino para oscurecer. No tienen como objetivo el conocimiento o la descripción de la realidad, sino que tan solo buscan la justificación, disolviendo en mil y una causas la verdadera causa de esta guerra criminal: la orden de invadir Ucrania dictada por Vladimir Putin.