Tras las elecciones

Domingo por la noche en la Puerta del Sol de Madrid

El resultado de las recientes elecciones y el movimiento iniciado el 15 de mayo en la Puerta del Sol de Madrid y de otras ciudades españolas me lleva a hacer varias reflexiones, rompiendo con mi costumbre de evitar los asuntos políticos en esta página.

El movimiento del 15 M nos ha llenado a muchas personas de esperanza en un futuro político más razonable e interesante, pero la victoria absoluta y demoledora del Partido Popular nos hace temer por el futuro inmediato.

Las elecciones, especialmente en Valencia, han dejado claro que centrar la protesta contra los políticos no es del todo acertado, pues no se trata de unos cuantos políticos corruptos, sino que existe una mayoría social, o al menos electoral, que apoya a los suyos hagan lo que hagan. Eso hace las cosas más difíciles y hace temer que nos deslicemos hacia el berlusconismo italiano; es decir hacia un país en el que cada grupo apoya a los suyos, obtiene sus propios beneficios y ataca con fiereza a los demás, acusándolos de las mismas cosas que perdona a los de su bando.

Otro aspecto muy importante es la desmovilización de la izquierda y la tremenda movilización de la derecha. Desde hace ya bastantes años, la derecha ha aprendido las técnicas para llevar adelante sus ideas, tanto en Estados Unidos como en Europa, de manera metódica y organizada hasta el mínimo detalle, controlando todos los resortes que la sociedad democrática ofrece.

La izquierda, o una gran parte de ella, sin embargo, todavía está contaminada por una especie de desprecio hacia el proceso y los métodos democráticos que hace que no se implique en la trasformación de la sociedad mediante los mecanismos democráticos. Parece que por no poder tenerlo todo prefiere no tener nada y, de este modo, permite que sea la derecha la que configure la sociedad a su antojo.

Creo que esto es un gran error y que en este aspecto la izquierda debería aprender de la derecha, precisamente para evitar que la sociedad se derechice cada vez más. Intentaré explicar a qué me refiero.

Es evidente que muchas personas de derechas desearía que se tomaran medidas más radicales que las que toma el Partido Popular, pero cuando llegan las elecciones saben que la verdadera cuestión que se dirime no es si el PP va a tomar medidas ultraderechistas, derechistas, moderadamente derechistas o centristas, sino entre si votar a un partido de derechas o no hacerlo. Y sabe que si no vota por su partido lo que hará será favorecer a un partido de izquierdas que, evidentemente aplicará medidas mucho menos cercanas a su pensamiento derechista. Así que votan. Votan siempre, con una fidelidad asombrosa, constante, indestructible, siempre el 40 por cierto más o menos.

El voto de izquierda, sin embargo, cuando está descontento con su partido, ya sea el Psoe o Izquierda Unida, se plantea las elecciones como un castigo a ese partido o a esos políticos, o como un apartamiento de la vida política hasta que haya alguien que les entusiasme y arrebate de pasión, cosas que, como es obvio, raramente puede suceder. De este modo, la izquierda (que, según parece, es mayoritaria en España) pierde elecciones que debería ganar.

Yo creo que el pensamiento crítico, como el de la Puerta del Sol, y el cálculo razonable electoral son compatibles y que se puede avanzar en los dos sentidos, pero que permitir que gobierne el Partido Popular no ayudará ni a construir un país más progresista ni a incorporar las reivindicaciones más avanzadas y críticas, que yo comparto. En un momento de crisis, no sólo en España, sino en toda Europa, creo que hace falta reforzar la opción progresista y que mirar hacia otro lado en las elecciones y permitir que la derecha gobierne de manera tan arrolladora es un gravísimo error.

Como se dice en los métodos de aprendizaje: es un error no hacer nada por no poder hacerlo todo.

La crisis política, la corrupción, los beneficios de la banca y tantas otras cosas que deberían cambiar no se lograrán modificar mediante la inhibición ante las elecciones, sino todo lo contrario, mediante una mayor implicación. No todo en democracia consiste en votar, pero cuando no se vota por opciones progresistas (aunque no nos acaben de convencer), esa ausencia de voto no hace que se consigan más cosas, sino menos, cada vez menos. El abstencionismo de la izquierda está dejando Europa en manos de la derecha y permitiendo que se tomen medidas cada vez más reaccionarias. Si se quiere que los partidos de izquierda sean más sensibles y puedan llevar a cabo verdaderas reformas, primero hay que reforzarlos y no debilitarlos, porque eso hace que, precisamente, se plieguen con más facilidad a las exigencias de los poderes más reaccionarios. Sólo un apoyo popular masivo, traducido en votos, puede darles la posibilidad de enfrentarse a esos pensamiento económico y político inmovilista.

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ADVERTENCIA

Una de las razones por las que no escribo de política en la red es que el debate en internet suele deslizarse hacia el insulto, el desprecio o la opinión exaltada. Así que ya aviso desde aquí que borraré cualquier comentario que vaya en esa dirección. Creo que quien quiera gritar, insultar o farfullar sus odios puede encontrar suficientes páginas (o programas de televisión) donde hacerlo, pero yo considero una de mis obligaciones, al mantener un sitio público en la red, no fomentar ni alentar ese tipo de comportamiento y mostrar que se puede y se debe razonar y escuchar a los demás, incluso cuando estemos en completo desacuerdo con ellos. La indignación es un sentimiento a veces necesario, pero sin reflexión y sensatez se convierte en inútil y a menudo injusta. No es lo mismo una conversación privada en un café, que a veces puede llevar a una exaltación aceptable, que el mundo virtual y público de Internet

(Publicado el 24 de mayo de 2011 )

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POLÍTICA

Pericles

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