Sobre “Movimiento en el espejo” El doble duelo /2b […P4R]
Esta es la compleja interpretacion que hice en 1996 del segundo movimiento (o el el primer movimiento de las negras, si se prefiere) de la partida de ajedrez poético que mantuve con Marcos.
DANIEL JUGÓ:
1 …P4R
Puesto que, en cierto modo, se puede considerar que Marcos se iniciaba con este duelo en la poesía, o así al menos me lo parecía a mí, mientras que yo ya había chapoteado a menudo en la poesía (con no muy buena fortuna), adopté en mi respuesta el tono de un experto en la materia, que se ríe del novato al ver cómo se interna en las procelosas aguas del arte poético.
El tono de los dos primeros versos es de una insolencia evidente, aunque disimulada por los afeites de las diversas figuras conceptuales que se emplean.
En primer lugar, vamos con la entradilla o estrambote:
Un espejo mi movimiento
y también respuesta es
a tu insensato atrevimiento.
En los dos últimos versos del soneto anterior, Marcos se daba por fin a la vela, movido por los vientos. Al alejarse de la costa, decía que esperaba un reflejo. Por ello, en mi estrambote se hace referencia a ese reflejo solicitado, que es precisamente mi soneto de respuesta.
Pero también hay que entender que el movimiento con el que respondo en la partida de ajedrez (P4R) es un reflejo del suyo (P4R).
Por último, el reflejo se halla también en el acróstico o mensaje oculto.
En el soneto de Marcos, tomando la primera letra de cada verso y las dos primeras sílabas de los dos últimos, se podía leer “Esto es un reto: Marcos”.
En mi soneto se puede leer: “Mi respuesta: Daniel”, pero empezando por la primera letra del último verso y terminando con la primera sílaba de los versos antepenúltimo, penúltimo y último, con lo que es un reflejo al menos doble, puesto que no es sólo una respuesta (primer reflejo), sino que, como en un espejo, se lee al revés: en vez de arriba abajo, de abajo arriba.
El que ligero navegar pretende
ni a vientos contrarios confiado
darse a la vela debe ni osado
arte y ciencia presumir que entiende.
También quien al Helicón asciende
si a la décima musa no ha implorado
en jaque mortal e inesperado
un cetro verá cómo desciende
Pues el aviso alejandrino atiende:
sirenas, Circe y de Alcinoo el Estado,
el Hades, los cíclopes, son lo logrado;
regresar no, si esto se entiende:
Ítaca inicio es, no fin para el viajero;
matar al rey: causa, origen, sendero.
ANÁLISIS DEL PRIMER CUARTETO
“El que ligero navegar pretende
ni a vientos contrarios confiado
darse a la vela debe, ni osado
arte y ciencia presumir que entiende.”
Continúo aquí con el tema marino del primer soneto de Marcos (lo que es un nuevo reflejo). Algunas de mis expresiones tienen claras resonancias griegas: ligero navegar, vientos contrarios y darse a la vela son de tono homérico y preparan lo que vendrá más adelante.
“Arte y ciencia”, evidentemente, se refiere al arte poético y a la ciencia del ajedrez, que se mezclan y conjugan en este duelo. También buscaba una doble lectura, pensando que el ajedrez se suele considerar tanto arte como ciencia. Sin embargo, ahora ya no estoy tan seguro de que exista esa costumbre, que sería perfectamente razonable. Lo que se dice, eso seguro, es que el ajedrez “es demasiado juego para ser ciencia y demasiada ciencia para ser un juego”.
En conclusión, en este cuarteto, afirmo que Marcos no sabe ni de poesía ni de ajedrez, puesto que se da a la vela con vientos contrarios, es decir sin conocimiento suficiente del arte de navegar.
SEGUNDO CUARTETO
“También quien al Helicón asciende,
si a la décima Musa no ha implorado,
en jaque mortal e inesperado
un cetro verá cómo desciende”
El Helicón es el monte de las musas, así que hay que imaginar a Marcos ascendiendo por el monte para pedir la ayuda de las Musas y especialmente a las protectoras de la poesía, Calíope (épica), Erató (lírica) o incluso Polimnia (poesía sacra e himnos) o Terpsícore (poesía coral).
Pero también puede pedir la ayuda de otra musa: la décima musa. Las musas de la Antiguedad eran nueve, aunque en algunas variantes son menos. La décima es una incorporación tardía y no clásica: Casia o Caissa, la protectora del ajedrez.
El jaque mortal es naturalmente el jaque mate del ajedrez. El cetro que desciende el del rey vencido que cae sobre el tablero.
Creo que hice esta alusión ambigüa al cetro que desciende a propósito, pues podría haber escrito “su cetro verá como desciende” (y no “un cetro”).
Lo más probable es que estuviese pensando en la historia que cuenta Herodoto: el rey Creso de Lidia fue a preguntar al oráculo de Delfos si debía enfrentarse a los persas. La pitia de Apolo le dijo que “si entraba en guerra con los persas pondría fin a un gran imperio”. Creso quedó muy satisfecho y se enfrentó a los persas. Resultó que fue él quien salió derrotado, pero la predicción del oráculo se cumplió: el gran imperio destruido era el del propio Creso, Lidia.
TERCER CUARTETO Y TERCETO FINAL
“Pues este aviso alejandrino atiende:
sirenas, Circe y de Alcinoo el Estado,
el Hades, los cíclopes, son lo logrado;
regresar no, si esto se entiende:”
“Ítaca inicio es, no fin para el viajero,
matar al rey: causa, origen, sendero.”
Este cuarteto deja finalmente de lado la insolencia y el insulto y plantea un asunto que es un tópico clásico, cuyo origen no sé hasta dónde puede remontarse.
Es semejante al carpe diem (vive el día, el presente) o el rosa est in horto (la rosa está en el huerto…tómala ahora que todavía está fresca).
Se trata de la idea según la cual, más que el destino de nuestro viaje, lo que importa es el viaje mismo, el recorrido. Hay frases que lo ejemplifican como “Ojalá no encuentres nunca lo que deseas”.
Konstantino Kavafis es tal vez quien mejor ha expresado la idea en su poema “Ítaca”.
El último cuarteto de mi poema y los dos últimos versos hacen referencia precisamente a ese poema. Antes de continuar, vale la pena recordarlo:
ÍTACA
(Konstantino Kavafis, 1911)
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al colérico Posidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Posidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo,
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas
En la alusión a este poema en mi soneto, en primer lugar menciono al autor (“el aviso alejandrino atiende”), pues Kavafis nació en Alejandría, aunque era de origen griego. Aquí hay una pequeña duplicidad, pues el verso, según mi torpe entender de las reglas de la métrica, se puede considerar de once sílabas, y por tanto reglamentario en un soneto, pero también de catorce:
Pues el aviso alejandrino atiende
1 …2 .3 4 5 6. 78 9.10.11.12.13.14
Pues el aviso alejandrino atiende
1.. 2 .34 5 6.. 7. 8 ….9 10..11
Pues bien, los versos de catorce sílabas se llaman alejandrinos. Es decir, con ‘alejandrino’ se alude a Kavafis y al verso mismo en el que comienza el aviso.
Los personajes que son mencionados a continuación (sirenas, Circe, Alcinoo, el Hades, los cíclopes) son todos de la Odisea: las sirenas, que Ulises puede escuchar atándose al palo del barco y tapando con cera los oídos de sus marineros; la maga Circe, que retiene al héroe varios años, impidiéndole continuar su viaje a Ítaca; el misterioso reino de Alcinoo, en el que se desarrolla uno de los pasajes más amables y sugerentes de la Odisea; el Hades o infierno, al que desciende vivo Ulises y donde puede ver a antiguos compañeros que murieron en Troya; y los cíclopes, gigantes de un sólo ojo a cuya isla llega su barco, teniendo que emplear Ulises toda su astucia para escapar del temible Polifemo.
La conclusión es que todo eso, todas esas peripecias, como se dice en el poema de Kavafis, son lo que importa, y que lo de menos es cumplir el ansiado regreso a Ítaca.
En el penúltimo verso se recalca esta idea de manera clara:
“Ítaca inicio es, no fin para el viajero”,
Puesto que Ítaca es la meta del viaje pero también su origen, pues es el deseo de alcanzar su isla, lo que lleva a Ulises de un lado a otro, sin conformarse nunca con lo que tiene ni con lo que le ofrecen, por ejemplo, Circe y Calipso.
En el último verso
“matar al rey: causa, origen, sendero”,
se traslada esta idea al ajedrez, cuyo fin es matar al rey contrario, pero ese fin u objetivo es, al mismo tiempo, inicio o motivación para iniciar una nueva partida.
Y también ha de aplicarse todo esto a toda la aventura poética que supone el duelo iniciado entre Marcos y yo: perder o ganar es lo de menos, a pesar de que sea la razón de todo lo demás.
POr otra parte, volviendo a la idea de que este soneto es un reflejo del de Marcos, hay otra palabra oculta en ese último verso: si se toman las iniciales de las palabras del último verso se lee: “Marcos”:
Matar Al Rey: Causa, Origen, Sendero.
Así, la lectura completa del mensaje que he ocultado en el soneto y el estrambote es:
“Marcos: esta es mi respuesta, Daniel.”
Ya no hay más secretos ocultos, creo.
continuará…
[Publicado en 1996]
2018: acerca del viaje a Itaca, años después publiqué la página Nostoi (Los regresos), en la que recogí poemas relacionados con el regreso a Ítaca y con otros momentos del tema de Ulises, anteriores o posteriores al más célebre, el de Kavafis.
[Publicado en 1996]
AJEDREZ
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