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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

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Sócrates y los filósofos discutidores
Algunas opiones acerca de Tucídides y la guerra entre Esparta y Atenas
Sacro y profano CUADERNO DE VENECIA
¿Inventó Coca-Cola la felicidad?
El buenánimo de Demócrito y los peligros de la envidia
Es más fácil ver que escuchar
¿Ataca Tucídides a Pericles?
David Hume
Platón, ¿creador de la filosofía evasiva?

Mentosamente

Es cierto que el adverbio terminado en -mente supone un problema en español. Por una parte, parece injusto que se proscriba su uso o al menos se recomiende no usarlo, privándonos de un uso que tan hermoso puede ser en inglés, con el  -ly: tenderly, bravely,  como señalan Borges y Bioy, mientras que en español el -mente  adquiere más protagonismo sonoro, visual e incluso psicológico que la propia palabra: tiernamente, bravamente.

(2017)

2022

Recuerdo que me influyó mucho en su momento leer lo que decía Gabriel García Márquez acerca de evitar sea como sea los adverbios en -mente:

“La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.”

Según parece, no hay ni uno en su novela El amor en los tiempos del cólera.

Así que durante mucho tiempo intenté evitarlos. Todavía hoy reviso mis escritos intentando sustituirlos siempre que puedo. Pero también me he dado cuenta de que en muchas ocasiones es mejor emplearlos, y que su sustitución por otra fórmula puede ser muy artificiosa, además de que en algunos casos con el cambio se pierde cierto matiz que ofrece el adverbio en -mente. No recuerdo ahora ningún ejemplo de esto que digo, pero sé que he escrito algo sobre el asunto en algún lugar, y tal vez he escrito un texto paródico lleno de mentes, mientes, y -mentes. Improviso un ejemplo:

«…ascendió penosamente hasta la cima», por «…ascendió de forma penosa hasta la cima», o «ascendió con un esfuerzo penoso hasta la cima», o «…mediante un esfuerzo penoso ascendió hasta la cima».

Parece preferible penosamente, aunque es verdad que, al menos en este caso, se podría encontrar una mejor manera de decirlo, quizá con mas palabras o en dos frases, algo como: «Había llegado a lo más alto de la montaña, pero ¿había valido la pena el tremendo esfuerzo?». Tal vez, no estoy seguro.

Luis López Nieves señala que en La noche boca arriba de Cortázar hay 18 adverbios en -mente y en El Aleph de Borges ni más ni menos que 25. ¿Están mal empleados? Quizá algunos, pero no creo que todos, ni siquiera la mayor parte. De hecho, recuerdo que una de las expresiones más repetidas de Borges es «felizmente». Ahora mismo recuerdo vagamente (valga aquí el -mente) un elogio a Chesterton en el que decía algo como «Chesterton siempre tiene un afán proselitista. Felizmente, siempre fracasa». Este tipo de frases son estupendas y sin usar -mente pierden gran parte de su gracia. Como esta de El Aleph:

«Asentí, profusamente asentí.»

Por cierto, otra influencia de García Márquez fue lo que dijo acerca de que un escritor no debía precipitarse en publicar sino que debía hacerlo cuando ya supiera escribir. Yo, que a los 19 o 20 años ya había publicado tres libros y diez cuentos, puse el freno y pasé una larga travesía del desierto. De lo que me arrepiento, porque se aprende más del error y del fracaso que del silencio.


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