Los escépticos no son escépticos

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Paul Newman y Robert Redford ensus identidades ficticias

Un escéptico se caracteriza porque no se cree casi nada de lo que le cuentan. Por ejemplo, un espectador escéptico es aquel que no se cree que lo que ve en un teatro o en una película sea real. Él no ve a dos bandidos yankis enfrentándose al ejército boliviano, sino a Robert Redford y Paul Newman en una película llamada Dos hombres y un destino.

Lo curioso es que el espectador escéptico no aplica en este caso los consejos del escepticismo, al menos del escepticismo tal como lo entendían en Grecia y Roma: el escepticismo que recomienda Sexto Empirico, quien dice que, en la mayoría de las situaciones de la vida, el escéptico debe adoptar la epojé o suspensión del juicio.

Yo también considero muy recomendable la suspensión del juicio, no sólo en la discusión intelectual, sino especialmente en la contemplación artística: creo que el placer aumenta si uno está dispuesto a creer transitoriamente que está viendo a dos bandidos yankis a punto de morir en Bolivia. Y como la suspensión del juicio es un estado transitorio, también puede disfrutar después viendo a Robert Redford y Paul Newman fingiendo que son dos bandidos yankis a punto de morir en Bolivia.

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Butch Cassidy y Sundance Kyd en un descanso de su vida ficticia
circa 1943: Headshot image of American author Gertrude Stein. (Photo by American Stock/Getty Images)
Gertrude Stein (Photo by American Stock/Getty Images)

Es posible, incluso, que en ciertas ocasiones se puedan experimentar las dos cosas al mismo tiempo. Gertrude Stein hizo unos interesantísimos experimentos a principios del siglo XX acerca de la capacidad de desarrollar varias tareas intelectuales al mismo tiempo. Sería interesante investigar si también se puede sentir al mismo tiempo con la misma intensidad que algo es verdad y mentira.


[Publicado el 2 de noviembre de 2007]


 

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2 Comments

  • neuer

    Sí, eso es bastante cierto, aunque se puede distinguir entre dos tipos de escépticos, lo que yo llamo escépticos ingénuos y los escépticos propiamente dichos, que también tienen sus variantes.
    Pero, en relación con lo que dices (y con los escépticos ingénuos), se puede recordar algo que decía Destutt D’Arcy:

    «Frotad la epidermis de un escéptico y casi siempre encontraréis debajo los nervios doloridos de un sentimental.»

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