La venganza de Alcmeón

Un mito recuperado por Carlos García Gual

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«Hay en esta saga un objeto muy singular de extraña fuerza mágica, que ejerce un papel determinante en el destino de los héroes. Se trata de un collar, un collar de oro que pasa de unas manos a otras dejando un rastro sanguinolento… Acaso el collar simboliza cierta fatalidad que flota en la atmósfera del relato mítico. Objeto del deseo femenino, el collar resulta ser el motivo de dos actuaciones mortíferas».
   Carlos García Gual, La venganza de Alcmeón


Al norte de la región del Ática,  cuya capital es Atenas, se extiende  Beocia, que tiene como ciudad principal Tebas, una de las polis griegas más importante de la época clásica, en permanente rivalidad con Atenas. Sin embargo, ya antes, en plena edad micénica, Tebas era muy conocida. Varios mitos célebres transcurren en esta ciudad, como su fundación por el misterioso Cadmo, llegado desde Fenicia y que guarda una interesante relación con Egipto; el nacimiento de Dionisos y los crímenes de las bacantes enloquecidas, o la historia de Edipo, el hombre más sabio y más desgraciado, que desveló el enigma de la Esfinge pero no pudo comprender su propio enigma.

Siete contra Tebas
Capaneo, uno de los Siete, escala las murallas de Tebas («Seven against Thebes Getty Villa 92.AE.86» by English: Caivano Painter )

 Dentro del ciclo mitológico tebano existe un acontecimiento interesantísimo, el asedio a la ciudad por una alianza liderada por siete guerreros, número que coincidía con las siete puertas de la ciudad. La guerra, organizada por el rey Adrasto de Argos, tenía como objetivo restituir en el trono de Tebas a Polinices, que había sido desterrado por su hermano Eteocles, quien debía compartir el poder tras el exilio del padre de ambos, Edipo. La expedición fracasó y los argivos y sus aliados fueron vencidos, pero tiempo después los hijos de aquellos guerreros, los llamados Epígonos, regresaron y esta vez conquistaron la ciudad. Se supone que aquello sucedió poco antes de la guerra de Troya y que esa pudo ser la razón por la que Tebas no participó en el conflicto inmortalizado por Homero en su Ilíada. Pero existe un tercer ciclo tebano, menos conocido que los de Edipo, los Siete contra Tebas o los Epígonos, que es el de Alcmeón, un personaje que no era tebano, pero que entretejió su destino con la célebre ciudad beocia.

Carlos García Gual ha dedicado un delicioso libro y una intensa investigación a recuperar este mito olvidado.

El mito es verdaderamente enrevesado, pero García Gual va guiando al lector poco a poco, desentramando la historia, uniendo hilos que un lector poco avisado no percibiría y descubriendo la riqueza de una leyenda que en la antigüedad fue tan celebrada como las de Edipo, Orestes o Medea, pero que, por diversos accidentes históricos, ha llegado a nosotros muy maltrecha y fragmentaria. Aquí solo me referiré a los detalles principales, dejando a los lectores el placer de sumergirse en toda su riqueza leyendo La venganza de Alcmeón.

Grecia mitica
Beocia (en amarillo), región de Tebas; el Ática (en naranja), región de Atenas, y la Argólida (en verde) con su capital Argos, de donde partieron las dos expediciones contra Tebas.

El collar de Harmonía

Todo comienza poco después de la fundación de la ciudad de Tebas, llamada entonces Cadmea por su fundador, Cadmo, un extranjero hijo del rey fenicio Agénor y sobrino del rey egipcio Belo, que parte en busca de su hermana Europa, que ha sido raptada por Zeus. Se trata, como es obvio, de un mito lleno de referencias geográficas, que parece recordar el origen o la expansión de diversos pueblos en el Mediterráneo.

Cadmo llega a la región de Beocia y tras matar a un dragón consagrado al dios de la guerra Ares, se casa con Harmonía, hija adulterina de Ares con Afrodita. Los dioses asisten a las bodas y ofrecen diversos regalos. Los padres de la novia, Ares y Afrodita, le regalan un collar fabricado por el dios herrero Hefesto, por lo que se sospecha que ya entonces el collar estaba maldito, pues quizá de este modo Hefesto quiso vengar el adulterio de su esposa con el dios de la guerra.  Se trate o no de un regalo maldito, conducirá a la perdición a todos los que lo deseen o posean.

Las bodas de Cadmo y Harmonía en un mosaico descubierto en 1986 en las ruinas romanas de La Malena, en Azuara (Zaragoza). Los dioses, presididos por Zeus, rodean a los novios.
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Detalle del mosaico de La Malena. No soy capaz de distinguir el collar de Harmonía, la novia. Eso puede deberse a distintas razones: quizá el collar sea esa pieza verde esmeralda que parece llevar en su regazo, o tal vez el collar se ha borrado o fue robado debido a que las piezas del mosaico eran especiales (¿doradas o de oro?), pues mientras que las otras diosas llevan collares muy reconocibles, el cuello de Harmonía parece especialmente dañado. También podría ser que la diosa situada a la izquierda sostuviera el peplo y el collar que los dioses regalaron a Harmonía, y que también se haya perdido esa parte del mosaico.

No estoy muy seguro de si las desventuras del propio Cadmo tienen relación con el collar, pero lo cierto es que  todos los reyes de Tebas que descienden de Cadmo y Harmonía mueren de manera trágica o parten al exilio. Cadmo y Harmonía son los primeros en exiliarse. El sobrino de Cadmo y su heredero, Penteo, muere desgarrado por su madre y sus tías, que cumplen así una venganza del dios Dionisos.

Aunque la cronología de los reyes de Tebas es confusa, Polidoro, hijo de Cadmo, parece heredar el trono. El hijo de Polidoro, Lábdaco también será rey de Tebas y morirá a manos de bacantes enfurecidas. Muchos sitúan aquí el verdadero origen de la maldición, que habría sido causada por la negativa de Lábdaco a aprobar los cultos a Dionisos.

El hijo de Lábdaco,  Layo, muere a manos de su propio hijo, Edipo, quien cede el trono a sus hijos Eteocles y Polinices, pero antes también los maldice. Cuando Eteocles se niega a compartir el trono, Polinices parte al exilio y se refugia en la corte de Adrasto de Argos. Es aquí cuando comienza el ciclo que culminará en la historia de Alcmeón, porque Polinices se lleva consigo el collar de Harmonía.

Edipo maldice a su hijo POlinices en presncia de sus hijas
Edipo maldice a su hijo Polinices en presencia de sus hijas Antígona e Ismene (Marcel Baschet)
Casa real de Tebas
Genealogía de Cadmo y algunos de sus descendientes, en especial los relacionados con el collar de Harmonía: Cadmo, Harmonía, Polidoro, Lábdaco, Layo, Yocasta, Edipo, Eteocles y Polinices, y Tersandro.

 


 

El collar de Erifila (que antes fue de Harmonía)

Cuando el exiliado Polinices llega a Argos con el collar de Harmonía, la joya se desvía desde las manos de la familia real tebana a la de los reyes de Argos. Nos encontramos entonces con otro ciclo, que tiene su origen en uno de los personajes más interesantes de la mitología, el adivino Melampo, pero aquí tan solo señalaré que en Argos también existía un conflicto entre Adrasto y Anfiarao.

Tras diversas peripecias, Adrasto y Anfiarao han logrado hacer las paces gracias a que Anfiarao se ha casado con Erifila, hermana de Adrasto. A riesgo de que el lector pierda la pista Antes de esta boda, Anfiarao había matado a un tercer hermano de Adrasto y Erifila, llamado Prónax, primo del propio Anfiarao. Como se ve, en la Grecia mítica no hay nada más peligroso que tener familia, como bien señala Gual en el capítulo «Los peligros de las bodas y los parientes políticos». Sea como sea, el pacto entre Adrasto y Anfiarao establece una condición: siempre que haya una disputa entre ambos, Erifila, hermana de primero y esposa del segundo, será quien decida lo que debe hacerse.

POlinices entrega a Erifila el colalr de Harmoníoa
Polinices entrega a Erifila el collar de Harmonía. Supongo que una de las razones para sumar a Anfiarao a la expedición pudo ser que, en ausencia de Adrasto, podría tener la tentación de hacerse con todo el poder en Argos y acabar con la monarquía dual.

Y aquí es donde se juntan las dos historias, la del exiliado tebano Polinices y la de Adrasto  y Anfiarao, reyes de Argos.

Adrasto casa a su hija Argía con Polinices y se compromete a ayudarle a recuperar el trono de Tebas. Para ello organiza un ejército formado por siete caudillos: Adrasto, Capaneo, Tideo, Hipomedonte, Partenopeo, Polinices y Anfiarao. Sin embargo, Anfiarao, que ha heredado las dotes de adivino de su antepasado Melampo, sabe que morirá si acude a la expedición contra Tebas. Es entonces cuando Polinices decide recurrir al collar de Harmonía, que regala a la esposa de Anfiarao, Erifila. A cambio le pide que convenza a su esposo para unirse al ejército que asediará Tebas.

Erifila, haciendo valer el pacto entre Adrasto y Anfiarao que le concedía a ella el poder de decidir en sus disputas, obliga a su esposo a partir al combate. Antes de dirigirse a lo que sabe que será una muerte segura, Anfiarao hace prometer a su hijo Alcmeón que algún día tomará venganza.


Es muy posible que aquí se represente la partida de Anfiarao hacia Tebas
Se cree que en esta plancha se representa la partida de Anfiarao hacia Tebas. Su esposa Erifila, que lo despide, lleva sobre sus hombros al niño Alcmeón.

La venganza de Alcmeón

Sacrificio de los siete cauJuramento de los Siete contra Tebas, entre ellos POlinices y Anfiarao.d
Juramento de los Siete contra Tebas ante un caballo sacrificado. Entre ellos están Adrasto, Polinices y Anfiarao. La escena rrcuerda inevitablemente el célebre Ashvameda o sacrificio del caballo que aparece en los textos de la India védica. También en China era costumbre sacrificar caballos, lo que ha hecho sospechar de influencias indoeuropeas.

Tal como había previsto, Anfiarao muere ante Tebas, aunque su muerte es más honrosa que la de sus compañeros: al ver que el héroe no podrá escapar de uno de sus enemigos, Zeus abre la tierra «para acogerlo en el mundo de los muertos», desde donde seguirá ofreciendo sus predicciones a todo el que lo visite.

Muerte de Eteocles y Polinices
Muerte de Eteocles y Polinices

Tebas, pues, resiste el asedio y todos los capitanes del ejército atacante mueren, a excepción de Adrasto, lo que nos podría hacer sospechar que toda la guerra es una conspiración entre Adrasto y su hermana Erifila, ya sea para vengar la muerte de su padre Tálao o la de su hermano Prónax, ya para librarse de un nada fiable pariente, aunque lo cierto es que no he encontrado ningún indicio claro que señale en esa dirección. En cualquier caso, en el combate no solo muere Polinices, sino también su hermano Eteocles, pues ambos se enfrentan y se matan en combate singular.

Esta es la primera parte de la maldición. La segunda tiene como protagonista a Alcmeón y tiene lugar cuando Adrasto organiza una nueva expedición para poner en el trono de Tebas a Tersandro, el hijo de Polinices. En esta ocasión, Tersandro ofrece a Erifila otro regalo que los dioses hicieron a Harmonía en su boda, un peplo o vestido maravilloso, para que convenza a su propio hijo para acudir al nuevo asedio.

Erifila convence a Alcmeón, que marcha junto a los hijos de los héroes que perecieron ante Tebas y el propio rey Adrasto. De este segundo combate ante los muros de Tebas no tenemos un equivalente a la Ilíada homérica, lo que es una pena. En esta ocasión, por parte de los atacantes muere tan solo Egialeo, hijo de Adrasto. El héroe Diomedes, que participa en el asesio y conquista de Tebas, dice en la Ilíada, ante los reproches del anciano Néstor, que su generación no tiene nada que envidiar a sus padres, pues fueron los epígonos quienes lograron derribar los muros de la altiva Tebas tras el fracaso de la primera expedición.

Alcmeón regresa entonces a la Argólide, quizá tras pasar por Delfos y recibir el beneplácito de Apolo para vengar la muerte de su padre Anfiarao, y mata a su madre Erifila. Los mandatos de los dioses son caprichosos y a menudo paradójicos. Por una parte un hijo debe vengar la muerte de un padre o de un hermano, pero, si lo hace, será castigado y torturado por las temibles Erinías. Es algo semejante a aquella medalla del Imperio Austrohúngaro, la Orden de María Teresa, que se concedía a quienes habían ganado una batalla desobedeciendo las órdenes de sus superiores: eso sí, si no ganaban la batalla eran condenados a muerte. En el caso de Alcmeón, si obedece al mandato de Apolo y de la sangre, será castigado por impiedad filial pues mata a su madre. Si no la mata, se expone al castigo por infidelidad filial, pues no habrá cumplido el juramento dado a su padre. Este era un tema que gustaba mucho a los mitógrafos griegos: hay que vengar la impiedad filial pero al mismo tiempo el hacerlo es una impiedad filial.

De todos modos, Alcmeón venga a su padre al matar a su madre, pero esta, Erifila, no ha matado o sido cómplice de la muerte de un familiar, sino tan solo de la de su marido Anfiarao. Gual incluso apunta la inquietante posibilidad de que Erifila  no creyese en las predicciones de su esposo, del mismo modo que los troyanos no creían en las de Casandra o Laocoonte, y que, en consecuencia, no pensara que estaba enviando a Anfiarao a una muerte cierta.


El collar de Calírroe (que antes fue de Erifila y antes de Harmonía)

Alcmeón atormentado por las Erinías
Alcmeón atormentado por las Erinías

Perseguido por las Erinías, temibles diosas que atormentan a quienes han matado a un pariente, Alcmeón parte al exilio buscando la purificación. En la Psófide se casa con la hija del rey Fegeo, a la que algunos llaman Alfesibea y otros Arsínoe. Alcmeón regala a su esposa el collar maldito, pero se ve obligado por las Erinías a seguir huyendo, hasta llegar a una tierra junto a la desembocadura del río Aqueloo. Allí se casa con Calírroe, la hija de Aqueloo y tiene dos hijos, además de lograr la ansiada purificación. Sin embargo, ahora es Calírroe quien desea el collar, así que Alcmeón regresa a la corte de Fegeo a buscarlo, pero allí es asesinado por el rey. Es aquí donde tiene lugar el curioso episodio que tiene por protagonista a Alfesibea, la anterior esposa de Alcmeón, quien se niega a colaborar con su familia pero que posiblemente colabora en la que los hijos de Calírroe llevan a cabo contra su propio padre y hermanos. Es, como señala Gual en el capítulo que dedica a este personaje, un curioso ejemplo de la ruptura de la fidelidad familiar a causa de una fuerza más poderosa, el amor. En palabras de Propercio: «Alfesibea vengó a su esposo en sus hermanos; el amor rompió los lazos de la misma sangre».

Yo encuentro en este desenlace, una de esas simetrías que nos complacen, como dice Gual, en este caso una simetría inversa, pues el mito comienza con la muerte de un hermano o un padre (los de Erifila), continúa con la colaboración en la muerte de un esposo y un hijo (Anfiarao y Alcmeón). Y quizá termina, al menos según alguna de las versiones, en la venganza que lleva a cabo Alfesibea por la muerte de un esposo (Alcmeón), venganza que ahora cae sobre los hermanos y el padre (Fegeo y sus hijos). Pero debo admitir que mi interpretación del acto de Erifila como motivado por la venganza y no por la codicia no tiene sustento en los textos, y no recuerdo que Gual lo sugiera, al menos de manera explícita.

Este es un brevísimo resumen de la minuciosa investigación de Carlos García Gual, llena de detalles sugerentes, que nos permiten darnos cuenta de la riqueza que encerraba este mito y sentir pena por todos los testimonios que se han perdido y que se enumeran en uno de los primeros capítulos. Al parecer, Esquilo y Sófocles escribieron sendos Epígonos, y Eurípides varias obras con Almeón como protagonista, un Anfiarao, un Alcmeón y tal vez una Erifila de Sófocles, aparte de las obras perdidas de otros muchos dramaturgos. Menciona también Gual un poema de Estesícoro dedicado a Erifila, del que se han recuperado recientemente algunos versos, que me gustaría leer, teniendo en cuenta el buen trato que este poeta dio a Helena, en contra de la opinión casi general.

A partir de todos los fragmentos dispersos, Carlos García Gual reconstruye este mito injustamente olvidado, que está lleno de matices que aquí no he podido mencionar, como el análisis de la fatalidad o libertad de los actos del héroe trágico que es Alcmeón, pero también de los otros personajes principales, como Erifila, Alfesibea o Anfiarao, y esa oportuna reflexión acerca de «los peligros de las bodas y de los parientes políticos».


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La venganza de Alcmeón. Un mito olvidado
Carlos García Gual

Fondo de Cultura Económica
México, 2014


NOTAS

En Zinedine Zidane y la tragedia griega he contado la muerte del héroe Tideo, que pierde la inmortalidad precisamente por la intervención de Anfiarao.

Al leer el repaso a todos los textos perdidos que nos ofrece García Gual, es inevitable pensar que en los dos asedios de Tebas se concentra un momento fundamental de la época micénica, un fin de época que quizá tenga una relación más estrecha de lo que se cree con la posterior caída de Troya. Espero ocuparme de ello en alguna ocasión en Homéricas.


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