La originalidad

Me gusta tener ideas que nadie ha tenido antes. Alguna vez he pensado que habría que cambiar la frase “Nada nuevo bajo el sol” y decir “Todo nuevo bajo el sol”. Empezando por el propio sol que, como decía Heráclito, nace de nuevo cada día.

Aristóteles le cuenta a Alejandro ideas que le ha contado Platón. (2022)

Tengo que reconocer que es cierto que hay muchas razones para afirmar que todo lo que podamos pensar ya ha sido pensado antes. Recuerdo ahora tres:

1.- “Lo que no es tradición, es plagio”

Esta frase la decía, creo, un escritor catalán, tal vez Eugenio D’Ors. Expresa de una manera indirecta pero firme la idea de que no es posible la novedad. O nos movemos en la corriente de la tradición o plagiamos.

2.- “Cualquier idea, por loca que sea, ha sido pensada por algún filósofo”.

Esto lo decía Aristóteles. Si uno de los primeros filósofos de la historia ya pensaba que todo había sido pensado, ¿qué podemos pensar nosotros 2300 años después?

3.- “Creer que somos originales es sólo ignorar hasta qué punto somos ignorantes”

Esta frase no sé quien la dice. Lo cierto es que, palabra por palabra, creo que no la ha dicho nadie, pero quizá eso sólo sea la confirmación de la frase y la medida de mi propia ignorancia. Se haya dicho o no, hay frases equivalentes que ahora no consigo recordar. Sea como sea, el concepto es claro: cuando creemos que se nos ha ocurrido algo que nadie había pensado antes, en realidad sucede que ignoramos que la idea ya fue pensada antes de que nosotros lo hiciéramos.

Platón le cuenta a Aristóteles cosas que le ha contado Sócrates (2022)

La conclusión de estas tres frases es bastante pesimista para el que se las quiera dar de original, pues pasará (como poco) por plagiario e ignorante.

Sin embargo, podría dar unas cuantas razones, varias decenas de razones, para defender la posibilidad de ser original, pero me conformaré con una, la más sencilla. Como suele suceder con las cosas simples, a muchos les parecerá la más estúpida.

Supongamos que a Aristóteles se le ocurre la siguiente idea:

“Para averiguar qué es la prudencia, lo mejor es observar cómo son aquellas personas a las que llamamos prudentes”.

Es decir, para definir un concepto general o abstracto, debemos examinar los ejemplos particulares a los que se aplica dicho concepto.

Pues bien, Aristóteles y nosotros sabemos que alguien debe haber pensado eso antes que él. Supongamos que lo pensó Demócrito.

Pero Demócrito sabe (o al menos lo sabemos nosotros) que alguien lo pensó antes que él.

Supongamos que lo pensó Epiménides el cretense, que es uno de los sabios legendarios de Grecia.

Y antes que Epiménides, quizá lo pensó el mítico Dédalo, el constructor del laberinto cretense.

Como no quiero fatigar al lector, dejo a su imaginación el continuar la serie de pensadores que pensaron eso que pensó Aristóteles antes de que lo pensara él.

Se supone que, al final, llegaríamos a un primer pensador antes del cual no había nadie. Por ejemplo, Adán,   o Eva, o algún tipo de eslabón perdido entre el hombre y las amebas.

 

Sócrates cuenta a sus amigos cosas que le ha contado Anaxágoras (2022)

Pero quizá haya entre los lectores un biólogo que no se conforma con quedarse en las amebas. ¿Por qué no seguir? Nuestro lector biólogo puede pensar que la idea de Aristóteles también puede ser traducida a fenómenos biológicos, como la filogenia (historia de la especie) y la ontogenia (la historia del individuo). Es decir: para saber cómo ha evolucionado la especie debemos examinar el desarrollo del individuo desde su concepción hasta su nacimiento. Es lo mismo que lo de la prudencia y el prudente, ¿no?

Aunque los lectores no biólogos piensen que esta es una teoría demasiado loca para ser real, se equivocan (y acierta de nuevo Aristóteles). Hay biólogos que la han defendido. Se llama: “Cómo la ontogenia recapitula la filogenia”.

Epiménides, acusado de mentiroso en la antigüedad, ¿aprendió de alguien sus mentiras? ¿O quizá eran verdades? (2022)

Bien, ya estamos en fenómenos biológicos elementales relacionados con células y ADN, pero es posible que también haya lectores especializados en física. Quizá alguno de ellos encuentra un paralelo a la ideade Aristóteles. Recordemos que la idea era que para conocer la prudencia hemos de examinar a los prudentes). Este físico puede hallar una relación conceptual semejante con los elementos individuales y las leyes de la naturaleza. Así, los gravitones y la gravedad, o los electrones y las fuerzas electromagnéticas.

Pero, aunque retrocedamos hasta el origen del Universo y encontremos un paralelo de los prudentes y de la prudencia en los tiempos del Big Bang, acabaremos llegando a algún momento en el que algo fue pensado por vez primera, a no ser que el universo sea infinito en el tiempo y no haya tenido inicio, claro.

En fin, espero que, aunque sea por agotamiento y reducción al absurdo, el lector se haya convencido de que quizá hoy en día ya no es posible ser original, pero que, al menos, ha habido un momento en el que sí fue posible.

Mi opinión personal, sin embargo, es mucho más radical y extremista. Ya dije al principio que frente a la frase “Nada nuevo bajo el sol”, yo prefiero “Todo nuevo bajo el sol”. Leibniz estaba de acuerdo conmigo y decía que no existían dos hojas iguales. Yo añado que es cierto porque, si hubiese dos hojas exactamente iguales, entonces serían la misma hoja: para ser iguales incluso tendrían que ocupar el mismo espacio y el mismo tiempo.

Así que, posiblemente, toda idea tiene algo de original.

Ahora bien, si todo es original, entonces decir que algo es original ya no tiene sentido. Todo es, simplemente.

Para evitar que el concepto de originalidad desaparezca, podemos llegar a un compromiso y hablar de grados de originalidad: hay ideas que resultan más semejantes entre sí que otras, al igual que hay rostros semejantes. Del mismo modo que al ver un rostro podemos confundirlo con el de un amigo, al escuchar una idea podemos confundirla con otra que ya conocíamos, o nos puede sonar, como nos suena la cara de un desconocido.


2022

En un comentario dije:

«Escrito probablemente en 2000 o 2001. Iba a ser algo así como la introducción a Que nada se crea«.

Que nada se crea es un cuento o un ensayo ficticio que se incluye en mi libro Recuerdos de la era analógica, por lo que digo en el texto no se debe tomar como opinión personal, aunque algo de opinión personal también hay en él.

(Escrito en agosto de 2000)

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