La muerte natural y Joseph Glanwill

Se supone que una de las ventajas de la llamada «muerte natural» es que las fuerzas y las ganas de vivir se te van escapando a medida que avanza la agonía. Terminas agradeciendo la llegada del fatal desenlace.

«El hombre no se entrega a los ángeles
ni cede por entero a la muerte
si no es por la flaqueza
de su débil voluntad».
Joseph Glanwill

(Ocurrencias de un enfermo, 1996)


En 2020:

La cita final de Joseph Glanwill la escribí de memoria entonces, pues la había memorizado muchos años atrás. Sabía entonces muy poco de Glanwill y sin duda encontré esa curiosa reflexión en un cuento de Edgar Allan Poe, Ligeia o Un descenso al Maelstrom, en los que inserta citas de Glanwill. He sabido ahora que se trata de falsas atribuciones y que la cita, en consecuencia, la inventó el propio Poe, o al menos nadie la ha podido encontrar en las obras de Glanwill, a pesar del estilo arcaizante que empleó Poe, añadiendo varios -eth a los finales de palabra:

«And the will therein lieth, which dieth not. Who knoweth the mysteries of the will, with its vigor? For God is but a great will pervading all things by nature of its intentness, Man doth not yield himself to the angels, nor unto death utterly, save only through the weakness of his feeble will».

La cita, o al menos la parte final, también aparece en Diario de un demonio de las drogas, el libro de la Bestia 666, Aleister Crowley, que o bien encontró la cita o bien se dejó engañar por Poe, como yo mismo.

Aunque la cita sea falsa, Joseph Glanwill es un personaje muy interesante. Nació en 1636 y su voluntad flaqueó en 1680, entregándose a los ángeles.

La vida y la obra de Joseph Glanwill se movió entre dos extremos. Se lo considera el mejor defensor de la ciencia moderna, que estaba naciendo en esa época, y dijo cosas tan asombrosas como:

«Conversar a distancia con las Indias (América) por medio de ciertas transmisiones que lo favorecerán (sympathetic conveyances) resultará tan natural en el futuro como lo es ahora la correspondencia literaria».

Escribió Scepcis científica o La vanidad de dogmatizar, libro al parecer curiosísimo en el que atacaba el escolasticismo y la persecución religiosa y defendía la libertad de pensamiento, la tolerancia religiosa y el método científico. También defendió el uso de un lenguaje sencillo y claro. Pero, a pesar de que se consideraba escéptico en filosofía, Glanwill creía firmemente en la brujería y pensaba que se debía investigar por método empíricos.

La bruja de Endor en Saduceismo triunfante

Creyó en la brujería cuando muchas personas empezaban a abandonar esa superstición. Es un ejemplo más de esa curiosa mezcla de sensatez y fanatismo que encontramos en otros primeros científicos, como Newton, que dedicó tantos esfuerzos a encontrar un código secreto en la Biblia mientras lograba descifrar o establecer las leyes de un libro mucho más inmenso, el de la naturaleza.

Las investigaciones de Glanwill y su libro Saduceismo triunfante influyeron en la persecución y los juicios a brujas.


[Escrito en 1996. Publicado en 2020, durante el coronavirus. Las imágenes no estaban en el cuaderno original]

Ocurrencias de un enfermo

 

 

One Comment

  • Manuel Cabedo

    Lo de Newton es sumamente interesante. No sólo escudriñó la Biblia para encontrar informaciones secretas. También estudió -y practicó- la alquimia. Pero consiguió la gloria deduciendo la ecuación de la gravedad y los tres pricipios fundamentales de la dinámica. Newton debía tener una mente dual. Por lo demás era -según parece- una persona de caracter ruin y envidioso, mateniendo una estúpida rivalidad con Leibnitz con respecto al desarrollo del cálculo, aunque fue la notación de éste último la que prevaleció. Quizá, en definitiva, todos tenemos un lado oscuro, incluso los genios.
    Un saludo, Daniel. No sabes cuánto envidio tu inteligencia y la vastedad de tu cultura. Pero tuviste buenos maestros. No sólamente tu padre, sino también nuestro común amigo José Luis Velasco.
    Manuel Cabedo, todavía vivo a mis 84 recién cumplidos.

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