Esto no es una página web

A muchos, el título de esta entrada les sonará a paradoja. Otra paradoja al estilo de aquel ensayo que tanta polémica causó en su primera edición: Por qué el mundo digital no es digital.

Es posible que los lectores también recuerden el célebre cuadro de Magritte «Ceci n’est pas une pipe» («Esto no es una pipa»).

Entonces, ¿se trata de una nueva paradoja, ante la que debemos sonreír con suficiencia y un poco de fatiga?

Yo creo que no.

A mí me gustan todo tipo de paradojas, pero mis preferidas no son las paradojas locas, aquellas que tan sólo plantean cosas imposibles o absurdas. A menudo son muy divertidas, pero no son las que más me gustan.

Las que me gustan tampoco son aquellas que no ofrecen ninguna salida posible, al estilo de los koans del zen, frases que el pobre novicio se mata por desentrañar hasta que de pronto, en mitad del esfuerzo y tal vez ayudado por un bastonazo de su maestro, alcanza el satori o iluminación.

Un koan

Cuando encontréis a un maestro en la calle, no le saludéis con palabras ni sin ellas. ¿Cómo debéis saludarlo?

Me pregunto lo siguiente: puesto que hoy en día todo el mundo que se interesa por el zen sabe que un koan no tiene sentido, el aprendiz zen que vaya a un monasterio y al que le dicen un koan, ¿para qué se va a tomar el esfuerzo de desentrañarlo?

No, tampoco son esas mis favoritas.

Una antología de koans acaba resultando casi siempre aburrida. Tienen gracia cuando el contexto es interesante, pero en sí mismos, los koans no resultan interesantes, precisamente porque carecen de sentido. Si hallamos un sentido interesante a un koan, entonces habremos encontrado algo que su autor no quería que encontrásemos.

O bien, encontrándole o no sentido, habremos experimentado algún tipo de iluminación o revelación, satori o como queramos llamarlo, lo cual puede estar muy bien, y además se supone que es la intención original de un koan. Pero ahora no estamos buscando esa revelación, sino hablando de paradojas.

Volviendo a las paradojas y a los diferentes tipos de paradojas, ¿cuáles son las paradojas que más me gustan?Un koan: "Cuando encontréis a un maestro en la calle, no le saludéis con palabras ni sin ellas.¿cómo debéis tratarlo? Me pregunto lo siguiente: puesto que hoy en día todo el mundo que se interesa por el zen sabe que un koan no tiene sentido, el aprendiz zen que vaya a un monasterio y le digan un koan, ¿para qué se va a tomar el esfuerzo de desentrañarlo?

Son las que expresan o revelan de alguna manera algo muy cierto o algo muy falso. Algo que no resulta tan evidente como parecía a primera vista, o que muestran una relación entre dos cosas que parecían lejanas, o que revelan una diferencia entre dos cosas que parecían casi iguales.

Para Borges, no existe ningún escritor con más encanto que Wilde: «Lo fue en el diálogo casual, en la amistad, lo fue en los años de dicha y en los años adversos. Sigue siéndolo en cada línea que ha trazado su pluma» [Oscar Wilde (1854-1900). Irish playwright and writer born in Dublin (Ireland). In 1882. (Photo by Napoleon Sarony/adoc-photos/Corbis via Getty Images]

Una buena manera de definir este tipo de expresiones paradójicas es la que emplea Borges para referirse al paradójico Oscar Wilde:

“Leyendo y releyendo, a lo largo de los años, a Wilde, noto un hecho que sus panegiristas no parecen haber sospechado siquiera: el hecho comprobable y experimental de que Wilde, casi siempre, tiene razón»

Habrá quien se tome, de nuevo, la opinión de Borges como una expresión paradójica e ingeniosa, es decir, como un comentario acerca de Oscar Wilde escrito al estilo de Oscar Wilde.

Esa es una de las bellezas del comentario de Borges, sin duda, pero su principal belleza es que lo que dice es cierto: Wilde solía tener razón.

Wilde, al contrario de lo que piensa mucha gente, no sólo era un escritor delicioso y encantador, sino que, además, era uno de los pensadores más rigurosos y profundos de su época. Lo que pasa es que a menudo la profundidad y la seriedad se confunden con el aburrimiento.

Oscar Wilde, rodeado de revolucionarios y conservadores furibundos y dogmáticos, escribió uno de los mejores libros de política de su época: El alma del hombre bajo el socialismo, que todavía en los años setenta causaba escándalo en las filas de la izquierda reaccionaria, que son casi tan numerosas como las de la derecha reaccionaria (y esta no es una observación paradójica, sino sólo descriptiva).

Wilde, en definitiva, es uno de los autores más sensatos. A menudo, cuando nos reímos con una de sus ingeniosidades, debemos detenernos un momento y darnos cuenta de si la gracia está en el contenido aparentemente extravagante o en su escandalosa sensatez.

Lo mismo sucede con la mayoría de las paradojas de Chesterton, a quien cito tan abundantemente que, por una vez, me privaré de hacerlo.

En cuanto a la paradoja de Magritte y la pipa, su sentido más evidente es muy simple. Además de simple, es interesante: una pipa dibujada no es una pipa. No se puede fumar con ella. Es una afirmación coincidente con aquella otra que dice: “El mapa no es el territorio”.

magritteLo interesante de estas paradojas es que nos hacen advertir de una manera brutal algo que a otras veces se presenta de una forma más sutil. Pocas veces nos vamos a encontrar con alguien que pretenda que una pipa dibujada es una pipa o que un mapa de España es España, pero sí que nos encontraremos con situaciones menos definidas, pero en las que se expresan pretensiones igual de disparatadas.

Cuando digo: Esto no es una página WEB, ¿a qué me refiero?

No me refiero a la frase misma “Esto no es una página WEB”. No, no se trata de una auto-referencia de la frase sobre sí misma.

Me refiero de veras a lo que el lector ha pensado  espontáneamente: a esta página web llamada danieltubau.com, o Diletante o Anacrónico en la que se incluyen todo tipo de cosas, entre ellas este ensayo.

Y afirmo que esto no es una página web porque lo importante no es que todas estas cosas se hallen en una página web. Yo estoy haciendo en cierto modo una página web, pero en un modo más fundamental estoy haciendo otra cosa, otras cosas.

Para aclarar la supuesta paradoja de un modo quizá didáctico pero espero que no ofensivo, pondré una sencilla comparación: ¿El Hamlet de Shakespeare es un libro? Parece que sí lo es. Ahora bien, si vemos Hamlet representado sobre un escenario, ¿sigue siendo un libro? ¿Lo es si lo escuchamos grabado en un cassete o en un podcast?

Quizá lo de que a pesar de todo siga siendo un libro es difícil de rechazar, debido al hábito fuertemente arraigado, pero, lo pondré más fácil: ¿Hamlet en cassete es un cassete? ¿Lo importante del Hamlet grabado en cassette es que se trata de un cassete?

Lo mismo sucede con esta página web, que es una página web porque de no ser así tú no estarías leyendo esto ahora, pero que, al mismo tiempo, y fundamentalmente, no es una página web.

La conclusión de todo ello es que me siento bastante libre para hacer lo que me apetece en esta página web, puesto que no estoy haciendo una página web.


En otros artículos hablaré de algunos asuntos relacionados con lo que ha de ser, supuestamente, una página web (ya lo hice en un texto que publiqué en la weblog y que ahora he incluído en Il Saggiatore con algunas modificaciones interesantes: «¿Cómo debe ser una página Web?»).

Pronto:“¿Es esta página web una página de diseño?»

[DanielTubau, junio 2003]

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