Elogio del egocentrismo, por Raymond Smullyan

Dice Raymond Smullyan:

«Siempre me ha molestado el gran prejuicio que hay contra el egocentrismo. ¿A qué se debe? ¿es fruto de que se nos ha enseñado que no debemos ser egocéntricos? ¿tenemos celos de quien carece de esta inhibición? Es evidente que existe egocentrismo y egocentrismo. Como a la mayoría, me molesta el tipo de egocentrismo poco amoroso y pesimista con el que en ocasiones nos solemos topar…

Creo que se ha de establecer una clara distinción entre el egotismo, en el sentido de ‘amor a sí mismo’, y lo que podríamos denominar ego-asertividad. Siempre he odiado a la gente ego-asertiva, mientras que amo a la gente que se ama a sí misma. Las personas ego-asertivas suelen tener mucho poder a la hora de dirigir y manipular a otras personas, por lo que no es extraño que no nos gusten. Pero una persona que es puramente egocéntrica, normalmente se contenta con alabarse a sí mismo y no considera necesario despreciar a los demás. Alguien me dijo una vez: «Creo que una persona ego-asertiva necesita de los demás, aunque sólo sea para afirmar su ego contra ellos, mientras que una persona egocéntrica sencillamente no necesita de los demás para nada». Estoy de acuerdo con la primera parte de esta afirmación, pero tengo dudas respecto a la segunda parte. Yo diría que una persona verdaderamente egocéntrica (en el mejor sentido de la palabra) necesita a otros. Tomadme como ejemplo; sin otras personas a mi alrededor ¿a quién impresionaría?
También me molestan mucho los sentimientos de vergüenza y culpa que las personas tienen con respecto a su egocentrismo…
Me gustaría hablar ahora un poco sobre mis supuesto ‘egotismo’ y luego sobre el ‘egotismo’ de los demás.
Una vez, en un estado de felicidad, hice el siguiente poemilla titulado Egotistas:

La mayoría odia a los egotistas.
Les recuerdan a ellos.
Amo a los egotistas
Me recuerdan a mí.

En otra ocasión, escribí otro poema, y mi primera intención fue titularlo «Elogio a mí mismo». Sin embargo, este título (aunque deliciosamente egocéntrico) no llega a atrapar el significado más profundo y trágico del poema y por ello cambié el título a «Carezco de ego».

La mayoría de la gente,
cuando es criticada por ser egocéntrica
sólo descubre modos inteligentes
para ocultarlo a los demás.
luego, más tarde,
se vuelven ellos mismos estúpidos
Entonces adoptan la secreta dicha egocéntrica
de imaginarse sin ego.
¡Mi caso es distinto!
Carezco realmente de ego.
Como un solitario huérfano
abandonado.
En mi gozoso grito «No tengo ego»
pierdo mi ego.
Mi ego permanece
pero ya no me pertenece.

Estoy tan sorprendido como tú de que el poema acabe siendo tan triste. Originalmente lo planeé para que fuera gozoso, exuberante, exultante y casi desafiantemente egocéntrico; me dejé ir y esperé a ver qué pasaba. La cima del egocentrismo se alcanza evidentemente en la línea: «¡Mi caso es distinto!», que significa que soy mejor que tú, puesto que tú simplemente piensas que has perdido el ego, mientras que yo lo he hecho. Pero luego resulta que el perder mi ego es triste en lugar de alegre. ¿No es algo divertido? ¿Dime, querido lector, te apena que haya perdido mi ego? ¿No? ¿Cómo? Me apenaría si perdierais el vuestro. ¿Cómo es que no os apena que haya perdido el mío? Tal vez algunos de vosotros, orientados a la religión o la mística, diréis que lo que he perdido es mi ego individual, o ser individual, pero que uno ha de ‘matar’ a su ser individual antes de poder nacer a su gran-‘universal’-ser. No soy contrario a la noción del «Yo universal», ni niego su importancia, pero creo que debe haber algún modo mejor, más sensato de lograrlo que ‘matando’ al ego individual. Tal vez no se haya encontrado este camino, pero ello no quiere decir que no se halle en el futuro. Y si se encuentra (soy lo suficientemente optimista para creer que sucederá) finalmente descubriremos la síntesis perfecta de la filosofía oriental y la occidental».

(Raymond Smullyan en Silencioso Tao)

AL LECTOR DE ESKLEPSIS nº4

Me gusta mucho esta defensa del egocentrismo, que he tomado de un libro delicioso de Smullyan: Misterioso TAO. No sé exactamente a qué se refiere Smullyan con lo de «ego-asertividad». Supongo que a aquellos que creen que el mundo gira en torno a ellos y que imponen a los demás su manera de ver las cosas, que no son capaces de mirar más allá de sí mismos ni darse cuenta de que los demás son los demás, es decir, otros yoes, con los que hay que dialogar y no monologar. Aquellos que se pueden identificar con lo que decía el famoso cohete de Oscar Wilde: «Está bien, dejemos de hablar de mí y hablemos de ti: ¿Qué opinas de mí?».

Al principio, este número de Esklepsis iba a estar lleno de temas chinos. Además de la sección de poesía dedicada a Bai Juyi, del Pórtico de Smullyan y de la crítica del libro de James Walley, había incluido una reconstrucción del libro de Huang Ti en la sección LOS LIBROS PERDIDOS, que he tenido que quitar pues excedía las 20 páginas.
Así que he pensado que quizá a alguien le puede parecer que había demasiados chinos, pero, en una defensa agresiva, pensaba responder a eso que por qué no se dice que hay muchos occidentales cuando se trata de autores occidentales que llenan un libro o una revista de principio a fin. Se da por supuesto que lo normal son los temas y los autores blancos, varones y occidentales. Cuando estos abundan a nadie le llama la atención, pero si hay demasiadas mujeres o demasiados chinos, ya parece que estamos ante un monográfico o algo parecido.
También he postergado la publicación de un artículo erudito y extravagante de un especialista en culturas prehispánicas que compara a los mayas con los hindúes. Espero publicarlo en el número 5.
He tardado mucho más de lo que esperaba en publicar este número. Ahora creo que publicaré el número 5 muy pronto, pero eso mismo pensaba respecto a este número.

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Para saber qué era  Esklepsis y ver el contenido de los cinco números: ¿Qué es Esklepsis?

[Este número 4 de Esklepsis fue publicado en 1998]

ARTÍCULOS DE ESKLEPSIS 4

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