Deudas intransferibles

Y por fin, llegamos a la aplicación al karma de la la tercera aproximación: el castigo que las generaciones futuras reciben por los actos de sus familiares, las deudas que los gobernantes, los Estados y los pueblos dejan a sus descendientes, ya se trate de dinero que tiene que devolver, de pobreza que tienen que afrontar o de un planeta cuyos recursos se han visto comprometidos por el despilfarro o la agresión humana.

Resulta casi innecesario decir que en la doctrina del karma se expresa esta idea, pero con la ya repetida y conocida variación: es uno mismo quien contrae las deudas y es uno mismo quien ha de hacerles frente, recibiendo por ello los castigos o los premios correspondientes. Llevado a los terrenos en los que he empleado las metáforas, sería algo así como sacar de la tumba al gobernante que dilapidó el dinero público, para que haga frente a la situación de caos heredada, o como si quienes contaminaron la atmósfera tuvieran que dedicarse ahora a limpiarla personalmente.

Un hombre es liberado de la prisión por deudas.

Con esto se cierra el círculo, o la espiral, que hemos recorrido para acercarnos al karma. Creo que ahora muchas cosas resultan fácilmente comprensibles y no tan extravagantes.

Y podré también regresar al asunto o los asuntos que me han llevado a escribir todo esto.

Continua en La doctrina del karma…


[Escrito en 1992. Revisado en 2020]

ACERCA DEL KARMA

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