Brahmanes y sramanas
En la India antigua se distinguía entre dos tipos de sabios, los brahmanes, por un lado, y los sramanes o sramanas, por el otro.
Los brahmanes eran los sabios que seguían los Vedas, es decir que consideraban como sagrados y como guía espiritual esta colección de himnos a los dioses. Los sramanes, por su parte, eran los sabios errantes y en principio no obedecían los preceptos de los Vedas ni creían en su santidad.
La separación entre estos dos tipos de sabios ya se encuentra en los textos atribuidos a Nearco, el almirante de Alejandro que escribió un libro contando sus experiencias en la India, y también en los fragmentos que se conservan del embajador griego Megástenes, que visitó la corte del emperador mauria Chandragupta, que reinó entre el 324 y 293 antes de nuestra era, aunque las fechas no son por completo seguras. La fecha de inicio de su reinado es importante, porque fue en el año 324 cuando Alejandro abandonó la India, antes de enfrentarse a un gran imperio. Ese imperio se supone que es el de los nanda, y se cree que fue Chandragupta quien acabó con él, una vez que se fue el conquistador macedonio y le dejó el terreno libre. Si la fecha se retrasa un poco o incluso si se mantiene en 324 a.e., entonces parece claro que el imperio mauria de Chandragupta se fundó bajo la influencia de los conquistadores venidos de Grecia. Chandragupta es conocido en los textos griegos con distintos nombres, como Sandrokyptos, Sandrácoto, Sandrokottos o incluso Androcottus.
Megástenes fue embajador del rey Seleuco Nicátor, uno de los diádocos que se dividieron el gigantesco imperio de Alejandro y que gobernaba en Siria y Babilonia, aunque sus fronteras llegaban hasta el Imperio mauria, con el que mantuvo una guerra que perdió. Pues bien, Megástenes visitó Pataliputra, la capital del imperio mauria, y nos dejó un relato fascinante, aunque hoy en día incompleto.
Aunque Megástenes escribe brachmanes y garmanes, está claro que con estos últimos se refiere a los sarmanas, sramanes o sramanes. Es decir, que la distinción entre estos dos tipos de sabios ya existía hacia el año 290 a.e.
Además, dentro de la comunidad de los sramanas, Megástenes distingue a un grupo de ascetas que se oponen abiertamente a los brahmanes, a los que llama pramnas. Y dentro de los pramnas destaca a los gymnetas (desnudos). Como es obvio, Megástenes identifica a estos gymnetas con los gimnosofistas que aparecen en los testimonios atribuidos a Onesícrito. Hay que recordar que Megástenes era embajador de un reino grecoindio y que su rey Seleuco había combatido junto a Alejandro Magno, por lo que se trata de acontecimientos muy cercanos en el tiempo al encuentro de Onesícrito con los gimnosofistas.
Pues bien, entre los pramnas y gymnetas, Megástenes dice que había médicos sabios, que atendieron a Alejandro, y que eran capaces de permanecer en complicadas posturas sin sufrir dolor y sin moverse durante horas y horas, rasgo que también coincide con el relato de Onesícrito y que, por supuesto, nos recuerda a los faquires y a los yoguis.
Un aspecto llamativo para la época, en el que están de acuerdo los testimonios atribuidos a Onesícrito, a Megástenes y a Nearco, es que estos sabios desnudos aceptaban compartir sus doctrinas con mujeres, un rasgo que parece señalar a los budistas, jainistas o a algún grupo materialista o escéptico, pero no a los seguidores de los Vedas o a los brahmanes.
Siglos después, en tiempos del Imperio Romano, el cristiano sirio Bardasanes nos habla de a un grupo de gimnosofistas que visitaron al emperador Heliogábalo y que buscaban la sabiduría, al contrario que los brahmanes, «que la obtenían por tradición» (suponemos que se refiere a los Vedas), «de la misma manera que el sacerdocio». Además, estos gimnosofistas admitían a cualquiera, fuera cual fuera su nación o su casta, al contrario que los brahmanes.
Por su parte, Clearco de Solis comparó la filosofía de los brahmanes con la de los judíos, no por su contenido religioso o por aceptar un libro sagrado como verdad revelada (rasgos comunes a ambos) sino porque creía que los judíos y su religión procedían de la India. Así lo contó Clearco, según nos dice Flavio Josefo, en un escrito titulado Sobre el sueño, en el que pone estas palabras en boca de su maestro Aristóteles:
Esta raza (los judíos) desciende de los filósofos indios. Se llaman, según se dice entre los indios, calanos; entre los sirios, judíos, tomando el nombre del lugar donde están, pues la región donde viven se llama Judea. (Flavio Josefo, Contra Apión)
El nombre dado a los judíos entre los indios, calanos, sin duda recordará a los lectores de esta pequeña investigación al gimnosofista llamado Calano, que se unió al ejército de Alejandro Magno cuando el conquistador dejó la India, y que se dice que influyó en Pirrón, considerado el primer escéptico griego. Eata coincidencia se puede interpretar de dos maneras. En primer lugar, que Clearco, o el informante judío de Aristóteles, o incluso Flavio Josefo, mezclaron los testimonios de diversos cronistas que visitaron la India. De una segunda manera, se ha pensado que Calano es el nombre de una etnia, pueblo o secta, y que se dio por error ese nombre al famoso gimnosofista.
Resulta curioso que Clearco no sólo considerase que los judíos procedían de la India, sino que también opinase que los gimnosofistas, a su vez, procedían de los magi o magos persas. Esa es una equiparación bastante dudosa, puesto que los griegos conocían bien a los magos y si los gimnosofistas lo hubieran sido, enseguida lo hubiera señalado. Pero no podemos descartarla por completo, porque la influencia persa en la india, previamente a la llegada de Alejandro, pudo ser bastante notable, como se verá más adelante.