Borges el escéptico, contado por Bernat Castany
Me habría gustado escribir un libro acerca del escepticismo en la obra de Jorge Luis Borges, pero Bernat Castany me ha ahorrado el trabajo y al mismo tiempo me ha privado del placer de hacerlo.
Ya lo ha hecho él en un magnífico libro: Que nada se sabe: el escepticismo en la obra de Jorge Luis Borges. Ni más ni menos que 500 páginas dedicadas a las ideas escépticas de un único autor. Quinientas páginas muy razonables y justificadas, lo que da una idea de la inmensidad que nos reserva el pensamiento escéptico de Borges.
Creo que Bertrand Russell se anticipó a Borges y dijo que en algunas ocasiones pensó que la filosofía era una rama de la literatura fantástica. La cita de Borges seleccionada por el prologuista Fernando Iwasaki abunda en esta idea:
«Los metafísicos de Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica»
Jorge Luis Borges, Ficciones
Esta es la opinión de sabios que viven en un mundo fantástico, imaginado por Borges, pero no cabe duda de que se puede aplicar casi sin excepción a las propuestas metafísicas de los filósofos terrestres, desde Platón a Heidegger, desde Plotino a Fichte, Schelling o Hegel. Sin olvidar a Descartes, Leibniz e incluso al anti metafísico Nietzsche. El escéptico Borges, sin pretender competir con ellos, sino más bien con la pasión de un entomólogo que colecciona criaturas raras, dedicó mucho tiempo a ampliar el catálogo de mundos fantásticos de la metafísica.
Castany, en un libro que merece ser leído al menos dos o tres veces, muestra y probablemente demuestra (hasta donde un prudente escepticismo nos permite decir tal cosa) que Jorge Luis Borges era fundamentalmente escéptico. Refuta, de este modo, los intentos de situar a Borges en alguna filosofía dogmática.
Es cierto que Borges siente admiración y fascinación por las metafísicas dogmáticas, ya sean teológicas, filosóficas o lógicas, pero ¿quién no quedaría fascinado por las asombrosas páginas de Schopenhauer, por el rigor de Leibniz, por los disparates de Schelling o por la minuciosa metateología de los neoplatónicos? Si uno toma la precaución de no quedar aplastado por pensamientos tan etéreos expresados de manera tan contundente, o si consigue no convertirse en un acólito o en un profeta, el entretenimiento e incluso la diversión están garantizados.
Castany combina, de la misma manera que lo hace el propio Borges, la erudición y el rigor con la buena escritura y la claridad. No es solo que busque y rebusque como un sabueso en las páginas de Borges hasta detectar la más pequeña traza de escepticismo, es que, además, la investigación resulta en sí misma fascinante y su libro es tan entretenido como iluminador. Es como una gran enciclopedia en la que acaban apareciendo todos los temas del escepticismo y todas las metáforas de Borges, todo ello perfectamente conectado: los sueños, las alucinaciones, el teatro, las demostraciones circulares de los dogmáticos, los laberintos, los teólogos, la duda, la paradoja, la epistemología, los espejismos, las apariencias, la locura, el engaño de los sentidos, la suspensión del juicio, la identidad, el infinito, el tiempo y los símbolos. Pero quizá el mayor mérito de Castany sea el respeto que muestra a Borges como pensador, algo que no siempre encontramos en los comentadores de su obra, que suelen elogiar su ingenio, sus elementos fantásticos y su prodigiosa erudición pero olvidan que a Borges se le puede aplicar lo que él dijo que olvidaban los panegiristas de Oscar Wilde: que además de ser ingenioso y encantador, uno de sus rasgos fundamentales era “que casi siempre tenía razón”.
Borges sin duda aparecerá muchas veces en estas páginas escépticas, pero qué mejor manera que empezar con un guía tan estupendo como Bernat Castany.
15 de diciembre de 2023
Libros, páginas y materiales escépticos
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