Algunas destrezas de Shakespeare

|| Defensa de Shakespeare y ataque 6

Blake.Head of shakespeare
Retrato de Shakespeare, por William Blake

En las obras de Shakespeare es fácil encontrar decenas de frases ingeniosas, hallazgos retóricos, conceptos e ideas dignas de ser repetidas. Autores como Javier Marías han elegido frases shakesperianas como título para muchas de sus novelas (Negra espalda del tiempo, Mañana en la batalla piensa en mí  o Corazón tan blanco) y sus breves sentencias se han convertido en diálogos memorables en películas, cuentos, novelas o series de televisión, como en la extraordinaria River, creada por Abi Morgan. Sin embargo, Samuel Johnson nos advierte de que la verdadera fuerza de Shakespeare debe buscarse en otro lugar:

«No se aprecia en el esplendor de pasajes concretos sino en el desarrollo de su trama y en el tenor de sus diálogos; y aquel que pretenda recomendarlo mediante una selección de citas actuará como el pedante de Hierocles, que mientras tuvo su casa en venta llevaba de muestra un ladrillo en el bolsillo».

La comparación de Johnson es ingeniosa y divertida, pero no exacta. Es cierto que Shakespeare no se puede reducir a sus frases, y también lo es que esas frases multiplican su valor cuando se leen en su contexto. Pero también es cierto que esas frases sí pueden ser mostradas así, sin más, porque es evidente que son mucho más que un ladrillo como el de Hierocles, sea cual sea el sentido que le demos al término ladrillo.

Shakespeare por John FaedLo que sí es cierto, y ahí es donde Johnson acierta por completo, es que Shakespeare no se puede ni se debe reducir a una colección de hermosas frases. En alguna ocasión me he referido a autores capaces de fabricar grandes frases, pero no tan hábiles a la hora de escribir grandes novelas, como Ramón Gómez de la Serna. Entre los contemporáneos de Shakespeare también podemos encontrar autores deslumbrantes en sus frases, pero que no alcanzan la grandeza narrativa shakesperiana, como Thomas Kyd en su Tragedia española (aunque tal estoy siendo injusto al juzgarlo por una sola obra que, además, solo he leído una vez).

Por otra parte, frente a los grandes constructores de frases, de conceptos, de artículos e incluso de escenas que se estrellan ante una novela, un ensayo o una obra de teatro, existen también autores que escriben grandes libros en los que no se puede aislar ninguna frase digna de ser citada, o ningún pasaje que valga la pena recordar, pero, a pesar de ello, sus libros siguen siendo extraordinarios.

Shakespeare es este campo, como el general Lafayette lo era en el campo de batalla para Francia y Estados Unidos, el héroe de los dos mundos, o incluso de algunos más: domina la belleza formal del lenguaje, deslumbra con su ingenio en la creación de conceptos que en dos o tres palabras nos sorprenden, iluminan o conmocionan; construye argumentos ingeniosos y convincentes y los pone en boca de personajes de fuera y complejidad asombrosas. Y, además, desarrolla tramas o argumentos que nos interesan, en este caso no siempre de manera tan excelente, quizá porque no le preocupaba mucho ese asunto y prefería recurrir a tramas ya existentes, como si estuviera convencido de ser capaz de proporcionar vida a cualquier estructura o esqueleto que le ofrecieran, o tal vez porque temía que una trama demasiado elaborada debilitara el efecto todas esas otras grandes cualidades que poseía.


 

prefacioashakespeare

Defensa de Shakespeare y ataque 

[pt_view id=»7b32bf09xy»]

Todas las entradas de literatura en: El resto es literatura

WILLIAM SHAKESPEARE

[pt_view id=»b63abe0a76″]

Leave a Reply