Afinidades electivas en la librería Méndez
Esta mañana pensé que sería interesante practicar un juego: descubrir en qué compañía se encuentra mi libro, es decir, junto a qué otros libros lo han colocado los libreros. Es un buen método azaroso, de esos que tanto me gustan, que quizá me vaya llevando a establecer nexos interesantes. No se trata de afinidades electivas por parte del libro, pero sí por parte de los libreros. A veces me he encontrado libros míos en los lugares más insólitos, como El guión del siglo 21 situado en la sección de tecnología. Quizá no sea del todo absurdo, puesto que en ese libro me refiero a algunos avances tecnológicos, como el mundo digital, la realidad virtual o el cine 3 D.
Así que hoy mismo empecé a jugar.
Mis paseos me llevaron a la librería Méndez, en la calle Mayor, apenas a unos metros de la Puerta del Sol. Entré. El librero Alberto Úbeda me saludo con afecto y comentamos algunas cosas acerca de la Feria del Libro. Le confesé que había entrado para ver si mi libro ya andaba por ahí y que ya había visto que sí. Enseguida me di cuenta de que estaba en muy buena compañía, aunque tendré que investigar un poco más acerca de algunos libros. A su lado, una tremenda biografía de Ortega y Gasset, de José Luis Villacañas, que espero leer pronto. Ortega siempre se movió en un terreno cercano al escepticismo, con su perspectivismo y aquello de “Yo soy yo y mi circunstancia”, que ahora pienso que podría considerarse un desarrollo de aquello de Protágoras de “El hombre es la medida de todas las cosas”, al matizar que esa medida está condicionada por las circunstancias, y que es, en consecuencia cambiante y adaptable, cosa que también creía el propio Protágoras, como intento demostrar en Sabios ignorantes, cuando recuerdo un momento del diálogo Teeteto en el que Sócrates (o Platón) parecen dejar hablar a Protágoras con su propia voz.
Aquí va una cita de Ortega que muestra su cercanía al escepticismo moderado, y que podrían compartir grandes escépticos como Arcesilao, Carnéades o Sexto Empírico.:
“El verdadero escepticismo no consiste en negar o afirmar, sino en suspender el juicio. No dudo porque no crea en nada, sino porque no estoy seguro de qué debo creer”
A la izquierda tenemos un libro de curioso título: Sufren las piedras, de Wolfram Eilenberger. Al parecer el título procede de una pregunta de un niño, aunque a primera vista podría parecernos que es un ir más allá de la deliciosa utopía Erewhom, de Samuel Butler, en la que, tras destruir las máquinas y hacerse vegetarianos, empiezan a pensar que también las plantas sufren, y se ven ante la disyuntiva de morirse de hambre o comer piedras. De este momento erewhom que estamos viviendo con la inteligencia artificial hablaré pronto.
Por la parte de arriba, mis Sabios ignorantes y felices están rodeados por:
La armonía de las células, un ensayo científico que sin duda leeré, además de los otros libros del autor, Siddhartha Mukherjee. Será sin duda una investigación fascinante y por tanto escéptica en el mejor de los sentidos (skepsis significa “investigar”, “mirar con atención”, seguir buscando”.
El romance de Melusina, traducción íntegra del roman medieval escrito por Coudrette en la lengua de oíl. Es inevitable relacionarlo precisamente con el autor de Las afinidades electivas, Goethe, y su delicioso cuento La nueva Melusina.
Todo a todas horas y a todas partes, que parece el título de una reciente película de éxito pero que trata, según veo, de los orígenes de la posmodernidad y el neoliberalismo.
El Gabinete mágico, un paseo por bibliotecas imaginarias. Este era precisamente uno de mis proyectos, que he ido postergando desde hace años: visitar las bibliotecas imaginarias y los libros que aparecen en otros libros. Empecé el proyecto hace años con artículos breves en lo que llamé primero La biblioteca imposible y después La biblioteca ideal, que publique en Divertinajes, la página de Eva Orúe. Como me da la impresión de que Emilio Pascual recorre bibliotecas imaginarias pero literarias, creo que a mi proyecto todavía le queda un amplio terreno, entre otras cosas porque yo me centro más en los libros que en las bibliotecas. Así que quizá lo llame Los libros ideales, manteniendo el doble sentido de ideal como ejemplo a imitar y como algo imaginario, ideado). Puedes leer dos de los ensayos de mi Biblioteca imposible aquí:
Metalenguaje y otros libros que no has escrito
Literatura mortal y otros libros que matan
Estas son las conclusiones apresuradas de esta primera visita a los lugares que amablemente acogen a Sabios ignorantes y felices.
LIBRERÍA MÉNDEZ
Autobús: 3, 50, L1, L5, M1, N16, N17
Daniel Tubau nos propone pasear de la mano de los escépticos para llegar al conocimiento admitiendo nuestra ignorancia. Además, nos revela que a través de la duda podemos encontrar un camino hacia la felicidad.
Una obra de singular importancia que reconstruye el pensamiento de los escépticos grecolatinos, dirigida por igual a iniciados y profanos.