[email protected]

Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

Galería

Búscame en Class Paper
Un menú epicúreo
Últimas conclusiones acerca de Tucídides|| 35
Sócrates y los filósofos discutidores
Algunas opiniones acerca de Tucídides y la guerra entre Esparta y Atenas || 34
Sacro y profano CUADERNO DE VENECIA
¿Inventó Coca-Cola la felicidad?
El buenánimo de Demócrito y los peligros de la envidia
Es más fácil ver que escuchar

Platón: el mito de la caverna

«Imagínate varios hombres en un abrigo subterráneo en forma de caverna, cuya entrada, abierta a la luz, se extiende por toda la longitud de la fachada. Estos hombres están allí desde su infancia y, encadenados por piernas y cuello, ni pueden moverse de donde están ni ver en otra direción que hacia delante, pues las ligaduras que les encadenan les impiden volver la cabeza. El resplandor de un fuego encendido lejos y sobre una altura reverbera tras ellos. Entre el fuego y los prisioneros hay una escarpada vereda ascendente. A lo largo de esta vereda imagínate un pequeño muro parecido a los tabiques que los que hacen farsas con marionetas ponen entre ellos y el público, y por encima del cual lucen sus habilidades».
Continúa Platón:
«Ahora imagínate que todo a lo largo del pequeño muro avanzan otros hombres portadores de objetos de todas clases (figuras de hombres y de animales de todas formas y especies, talladas en piedra y madera), objetos que sobresalen de la altura del muro. Estos hombres desfilan, unos hablando entres sí, los otros sin decir nada.»
Antes de seguir, y para que el lector vea claramente la situación que propone Platon, le ofrezco una interpretación gráfica de la caverna y de la situación de los prisioneros.
Tras esta completa descripción, pregunta Sócrates a Glaukón: «¿Crees que tal cual están colocados podrán ver de sí mismos y de sus compañeros otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que da frente a ellos?»
Glaukón responde que no, pues están encadenados y ni siquiera pueden girar la cabeza. Sigue preguntando Sócrates: «¿Y no les ocurrirá otro tanto respecto a los objetos que tras ellos desfilan?»
Glaukón, como suelen hacer los interlocutores de Sócrates en los diálogos de Platón, se imita a responder que sin duda así ha de suceder.
«Y entonces -continúa Platón-, de poder conversar entre sí, ¿no te parece que al nombrar las sombras que ven creerían nombrar los propios objetos reales?
«Así es», dice Glaukón.
«Luego, es indudable, que para tales prisioneros la realidad no podría ser cosa distinta de las sombras de los diversos objetos citados».
Una vez convencido su interlocutor, Sócrates le pide que imagine que un cautivo es liberado y puede ver a la luz del sol los objetos que proyectan las sombras que ha visto durante sus cautiverio. Este hombre reaccionará sintiendo dolor ante tanta luz y seguirá considerando más reales las sombras que poblaron su vida anterior. Sólo poco a poco, acostumbrándose a la luz progesivamente, y saliendo de la caverna, comprenderá que las sombras no eran sino un reflejo del mundo real.
¿Y qué sucedería si este prisionero liberado volviese con sus compañeros? Sería recibido con burlas y no se daría crédito a sus palabras: «¿No dirían que por haber subido a las alturas volvía con los ojos estropeados?

El número 520 hace realidad un sueño

El número 520 hace realidad un sueño

Cuando era adolescente, imaginaba que algún día publicaría un artículo en Revista de Occidente, y aunque no creo que se cumplan todos los sueños, este sí que se ha cumplido: en el número 520, publicado en este mes de septiembre…

Siete maneras de ser feliz en el Ateneo de Madrid

Siete maneras de ser feliz en el Ateneo de Madrid

Este mes de julio lo pasaré en Madrid en compañía de un montón de filósofos griegos (y varios latinos) para recordar lo que pensaban acerca de la felicidad. Nos vemos allí, en el Barrio de las Letras. LA ESCUELA DEL…

Alta y baja cultura

Alta y baja cultura

Al poeta T.S. Eliot le gustaban muchísimo los Hermanos Marx. Fue muy amigo de Harpo Marx y, si recuerdo bien, tenía entre sus mayores orgullos una fotografía dedicada de Groucho. La dicotomía entre géneros de baja y alta cultura es…

Una respuesta a «Platón: el mito de la caverna»

  1. Avatar de edwin
    edwin

    quisiera conocer todos los filósofos del mundo y su definición

Responder a edwin Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Platón: el mito de la caverna