La venta de lo inútil

¿Por que un producto que no sirve absolutamente para nada puede, sin embargo, venderse muy bien?

Podemos imaginar algunas respuestas.

Supongamos que se trata de un cosmético para tener una piel más tersa.

 

Razón nº1

Lo prueban cien personas. A 30 de ellas les parece que la piel les ha mejorado.

¿Por qué se lo parece?

Por que sí. Simplemente les da la impresión de que tienen la piel un poco más tersa, sea esto verdad o no.

Porque realmente les ha mejorado. Pero no por causa del producto. Es seguro que a 100 personas la piel les evolucionará de una u otra manera en un período determinado de tiempo. A 30 les mejorá, a 30 les empeorará, a 40 se les quedará igual.Por ello, los 30 a los que les mejora se lo atribuirán al producto que se han estado aplicando. Seguirán comprándolo y por ello 30 de cada 100 repetirán. A ellos habrá que sumar los nuevos incautos.

 

Razón nº2

Porque buenas campañas publicitarias hacen que el producto se venda continuamente, sean cuales sean los resultados. Esto ayuda mucho a la primera razón: siempre acaban desencantándose algunos clientes, pero llegan otros nuevos que pasan por las fases descritas en el punto primero.

 

Razón nº3

Porque el producto no funciona por sus ingredientes sino por razones paralelas, como que la persona al aplicárselo se da un masaje. Ese masaje es la causa de la mejora, no el producto en sí, pero el usuario tiende a atribuir las virtudes beneficiosas al producto. Esto sucede contínuamente con los métodos homeopáticos, ecológicos, la acupuntura, etcétera, que suelen venir acompañados de actividades como masajes, movimientos que relajan los músculos, un ambiente de relajación y recomendaciones siempre saludables, como pasear, beber agua o infusiones, tomar fruta, etcétera.

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