Je est un autre y otras paradojas

Durante la presentación de Nada es lo que es en la Librería Rafael Alberti, junto a Juanjo de la Iglesia y Lola Larumbe,  quise mencionar una célebre frase de Rimbaud, pero me hice un pequeño lío y cité mal la frase, algo que me sucede a menudo. Puedes verlo aquí o leer la transcripción:

 

Lola Larumbe: A mí me gustaría que esto fuera una pequeña charla, Juanjo, muchas gracias por venir.

Juanjo:Bueno, es que en mi tarjeta ya lo dice: «Juanjo de la Iglesia, presentador de libros de Daniel Tubau».

Lola:Eres un especialista…

Juanjo: Sí… Bueno, siempre solemos hacer lo mismo. En vez de soltar un discurso sobre la obra de Daniel, que también se puede hacer…. yo creo que las obras se explican por sí mismas… se pueden dar referencias, pero para conocer una obra lo mejor es leerla, conocerla o escucharla. Entonces, siempre solemos hacer un dialoguito. Y Daniel es un hombre muy amante de las paradojas. De hecho, tiene un libro que se llama Las paradojas del guionista… y sé que es amante de las paradojas también porque hablamos mucho y discutimos más, con grandes aspavientos… «No os enfadéis…», «No, si no estamos enfadados, estamos aquí hablando».

 

Daniel: En el ardor de la discusión.

Juanjo: Y este libro, el título es una paradoja: «Nada es lo que es». Por lo menos una paradoja aparente.

Daniel: Al principio quería usar un título que era el famoso de… de… «El barco ebrío». Ahora se me ha olvidado…. el poeta francés: «Je suis un autre». Rimbaud. Quería usar ese pero me parecía demasiado raro. Traducido al español quedaba raro. También pensé en una variante que tiene Gerard de Nerval: «Yo soy el otro». Yo soy un otro o Yo soy el otro, pero es demasiado raro.

Marina: Está bien, está bien. Yo soy el que soy.

Daniel: Yo soy el que soy, yo soy el que no soy.

 

Juanjo: Me llamaba la atención pensando sobre esto, que Daniel usa mucho en Las paradojas del guionista, perdón que me refiera tanto al libro, pero tiene que ver con esto, usa mucho las paradojas como una plantilla, como un sistema para enseñar. Y además, curiosamente, es un sistema que es mnemotécnico. He observado que las cosas que se aprenden mediante paradojas se quedan, se aprenden muy bien. Y esa es la pregunta que te quería hacer. ¿Qué tienen las paradojas que tanto las quieres?

Daniel: Siempre recurro a ellas sí. Por varias razones. Una razón es que muchas de las paradojas que existen lo que hacen, no todas pero muchas de ellas, es cuestionar una verdad del sentido común. Y entonces, cuando más o menos todo el mundo cree una cosa, si contradices esa creencia común, parece paradójico. Pero en realidad, analizado en sí mismo a lo mejor eso que dices no tiene nada de paradójico. Lo que tiene de paradójico es que tú has estado pensando toda tu vida que esto era así y resulta que te das cuenta de que no es así: «Anda, pues es verdad: es lo contrario». Eso le pasa a muchas paradojas. Así que siempre que te encuentras con una paradoja. te puedes preguntar: ¿es realmente una paradoja o es que choca con las ideas preconcebidas que yo tenía?.

Juanjo: Por lo tanto, sería un buen sistema para cuestionarse los prejuicios.


La frase original de Rimbaud es, por supuesto, «Je est un autre», y no «Je suis un autre». Es decir, algo así como «Yo es otro» en vez de «Yo soy otro».

La segunda afirmación, «Yo soy otro», podría significar algo más o menos trivial, si se entiende como «No soy la persona que parezco ser», «usted me ha confundido con otro»; y algo un poco más interesante si se entiende como «No soy la persona que aparento ser», que nos puede llevar al fingimiento o la máscara que todos llevamos en la vida, a la representación pública de nuestra personalidad frente al yo privado e intrasferible o frente al yo conocido por los demás, como en el caso de aquel magnífico texto breve de Borges:

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Seria exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesarque ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.

Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedray el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.

En cuanto a la frase de Gérard de Nerval, es exactamente «Yo soy el otro» y tiene mucha relación con la locura y esquizofrenía que lo llevó a ahorcarse en una calle de París. La duda, como nos dice Borges al final de su texto, es cuál de los dos Gérard de Nerval nos está diciendo que es el otro.

Volvamos a Nada es lo que es.

En un momento dado de la presentación, se escucha a Marina Pino citando aquella célebre variante propuesta por el dios bíblico: «Yo soy el que soy», que es una enigmática frase, de la que hablo en La verdadera historia de las sociedades secretas, al tratar la aparición de ese misterioso dios del fuego llamado Yavhé o Jehová al profeta Moisés. Tampoco está mal, lo de «Yo no soy el que soy».

Estuve a punto de titular Nada es lo que es  «Yo es otro», pero, como explico en la charla, me pareció demasiado difícil de entender de un vistazo, y quizá, al personalizar en un «yo» único, también un poco confuso respecto al contenido del libro, pues aunque la identidad personal es uno de los temas dominantes en los últimos capítulos, el libro se refiere a otros muchos aspectos de la identidad.

Quien lea el libro, en cualquier caso, descubrirá que «Nada es lo que es» no es una simple frase ocurrente y que define bastante bien mi postura personal acerca de la identidad. Por eso, tiene razón Juanjo cuando dice que es una paradoja «aparente».

Las paradojas, en efecto, me gustan mucho, como señala Juanjo, no sólo las que contradicen las ideas del sentido común, sino también esas otras paradojas más complejas, de las que se habla también en la charla. Y me parece una excelente observación la que hace Juanjo en el sentido de que las paradojas tienen un valor mnemotécnico. Es cierto que una vez conocida una paradoja es más fácil recordar ciertas cosas, ciertos dilemas, fijar el conocimiento en especial de que las cosas son más complejas de lo que parece, por lo que, creo, tambié tienen un valor terapeútico, que es algo que también dice Juanjo un poco después: nos permiten poner a prueba los prejuicios.

Es cierto que Juanjo suele presentar mis libros, y espero que siga haciéndolo porque me gusta cómo lo hace y la charla simpática que suele tener lugar en tales ocasiones. Creo que la presentación de un libro no debería ser una formalidad sin más, sino que ha de convertirse en una experiencia de vida en la que suceda algo nuevo, algo interesante y no del todo previsto. Por eso me gustó la charla con Juanjo y Lola en la librería Rafael Alberti.

 

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[Publicado el 15 de julio de 2014]

Puedes ver fragmentos de otras presentaciones de Juanjo en las páginas de mis otros libros (en especial en Recuerdos de la era analógica). La grabación de la presentación corrió a cargo de Bruno Tubau.

 

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4 Comments

  • Montserrat

    Muy diver ver a Juanjo y a ti, Daniel Tubau, introduciendo el tema de las paradojas, que a mi juicio evidencian «impasses» del conocimiento humano que lo renuevan tras la refrescante perplejidad que provocan obligando, como dices, si cabe, a replantearse juicios adheridos.
    Con permiso, apuntar que Borges era muy propenso también a la volubilidad de la identidad…(no tengo ejemplos aquí)…¿estais de acuerdo? o me salgo del sentido al que os referís?..

  • danieltubau

    Hola Montserrat, pues sí, Borges era muy propenso a esa volubilidad de la identidad, como dices, por ejemplo en cuentos o textos como «Borges y yo», que creo que cito casi entero en el libro (es muy breve): «Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas».
    Se puede escuchar ese delicioso texto en Youtube, leído por el propio Borges: http://www.youtube.com/watch?v=PCrH7LL5KT8
    Un saludo!

  • Manuel Marcos

    El Quijote, un ser con algunos problemas de identidad que se han diluido ya en la universalidad de su genio y figura, dijo, Yo sé quien soy, lo cual no deja de ser una gran paradoja también.

    Salud
    Manuel

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