El reloj personal

Podemos ordenar a nuestra mente que nos despierte a las siete de la mañana. Y nos despertamos a la siete de la mañana. Es un fenómeno asombroso pero real. Yo no sé, y dudo que alguien lo sepa, cómo funciona este reloj-despertador inconsciente.

[20 de junio de 1996]

Diciembre 2012

Durante varios años me dediqué a investigar ese asombroso mecanismo que nos permite programar nuestro cerebro para que nos despierte a una hora determinada. Primero intenté descubrir si nuestro reloj interno calculaba las horas que quedaban hasta el momento en el que queríamos despertarnos o si lo que hacía era «saber» la hora en cada momento. Es decir, la diferencia entre:

«Me voy a despertar dentro de seis horas»

«Me voy a despertar a las siete de la mañana»

Hice experimentos, programándome para despertarme a las siete de la mañana sin saber a qué hora me acostaba y logré despertarme a la hora prevista. Pero también funcionó cuando, sin saber la hora que era pero teniendo un reloj fuera de hora, me programaba para despertarme tres o cuatro horas más tarde.

Sospeché de los relojes. Quizá el reloj emitía un ruido especial justo antes de sonar la alarma, tal vez nuestro yo incorpóreo abría los ojos, miraba el reloj y despertaba a nuestro yo cotidiano. Probé con distintos relojes, con el despertador automático por teléfono, salienxdo a la calle a preguntar la hora nada más despertarme, finalmente sin reloj. Siempre funcionó.

También pensé que el cerebro percibía de algún modo el horario: en la luz, en el olor, en la temperatura, en la presión atmosférica. Aproveché varios viajes a América para probar si el mecanismo funcionaba en otros cielos y en otras tierras. Funcionaba. Creo que lo intenté incluso en aviones, también con éxito.

Años después, leí en alguna parte que unos científicos del sueño habían descubierto cómo funcionaba ese extraordinario mecanismo que nos permite programar mentalmente la hora del despertar.

La explicación sonaba convincente, pero no la recuerdo. Creo que tiene que ver con los ritmos circadianos (cercanos a un día), que serían como un tic-tac interno, quizá relacionado con el palpitar del corazón o el bombear rítmico de la sangre. Tal vez es por eso que el reloj interno no funciona tan bien cuando estamos enfermos. Sin embargo, sé que tampoco funciona bien cuando estamos bajo tierra, sin ingún tipo de referencia. Eso lo sé porque leí los experimentos que ha hecho durante décadas el instituto Max Planck: las personas encerradas en sótanos donde no se percibe la luz del día acaban por perder toda noción del tiempo y al final ya no saben si están pasando días, horas o semanas. Así que supongo que la explicación combinaba esos dos aspectos: ritmos circadianos y ciertas referencias externas.


[pt_view id=»e379553w5r»]

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *