El programa de investigación de Descartes

Principios de la filosofía comienza con un prefacio de Descartes en el que comenta al traductor (el original era en latín, por lo que se dirige al traductor francés) la conveniencia de explicar el  contenido del libro. A Descartes le preocupa que el publico se sienta cohibido por el título de la obra y pone bastante cuidado en explicar qué son esos «principios» a los que se refiere el título de su obra:

«Para que el conocimiento sea  tal,  es necesario que se deduzca de las primeras causas, de suerte que, para tratar de adquirirlo, y a esto es a lo que se llama propiamente filosofar, es preciso empezar por la  investigación de las primeras causas, es decir, de los principios. Estos principios deben reunir dos condiciones: en primer lugar que sean tan claros y evidentes que el espíritu humano no pueda dudar de  su verdad cuando los considera  con atención; en segundo lugar, que el conocimiento de las otras cosas dependa de ellos, de suerte que los principios puedan ser conocidos sin esas cosas, pero no estas sin aquellos».

 Más adelante, añade:

      «Es preciso intentar deducir de estos principios el conocimiento de las cosas que dependen de ellos, de tal modo que, en toda la serie de deducciones que se hagan, no haya nada que no sea muy manifiesto.»

Es decir, Descartes propone un programa similar, al que proponen los empiristas lógicos, y los positivistas, que, evidentemente, son partidarios del empirismo y no del racionalismo cartesiano, es decir, el  Círculo de Viena.

Este programa consiste en partir de unos axiomas, premisas básicas o elementos atómicos (por ejemplo, como hace Wittgenstein en el Tractatus), y a partir de esos elementos atómicos deducir todo el resto de lo que existe [Ver acerca de los programas de investigación: Programas de investigación deductivos]

Es un programa que a muchos les ha parecido sensato, como demuestra que se haya intentado llevarlo a cabo tanto por los empiristas como por los racionalistas. Pero a mí, este tipo de programas o propuestas me parecen un desvarío bastante notable. Intentaré explicar por qué.

En primer lugar, este programa parte de la idea de que pueden descubrirse un número limitado de primeras causas, a partir de las cuales se podrá deducir todo lo que existe.

Esto es lo mismo,en el fondo, que decía Hegel,  si no me equivoco,  pero que han  dicho también otros  filósofos y algunas religiones: la afirmación de que en un grano de arena está contenido todo el universo y que, por tanto, basta contemplar ese grano de arena para conocer todo el universo. Eso es, más o menos, lo mismo que dice la teoría hologramática del cerebro o de la realidad.

Bien, yo no estoy de acuerdo con este tipo de ideas porque me parece que es una manera de filosofar que pone el carro  delante del caballo. Quiero decir: no se puede pretender que conozcamos cosas sobre las  que ni siquiera hemos puesto nuestra atención, incluso cosas  cuya existencia ignoramos, a través de la observacioín de unos principios obtenidos mediante nuestra modesta observación preliminar de otras cosas que sí conocemos, o que creemos conocer. Ni siquiera se puede saber  qué tipo  de experimentos convendrían para cosas que aún no sabemos siquiera que existen. Este es un absurdo que se comete una y otra vez en  filosofía e incluso en ciencia.

Todos estos programas deductivos de la naturaleza cometen ese mismo error. Creo que el único programa de investigación que se puede adoptar para examinar la naturaleza es uno que consista en cosas como el rigor, contrastacion, experimentación, etcétera (es decir, principios bastante vagos). Pero lo que tampoco se puede saber siquiera es qué tipo de experimentos convendrán para cosas que aún no sabemos siquiera que existen. Primero investiguemos,busquemos, encontremos esas cosas y, a partir de ahí, establezcamos teorías acerca de esas cosas, teorías que puedan ser contrastadas o refutadas por experimentos.

Por tanto, niego la validez de ese tipo de filosofías deductivas, como niego la de las filosofías logicistas, que sostienen que a partir de axiomas y reglas de formación se puede deducir la estructura de la realidad. No creo, por ejemplo, que a partir de axiomas lógicos o matemáticos se pueda deducir si Jupiter tiene doce o veinte lunas.

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NOTA EN 2012

Lo del universo en un grano de arena pertenece, claro, a un hermoso poema de William Blake:

Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Me siento más cercano a lo de Blake que a la idea de deducir de manera lógica todo el universo a partir de un grano de arena, por razones que explicaré, supongo, en otros comentarios a los Principios de Filosofía de Descartes. Lo curioso es que el poema de Blake es también una premonición de la ciencia moderna, a pesar de que él, en principio, estaba contra la ciencia. Pero la personalidad de Blake es demasiado compleja, como dije en El tigre, de Blake.

Otra versión de la misma idea, precisamente en relación con la teoría hologramática de la realidad, es un poema de mi padre, Iván Tubau, que escribió tras una conversación que mantuvimos acerca de la holografía. Puedes leerlo aquí: Anaxágoras.

 

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 [Los  principios de  la filosofía, de Descartes]

[Escrito en enero de 1990]

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