¿Dios en la cruz?

 La representación de Jesucristo en todas las iglesias es una imagen que asusta con razón a los no cristianos, que a menudo lo han visto como una especie de representación diabólica: un hombre sangrante clavado en una cruz. Realmente chocante. Pero a lo que quiero referirme aquí es al hecho mismo de que los cristianos representen a su Dios en la figura de Jesucristo.

Como es sabido, porque nos lo han enseñado los teólogos cristianos, el Dios perfecto del cristianismo no vive en el tiempo sino en la eternidad, que no se sabe exactamente qué es, pero que esta claro que dura más que todo el tiempo que podamos imaginar. Por eso, desde el punto de vista de Dios, ya sea ese punto de vista temporal, intemporal o eterno, su encarnación en Jesucisto es sólo una mota de polvo, un instante infinitesimal, una coma en un libro de la extensión del Quijote. Menos incluso: tal vez una mota de polvo de un libro de la biblioteca de Babel que imaginó Borges.

Sin embargo, los cristianos adoran a ese joven barbudo que como si esa fuera la apariencia más importante de Dios, y sólo a veces, de manera informal, lo representan como un anciano con barba blanca un poco gordinflón, no se sabe si porque ese anciano es Jesucristo ya jubilado en el cielo o porque tomaron la imagen de las representaciones de Júpiter o Zeus, como parece probable. En definitiva, como suele decirse, toman la anécdota por categoría, lo que apenas es un instante de Dios por Dios mismo, como si su encarnación aquí, en este planeta perdido en un lugar cualquiera del brazo de Orión, durante tan sólo 33 años, fuera lo más importante que ha hecho Dios en todo su existencia.

 

 



Naturalmente, no ignoro que hay un problema de partida más grande, que es cómo un Dios inmutable se puede encarnar en un hombre, y otros mil rompecabezas que los cristianos han estado examinando durante siglos al querer hacer compatible un  dios salvífico con un dios perfecto, pero aquí sólo quería referirme a este curioso aspecto de la iconografía.

Por cierto, al parecer Jesucristo, en caso de haber existido, no podría haber llevado barba y por eso, si no recuerdo mal, en las primeras representaciones (no sé si hasta el siglo IVo V) era mostrado imberbe. La cruz, por otra parte, fue un signo tardío, pues los primeros cristianos usaban otros símbolos, como el pez, y preferían ver a Jesucristo de una manera más amable, como un pescador o un pastor.

Se cree que esta es una representación de Jesucristo

3 Comments

  • Pato

    Obviamente, lo que no se estudia con fe, es difícil de entender. Explicar una creencia es doblemente dificultoso, pero lo voy a intentar.Para los católicos, Dios es uno y trino, Santo Tomás tuvo grandes problemas con este tema, así que no voy a pretender explicarte, este hecho, de por sí, misterioso.La imagen a la que hacés referencia de Señor Barbudo, sería una representación, de Dios Padre,perteneciente más a la religiosidad popular, no es dogma de fe, y Jesús, es la encarnación de ese Dios, que escapa todo materialismo y finitud, que una mente pueda tener,para complicar más la cosa, está el Espíritu Santo, que es ese inmenso amor entre Dios Padre y Dios hijo.Lo increible de la Encarnación, es que fue hombre desde lo más chiquito, siendo bebé, hasta la peor de las muertes, en ese momento morir en la cruz, cruenta y atemorizante como vos decís, pero que tiene que ver con la redención de los pecados, pero ya ese tema da para otra nota muuuy, larga.
    Fijate que este tema de las imágenes ,tiene varios Concilios encima, ya desde los primeros tiempos de la Iglesia, trajo controversia.En el último Concilio, fijate, que se sigue tratando de eliminar tanta tendencia de vincular la fe a las imágenes, se trataron de reducir la cantidad, pero por sus características artísticas y nuestra necesidad de tener cosas concretas, es muy difícil.
    Un cariño
    Pato

  • Alejo Alberdi

    Lo que no puede explicar ni la madre que lo parió, es que el Padre y el Hijo sean coeternos, uno de tantísimos absurdos teológicos que se tragan sin pestañear las ovejitas cristianas -y eso, los que conocen esta peculiaridad de su fe, que no serán muchos.

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