Cuenco lleno

Cuenco

Se cuenta que un investigador europeo interesado en el budismo visitó en una ocasión a un maestro zen. El investigador contó al maestro lo que sabía del zen y demostró que conocía todas las distinciones y todas las escuelas budistas. El maestro entonces le ofreció tomar un té y empezó a verter el líquido sobre el cuenco.

Mientras continuaba hablando, el investigador se dio cuenta de que el cuenco de té ya estaba lleno, pero el maestro seguía sirviéndolo como si no pasara nada. Cuando el té inundó la mesa, el visitante dijo: «Perdone, maestro, pero hace rato que ya no cabe más té en el cuenco». El maestro sonrió, dejó de servir el té y dijo: «Lo mismo le sucede a usted: ¿cómo pretende aprender algo nuevo si antes no vacía un poco su mente?».

 

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ÁLBUM DE FOTOS

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