Cómo se escuchaba en Grecia y Roma… y cómo deberíamos escuchar ahora (una presentación accidentada y magnífica)

El lunes 22 de abril tuve el placer inmenso de regresar a Vigo para presentar un nuevo libro en el Club Faro de Vigo, bajo la siempre perfecta organización de Isabel Rodríguez. Fue un placer volver a verla y reencontrarme también con un presentador de lujo: Jorge Álvarez Yágüez. Todo salió de maravilla, con un lleno total, a pesar de que, apenas media hora antes del comienzo de la presentación, Jorge sufrió un doloroso accidente, cuando le cayó encima un vaso de agua hirviendo. Pese a las quemaduras y a tener que ir corriendo a comprarse ropa nueva, porque la que llevaba quedó empapada, Jorge se reveló como un verdadero estoico y con elegancia y humor llevó adelante una estupenda presentación. Aquí puedes ver la primera parte.

TRANSCRIPCIÓN

DANIEL TUBAU: Vamos a empezar. Primero tengo que explicar el retraso. Hemos tenido un accidente. Nuestro presentador ha tenido un terrible accidente. Le ha caído encima un vaso de agua hirviendo y está todo quemado por aquí…

PÚBLICO: ¡Ohhh!

Daniel: Por eso es el retraso. Sentimos llegar tarde, pero el pobre se ha tenido que comprar ropa nueva.

JORGE ÁLVAREZ YÁGÜEZ: Bueno, pues nada, bienvenidos a todos, estoy asombrado de la cantidad de gente interesada en Plutarco.

(SE PRODUCE OTRO PEQUEÑO ACCIDENTE)

JORGE: Está claro que es el día de los accidentes. Bueno, pues les decía, les felicito, desde luego, porque no es nada usual en este país tanto interés por un clásico, que además no es como Aristóteles o Platón, sino Plutarco. Merece siempre la pena destacar que concite esta atención. No es solamente PLutarco, claro, es Daniel Tubau.

Bueno, pues nada, brevemente presentaros a Daniel Tubau, aunque ya nos ha visitado otras veces, ha estado aquí con nosotros también hablando de cuestiones griegas, porque la última vez fue sobre un magnífico libro sobre el escepticismo [Sabios ignorantes y felices], nada usual porque no es un tema sobre el que haya publicaciones además es una corriente que ha sido un tanto minusvalorada a lo largo de la historia de la filosofía. Entonces tuvimos una ocasión estupenda de conversar con él, y hoy vuelve con un libro distinto, pero también dentro del mundo griego, que es Cómo escuchar. Es una verdadera joya. Me ha llamado la atención que una editorial (se lo comentaba) lo haya elegido para editar aisladamente, no como suele editarse a Plutarco, dentro de un conjunto de obras. Y magníficamente acompañada por un prólogo y luego un par de epílogos o anexos en los que se sitúa al autor, desde un punto de vista del que no sabe nada de Heráclito, digo de Plutarco, para contar quién es este señor, etcétera, etcétera, hasta darnos un montón de referencias para que estén más situados. Y también para que aprovechen mejor su lectura de Plutarco.

Los que lo leáis, veréis que Plutarco es un autor muy accesible, es un autor que escribía muy bien. Daniel defiende la obra y el estilo de Plutarco, que, como decía, tiene un estilo muy accesible porque cita mucho, menciona diversos autores, pasa de un punto a otro con una amenidad inusual.

Y entonces, entre el equipamiento estudioso que hace Daniel Tubau del autor y del tema de la obra, de escuchar, y el propio Plutarco…, pues me parece un libro magnífico, magnífico, para introducirse en un tema muy especial y que nos interesa hoy. Los clásicos interesan siempre, por eso son clásicos, pero este tema es especialmente actual y es muy interesante que hayan tenido ese fino criterio de elegir esta obra, porque realmente merece la pena en relación con los problemas de escuchar hoy. No solo de escuchar en los tiempos de Plutarco, que todos los que tenían escuelas siempre se quejaban de que sus alumnos no les escuchaban. Séneca hacía una distinción que me resultó muy graciosa, inquilinos, inquilini, y discipulis, discípulos, ¿no? Los inquilinos eran los alumnos que pasaban por ahí. En fin, oían pero no escuchaban. Los discipulis sí sabían escuchar. Es una distinción que viene muy al pelo, ¿no?

En fin, Daniel Tubau escribe y mucho, es un autor fecundo y además es… Bueno, estas presentaciones suelen ser así como muy generosas, pero yo lo digo sinceramente: realmente expone con mucha claridad, con orden conceptual, con muy buena información, y es ameno, realmente. Sus libros se leen muy bien y no se le caen de las manos a nadie, ni al que se introduce por primera vez, ni al más especializado. Y esto creo que quizá tenga algo que ver con lo que él se dedica: es de formación filósofo, pero en realidad se dedica a dar clases sobre el trabajo en guion, tanto para programas de televisión o cine, etcétera. Y también a sus talleres de literatura, tanto en España como fuera de España. Ahora regresaba de Cuba, de trabajar allí sobre guiones de cine, y quiero pensar que eso ha influido en su estilo. Uno no puede permitirse un guión que decaiga, que haya algún momento en el que uno pierde el hilo. Y en sus libros no ocurre esto, pues no se pierde nunca el hilo. Por otra parte, con esto acabo, es un buen conocedor de toda la cultura griega, que está muy presente en sus libros, incluso aquellos que parecen más distantes.

Porque está muy atento siempre a estrategias de razonamiento, a todo este problema de la comunicación, del diálogo, desde Maldita Helena, un libro sobre la heroína de Homero, hasta el libro que he mencionado acerca de los escépticos, y ahora este sobre Plutarco.

Pero también ha publicado libros con una gran sustancia filosófica, como Nada es lo que es, que ya el título te engancha, hasta trabajos ya más técnicos para quienes se interesan por el guion, por todo este mundo. Será un placer conversar aquí con él y que vosotros podáis, si queréis, hacer preguntas. Si queréis más información, sí os recomendaría la página web que tiene, que es magnífica, porque tiene muchas cosas, muchos textos, imágenes… Ahí podréis tener una idea del amplio trabajo que él hace.

Bien, desarrollaremos esto como suele ser costumbre, primero hará una breve exposición sobre esta temática al hilo de la edición de Cómo Escuchar y luego mantendremos también una breve conversación sobre ese tema y a continuación haremos un foro.

DANIEL: Gracias. Yo también estoy muy sorprendido de que estáis aquí, escuchando.

Este libro, ¿de qué trata? Pues trata de vosotros, precisamente, porque trata de escuchar, de los que escuchan. Situaré un poco primero a Plutarco. Plutarco es un autor griego. Hay gente que cree que es romano, porque pertenece a la época en que Grecia ya no tiene independencia, ya está bajo el control de Roma, y está ya mezclado con autores latino Pero Plutarco es griego. Nació en Querónea.

Querónea es un lugar que está en Beocia, Beocia es una región que es justo la región vecina de Atenas, el Ática. La región del Ática, donde está Atenas, la famosísima Atenas. Beocia es la región en el norte del Ática y eran grandes rivales, además. Eran dos regiones siempre enfrentadas, siempre en polémica, casi tantas como la que había entre Esparta y Atenas. Habéis oído todo eso de las guerras entre Esparta y Atenas, etc. Pues entre Beocia y Atenas también había muchos conflictos.

Cuando nació Plutarco, ya Beocia y la capital de Beocia, que es Tebas, ya no tenía el poder que había tenido antes. Ya estaba bajo tutela romana toda Grecia. Pero, por decir algunas cosas que pasaron en Beocia, para que os situéis más o menos, por ejemplo, estaba el poeta Hesíodo, que es el que escribió las historias de los dioses. Tiene un libro muy famoso que se llama la Teogonía, donde cuenta el origen del universo desde el caos original, cuando el principio femenino Gaía ordena el caos. Los griegos no pensaban que hubiese nada y que de ahí surgiese algo, sino que pensaban que siempre ha existido el caos y que el principio femenino lo ordena ese caos.

Bueno, pues Hesíodo, que era un pastor beocio, estaba un día allí en el monte, cuidando a sus cabras u ovejas, y entonces se le aparecieron nueve mujeres que le empezaron a insultar. Entonces se preguntó: pero ¿por qué me insultan esas mujeres que han aparecido aquí? Le decían. «Vago, tú que sólo piensas en descansar y no en trabajar. Pero después de los insultos se dio cuenta de que tenía ya el don de la poesía y que a partir de ese momento ya podía contar las historias de los dioses y de los héroes. Y todas esas historias venían por inspiración de esas nueve mujeres que eran las musas, naturalmente. Yo tengo un libro, precisamente de guión, que se llama, por eso que decías, de contenido griego incluso fuera de los libros griegos o latinos, y se llama La Musa en el Laboratorio. Es un libro de creatividad. De Lo que habla es de creatividad y de cómo la musa, la creatividad, ha sido estudiada en el siglo XIX y XX, cuando empezó a ser estudiado el proceso creativo. Tenemos por lo tanto a Hesíodo, un personaje importante de Beocia.

Después tenemos otro que todos conocéis, sin ninguna duda, otro personaje de esa región de Beocia. Es Edipo, también de Tebas. Y lo más importante también, en Beocia está el santuario de Delfos. El santuario de Delfos, el gran oráculo griego, pues está allí, precisamente también en Beocia. Y eso es importante porque, aunque Plutarco ya nació en una época en la que ya Beocia y Grecia en sí ya no tenían el poder, sin embargo el oráculo era para los romanos un poco como pasaba con los estadounidenses cuando viajaban a Europa, sobre todo en los años 50, incluso antes, en los años 20 del siglo XX y al final del siglo XIX. El viaje a Europa era el viaje a la cultura. Los romanos pensaban lo mismo de Grecia, viajaban a Grecia y buscaban allí la cosa folclórica, curiosa, peculiar, etc.

Y uno de sus atractivos era el oráculo de Delfos. Ya no tenía la importancia que tuvo antes, pero precisamente Plutarco ayudó a reconstruirlo y a darle otra vez cierta importancia. No tenía ya el poder de decidir, como antiguamente, el destino de los estados griegos y todo lo demás, pero sí, , que volvió a tener cierta importancia. Fue sacerdote de Delfos. Había dos sacerdotes y él era uno de ellos.

O sea que, como veis, era un personaje importante. Se dice que tuvo varios cargos, hay discusión acerca de unos y de otros, que si fue procurador de una región… Pero, claramente, estuvo bien relacionado con el poder romano. Parece que tuvo amistad directa con el emperador Vespasiano. Lo conoció personalmente, estuvo con varios emperadores, fue una época muy revuelta de muchos emperadores, cuatro emperadores disputándose el trono, la época de Nerón… Digamos que estamos en una época realmente bulliciosa y Plutarco hay momentos en los que se queja de la época en la que vive y que preferiría que le hubiera tocado otra época, porque es una época de disturbios. Pero en realidad no son tantos disturbios, sobre todo para Grecia. Para Roma si, pero Grecia precisamente estaba más tranquila que en épocas anteriores, cuando los estados de Grecia estaban siempre en guerras continuas: Esparta contra Atenas, los Macedonios, eran guerras continuas y ahora aquello, al menos en la parte griega, era más o menos una balsa de aceite comparada con el resto del imperio romano.

No sabemos muchos datos de su vida. Parece que se casó dos veces y que, por lo menos en el segundo matrimonio, fue muy feliz, se conoce el nombre de sus hijos, porque él mismo lo menciona en algunos de sus libros.

Plutarco tiene dos colecciones de obras muy famosas, una son las Vidas paralelas.

En las Vidas paralelas lo que hace Plutarco es comparar a un personaje romano con un personaje griego. Un personaje griego y un personaje romano y encuentra las similitudes y las diferencias entre unos y otros. De estas Vidas paralelas se conservan bastantes, yo creo que serán 20 o 30, pero parece que escribió muchas más, que se han perdido, lamentablemente.

Esta es una de las grandes colecciones, las Vidas paralelas de Plutarco. Y después tiene otro grupo de libros bajo, el nombre de Moralia, escrito morales, en griego sería Ética, ¿no? La Moralia tiene todo tipo de escritos… De todo lo que os podéis imaginar. Entre los más importantes es toda una colección que se llama Charlas de Sobremesa. Charlas de sobremesa, lo que eran los simposios o banquetes griegos, donde se reunían y hablaban de diversos temas. Las charlas de sobremesa son muy interesantes. También tiene un libro que se llama El banquete de los eruditos, que es un banquete imaginario de eruditos, muy divertido.

En esas Charlas se habla de todo lo que os podáis imaginar, de cualquier tema imaginable… Por ejemplo se habla de si los judíos, por ejemplo, no comen carne de cerdo por religión o por gusto. Si les da asco o es por religión. Entonces se ponen a discutir sobre ese tema, ¿no? Después hay una muy curiosa, a ver si me acuerdo, porque es curiosa, es algo así como: ¿por qué en el vino lo que está en medio es lo mejor, en el aceite es lo que está abajo y en, no sé si en la leche es lo que está arriba? [En realidad es: «En el aceite lo bueno está arriba, en el vino está en el medio, y en la niel es lo que queda abajo»]

Bueno, pues tiene las charla de sobremesa y, dentro de las Moralia, tiene también un montón de ensayos, muchos ensayos. Esos ensayos fueron muy importantes, tanto que ha sido una influencia tremenda. El ensayo moderno, tal como lo creó el francés Michel de Montaigne, es una imitación de Plutarco. Michel de Montaigne lo que hizo fue imitar estos ensayitos, como este de Cómo escuchar.

Y entonces, a partir de ahí, de Montaigne, viene todo el ensayo, que es una cosa más ligera que los tratados, ¿no? Los tratados son un estudio a fondo tremendo.

Tenemos ahí esa tremenda influencia de Plutarco. Y luego, tiene una influencia muy potente y muy curiosa también en Shakespeare. Muchas de las obras de Shakespeare están tomadas de las Vidas paralelas de Plutarco: Julio César, Marco Antonio y Cleopatra, Coriolano…

Como veis es un autor que está ahí y que tiene mucha influencia. A lo mejor no se habla tanto de él como se habla de los estoicos, evidentemente, que son de los que se habla constantemente, como Séneca, Marco Aurelio, Epicteto, ¿no? Pero que sin embargo la influencia sigue ahí y se sigue editando.

Yo digo al principio del libro que ha habido a lo largo de la historia tres autores que han tenido la suerte de tener muchos libros publicados, autores clásicos, con muchas obras, y que esas obras se han reeditado constantemente, y a pesar de que se edita en distintas editoriales el mismo título, sin embargo no saturan el mercado. Y esos son Cicerón, Seneca y Plutarco. Ellos fueron admirados durante siglos y siglos, con una influencia tremenda, y se siguen editando y editando. Podéis ver, por ejemplo, que de Marco Aurelio, ahora debe haber como quince ediciones de sus Meditaciones por lo menos en editoriales españolas, y sin embargo todas venden muchísimo. Son esos libros, como El arte de la guerra de Sun Tzu, del que también he hecho una versión con Ana Aranda Vasserot, y que se edita y se edita y se digita… «Oye, pero esto ya lo han editado muchas editoriales, ¿vamos a editarlo también? Pues sí, y se vende esa y se venden todas los demás ediciones, de esos autores.

Digo también en el libro que Plutarco y estos clásicos muchas veces no los encuentras en el escaparate de la librería, pero lo encuentras en el estante siempre. Eso es importante, ¿no? Si vas al estante, encuentras estos libros.

Bueno, pues esta es una semblanza muy rápida de lo que era Plutarco.

Es increíble la erudición que tiene, se calcula que hay entre 8.000 y 10.000 citas en sus libros. Hay autores de los que no sabríamos de su existencia, si no los mencionara Plutarco, no sabríamos ni que han existido, porque es el único que los cita.

Lo bueno que tiene Plutarco, creo yo, es que, efectivamente, tiene citas muy bien elegidas, citas realmente curiosas, divertidas, realmente muy bien elegidas. Pero, al mismo tiempo, no es erudición por erudición, no es cita acumulada, amontonada, una detrás de otra, sino que las citas están unidas. Yo lo comparo, siguiendo una metáfora de un autor chino, con un collar de perlas, no son perlas en un plato, como si cada cita fuera una perla volcada en el plato, sino que están unidas por un collar y ese collar es muy bonito.

Eso es lo que hace Plutarco, avanza con un poderoso argumento, en este caso acerca de cómo escuchar, y lo va engarzando con citas, pero tiene un argumento.

Esto lo que hace Plutarco. Avanza con un poderoso argumento y va situando las citas que lo refuerzan. ¿Qué pasa? Pues, fíjate, lo que decías al principio, lo que hago al final del libro en la defensa del estilo de Plutarco.

Porque Plutarco ha sido criticado y se ha dicho que no es un autor que tenga un estilo interesante, que no te sorprende su estilo. Pero eso es muy discutible. Como cita tanto, da la sensación de que no opina. Eso pasa muchas veces ¿no? Mi padre me enseñó que cuando tú citas lo que haces es pagar deudas. Hay autores que no citan nada, y parece que todo les ha salido de la cabeza como Atenea de la cabeza de Zeus, completamente armada… que se les ha ocurrido todo a ellos, pero no es verdad.

Eso pasa mucho en el mundo del guion, donde yo trabajo mucho y tengo cuatro libros. Los teóricos de guion nunca citan a nadie. Es como si todo se les hubiera ocurrido hace un año a ellos.

Plutarco cita mucho, pero siempre mantiene un argumento y, claro, muchas veces no te das cuenta, te da la impresión de que son los otros los que opinan, pero las citas las ha seleccionado él y las ha seleccionado para seguir un discurso y un argumento que sigue metódicamente hasta llegar a donde quiere llegar.

Así que, realmente, sí que hay una personalidad. Se dice también que no vemos la personalidad de Plutarco. Hay mucha discusión sobre eso: que no vemos a autores antiguos… con «ver» me refiero ala personalidad, a ver al hombre y a la mujer… aunque hay pocas mujeres: Safo, Hipatia, Aspasia… Se dice que no vemos a la persona que hay detrás. Yo creo que sí. Que vemos bastante más. Es cierto que se dice que con Montaigne, por ejemplo, vemos al hombre… porque Montaigne habla de todo, cuenta incluso si va al váter y dice cómo le ha ido y cómo no le ha ido. Plutarco no llega a esos detalles, ¿no?

Pero yo creo que sí que vemos a Plutarco y tengo pendiente un estudio de la personalidad de Plutarco que claro, con tanta citar… En las charlas de sobremesa donde él mismo participa, y a veces participan sus hijos, sobre todo uno de ellos al que le tiene especial cariño, él no se menciona a sí mismo por su nombre pero se menciona en primera persona: «Y entonces yo dije…». Bueno, yo creo que sí que se puede hacer una investigación acerca de la personalidad de Plutarco, y que esa personalidad se trasluce a pesar de que se mantiene un poco apartado.

Bueno, pues este es Plutarco y el libro Cómo escuchar, que es un ensayito de Plutarco.

Plutarco tiene dos ensayos de título parecido, este de Cómo escuchar y después tiene otro que se llama Cómo debe el joven escuchar la poesía, que es un libro sobre cómo los jóvenes deben escuchar los poemas, también desde un punto de vista muy educativo. Plutarco, en este sentido, piensa que todas estas escuchas son para formarse.

Este libro, Cómo escuchar, está dedicado a un joven, hijo de un amigo suyo, a un joven que se llama Nicandro. Este Nicandro ya ha entrado en la edad adulta, y él lo pone como una metáfora, que ha adoptado ya las marcas de adulto en el traje, en el vestido, y entonces le dice: «Tú pensarás, Nicandro, que ahora que ya has entrado en la vida adulta ya no tienes maestro, ya no tienes que escuchar, pero no, todo lo contrario, ahora tú tienes un maestro y lo vas a tener toda tu vida. Y ese maestro eres tú, y ese maestro es la razón, y a ese maestro le vas a tener que seguir escuchando siempre Aparte de seguir escuchando a otros también, naturalmente. Porque ese va a ser el gran maestro al que siempre debes seguir y siempre debes escuchar: la razón y tu propio pensamiento.

Además de la biografía de Plutarco y la defensa de su estilo, el libro incluye un ensayo mío que se llama El arte de escuchar… a los demás. La razón es que el ensayo de Plutarco Cómo escuchar se refiere a cómo escuchar a oradores, a los profesores, a los maestros, a los filósofos, esa es la idea.

Fijaos que esto queda muy claro en la traducción al inglés, cuando muchas veces se traduce el texto de Cómo escuchar algo así como: How to listen the lectures. «Lectures», lecturas o conferencias. En inglés e conserva la palabra latina de «lectura». Y por eso a los discípulos, como decías antes, se les llama «los que escuchan». Y fijaos que eso está en la Biblia, que dice: «Quien tenga oídos para oír que escuche». Y esos son los discípulos, se está refiriendo a los discípulos.

Plutarco habla de cómo escuchar esas conferencias o lecturas, etc.

Lo que yo hago en mi ensayo es contar opiniones del propio Plutarco acerca de cómo escuchar a los demás, por ejemplo, en conversaciones y charlas, por ejemplo en sus Charlas de sobremesa, selecciono textos de sus charlas y de otros escritos suyos, y de otros autores clásicos. Y además también lo comparo con un aspecto moderno de la escucha y cómo esto nos afecta, y hago una comparación entre ver y escuchar. Todo eso junto hace el librito que tenéis aquí.

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