La elipsis creativa
Un aspecto interesante en la narrativa audiovisual es la relación de la idea de causa y efecto con el relato, con aquello que queremos contar a los espectadores. Porque una de las claves de la escritura del guión es precisamente el uso de la de la relación causa/ efecto. Nos sirve tanto para aprovecharla como para negarla. Cuando la aprovechamos, la elipsis nos puede servir para ahorrarnos un montón de tiempo: evita que tengamos que contarlo todo.
Ahora bien, hay dos tipos de elipsis, la explícita y la implícita.
Un ejemplo de elipsis explícita es cuando un hombre se afeita. Aunque en la vida normal sin duda tardará al menos unos cuatro o cinco minutos, en una película lo vemos en 20 o 40 segundos, incluso menos, apenas tres o cuatro segundos. Quizá en cuatro planos sucesivos: se echa espuma, pasa la cuchilla por un lado de la cara, la pasa por el otro y se quita los restos de espuma. Y sin embargo, como espectadores tenemos la sensación de acción continua.
Por el contrario, la elipsis explícita puede ser desde aquello del título o el rótulo de “20 años después”, algo que en una película se puede mostrar sin necesidad siquiera de un rótulo: un niño estudia y, por encadenado, vemos que ahora está estudiando un hombre. Eso nos dice que ese niño se ha hecho mayor (y que sigue estudiando).
Pero la elipsis, además de implícita o explícita también puede ser creativa. Pondré un ejemplo en el que una pequeña elipsis crea intriga. Vemos a unos atracadores que detienen su automóvil junto a un banco, dos de ellos bajan y entran en el banco. Elipsis. Vemos el automóvil alejándose por una carretera campestre.
En este ejemplo, hemos mostrado al espectador el planteamiento (la entrada en el banco) y el desenlace (los ladrones en la carretera), pero hemos evitado contar el desarrollo, es decir, lo que ha sucedido dentro del banco. Eso despierta la curiosidad de los espectadores. Eso es una elipsis creativa, porque no solo nos sirve para ahorrar tiempo o avanzar en la narración sino para provocar una pregunta o enigma: “¿Qué tal ha ido el atraco?”.
Ahora bien. Podríamos contarlo de otra manera, sin usar ninguna elipsis temporal, pero haciendo que la narración sea quizá más interesante.
Ahora vemos a los atracadores entrar en el banco, escuchamos un disparo y lo siguiente que vemos es a los tres huyendo en el coche. Ahora, aunque no hemos quitado nada de tiempo (puede haber sido en plano secuencia) el espectador sabe que ha pasado algo importante dentro del banco y está deseando descubrirlo.
En los dos casos hemos jugado con la ocultación de la realidad, de una parte de la realidad.
En el primer caso, no hemos informado al espectador de que se produjo un disparo, así que el espectador se pregunta si han logrado llevar a bue término el atraco. En el segundo caso, hemos dejado que el espectador escuchara el disparo pero hemos ocultado la imagen que se corresponde con ese sonido: hemos hecho más una elipsis espacial que temporal, al no mostrar el interior del banco. En este caso, el espectador se pregunta también cómo ha ido el atraco, pero además se pregunta qué sucedió dentro, por ejemplo si ahora alguno de esos ladrones es también un asesino.