CUADERNO DE BIOLOGÍA: Charles Darwin

Es obvio que no soy muy original en mi admiración hacia Darwin, lo que resulta muy razonable, puesto que es posiblemente el científico más importante que ha existido nunca. Su teoría de la evolución quizá no tenga la sofisticación teórica de las leyes de Newton, o de la relatividad de Einstein, pero posiblemente ha sido la teoría que más ha influido en la sociedad. Acabó casi por si sola con la religión revelada, aunque algunos (entre ellos quizá mil millones de musulmanes) todavía no se han enterado de la noticia.

Además de ser un gran científico, un escritor delicioso y ocurrente, sensato, prudente y arriesgado, valiente y moderado, modesto y respetuoso, fue, creo, una gran persona. En el sentido en el que lo decía Antonio Machado: «Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno».

Siento hacia Darwin algo más que admiración, se trata más bien de una  especie de amor y de respeto que quizá me haga menos receptivo a sus errores, como me sucede con otros pensadores a quienes amo. La verdad es que no recuerdo ahora nada que me disguste en Darwin, excepto el uso que algunos han hecho de su teoría (lo que no es culpa suya, creo) y los errores que pudo cometer aquí y allá, como nos sucede a todos. Me gusta de manera especial la manera en la que él mismo consideraba las implicaciones de su teoría. Aquí hay un ejemplo en una carta a su hijo:

«Una palabra más sobre las «leyes diseñadas» y los «resultados no intencionados». Veo un ave que quiero comerme, cojo mi escopeta y la mato. Esto lo hago intencionadamente. Un hombre bueno e inocente está de pie bajo un árbol y un rayo lo mata. ¿Tú crees (y de verdad me gustaría oírlo) que Dios mató intencionadamente a ese hombre? Muchas personas, tal vez la mayoría, lo creen; yo no puedo creerlo y no lo creo. Si tú crees eso, ¿crees que cuando una golondrina atrapa a un mosquito, Dios planeó que esa golondrina atrapara a ese mosquito concreto en ese instante concreto? Yo creo que el hombre y el mosquito están en la misma situación. Si ni la muerte del hombre ni la del mosquito estaban planeadas, no veo ninguna razón para creer que su nacimiento o formación original estuviera necesariamente planeado».

Es curioso que uno de los errores de Darwin parece ser que fue un poco lamarckiano. Resulta curioso que quien refutó el lamarquismo llegase a considerarlo como posible. Pero no es tan extraño si tenemos en cuenta que una abrumadora proporción de las personas no especializadas en biología interpretan hoy en día la evolución desde un punto de vista lamarquiano, cometiendo una y otra vez el error de creer en la transmisión de los caracteres adquiridos. Yo creo que en el caso de Darwin su leve lamarquismo era una prueba de su amplitud de miras y su falta de dogmatismo, pues en su época ni siquiera se conocían los trabajos de Mendel ni por supuesto la teoría del gen. De hecho, tiempo después de la muerte de Darwin, el darwinismo llegó a considerarse erróneo durante 10 o 15 años. Ya hablaré de todo esto.

2017
Por otra parte, en años recientes se ha introducido en la teoría evolutiva un cierto tipo de lamarquismo curioso pero razonable, que creo, además, va en la línea de las cosas que decía Darwin. Me refiero a los rasgos epigenéticos, que pueden trasmitirse a la descendencia. No es lamarquismo en el sentido de caracteres adquiridos mediante el esfuerzo del individuo pero si pueden ser considerados características heredables adquiridas por la acción de un individuo que se trasmiten a su descendencia, por ejemplo, la no activación de un gen debido a una mala alimentación.


[Publicado en 2004]


 

CHARLES DARWIN

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