La teoría kantiana de lo apriorístico bajo el punto de vista de la biología actual

Hay algunas cosas que no entiendo, pero que seguramente entenderé cuando conozca a fondo la gnoseología evolutiva.

Konrad Lorenz plantea qué hubiese podido pasar si nuestra historia evolutiva hubiera sido distinta, y se pregunta: “¿Hay algún mínimo de probabilidad de que las leyes más generales de nuestro aparato cognoscitivo no estuviesen relacionadas con las del mundo real?”

Pues bien, ¿cómo sabe Lorenz que ahora esas leyes sí están relacionadas con el mundo real?

De todos modos, aunque creo que las teorías de Lorenz son más o menos correctas, cada vez cobra más fuerza en mí la idea de que el mundo real no existe. !Ojo! No estoy hablando de solipsismo. Solamente digo que nosotros vemos unos aspectos del mundo y otras especies pueden ver otros. Eso no quiere decir que nosotros o esas especies veamos algo falso. Es imposible “ver” , por ejemplo, a un hombre desde el punto de vista holista (es decir, como un único organismo) y al mismo tiempo “verlo” átomo a átomo.

Eso no significa que el hombre compuesto de átomos sea falso, y tampoco que lo sea el individuo contemplado como tal. Así, supongamos que nuestros ojos tuvieran la potencia de microscopios poderosísimos y, en vez de ver personas, viésemos agrupaciones de átomos o de moléculas. ¿Estarían las leyes de nuestro aparato cognoscitivo relacionadas con el mundo real? La respuesta, seguramente sería “Sí”, para Lorenz. Pero, ¿y sí nuestros hipotéticos sentidos captasen la “realidad” de una manera que ahora no podemos intuir, pero que quizá descubriremos dentro dos mil años? En fin.

[¿1986?]

 

Comentario en 2020: esta nota de lectura es anterior a que empezara la carrera de Filosofía, pero ya entonces me interesaba ese terreno fronterizo entre la gnoseología/epistemología/semiótica y la ontología/física/metafísica. Es decir, las preguntas acerca de qué es la realidad, o cómo está hecha, y las preguntas acerca de cómo conocemos o percibimos la realidad, y acerca de cómo la describimos. Es un terreno muy resbaladizo, por el que hemos patinado todos, desde Platón a Kant, desde los taoístas a los budistas o el vedanta.

Pero la pregunta de Lorenz sigue siendo interesante (¿Hay alguna probabilidad de que las leyes del mundo real no se correspondan con las de nuestro aparato cognoscitivo?) aunque parece difícil de poner a prueba. Es decir, podemos hacernos la siguiente pregunta: “¿Existe alguna manera de imaginar un aparato cognoscitivo diferente al nuestro y, a continuación, ponerlos a prueba ambos con el mundo real?”. La respuesta a todo esto puede quizá llevarnos a la máquina de Turing, pues cualquier aparato o modo de conocimiento que se pueda programar en forma de algoritmos o si se prefiere en forma de abierto/cerrado (o ceros y unos) es en definitiva equivalente. De este modo, podemos imaginar perfectamente que una inteligencia con un único sentido, digamos el oído, podría de una u otra manera, aunque fuese con apaaraatos muy sofisticados, captar lo mismo que captamos nosotros y traducirlo a su percepción, incluso los colores. Supongo.


[Textos 079. ¿1986?]

Metafisica

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