Alan Turing y las máquinas pensantes
Alan Turing y el juego de imitación
Turing se planteó el conocido interrogante “¿Puede pensar una máquina?”, y lo rechazó “porque carece de sentido”.
Creo que es cierto que este tipo de preguntas, que implican esencias, suelen llevar a callejones sin salida lingüísticos.
Se ha intentado a menudo definir qué es pensar o qué es la inteligencia y, como señala Allen Paulos, los que trabajan en la IA (Inteligencia Artificial) se quejan de que sus detractores acaban diciendo (aunque no siempre de manera explícita) que pensar es “aquello que no puede hacer un computador”. Eso me recuerda la también circularmente viciosa definición de quienes hacen tests para medir la inteligencia: “La inteligencia es aquello que miden los tests de inteligencia”.
Turing parece anticiparse y precaverse de tal actitud y lo que se pregunta es: “¿Hasta que punto es capaz de simular un ordenador que es un ser humano?” Dicho con sus propias palabras: “¿Qué sucede cuando una máquina sustituye al sujeto A (a la mujer) en el juego de imitación?”.
El juego de imitación
La propuesta de Turing es poner a prueba a las maquinas con el llamado “Juego de Imitación”.
En el Juego de Imitación participan tres personas:
A (un hombre)
B (una mujer)
C (un interrogador, que puede ser indistintamente hombre o mujer).
El interrogador, situado en otra habitación , debe hacer preguntas a los dos sujetos, que para él son tan solo A y B, y determinar a partir de sus respuestas quién es el hombre y quién es la mujer.
El interrogador en realidad solo debe ser capaz de decir quién de los dos es un hombre (y por tanto que el otro es una mujer).
Naturalmente, las respuestas de A y B deben llegar a través de un medio neutro: a través de un mensajero, mecanografiadas, por la pantalla de un ordenador, etc.
Pero además, A y B participan de distinta manera en el juego: el cometido de el hombre es intentar que el interrogador se equivoque y el de la mujer es ayudarle a acertar.
Pues bien, a partir de ese juego, que se practicaba en su época, Turing propone la siguiente pregunta: ¿Qué sucede cuando una máquina sustituye a la mujer en el juego?
La nueva pregunta establece una línea definida entre las aptitudes y características físicas de una persona y las intelectuales. (Así, si hubiese robots con piel humana indistinguibles de seres humanos auténticos, no sería necesario impedir que el interrogador viese y oyese a los interrogados).
Pero surge una objeción: “¿No serán las maquinas capaces de hacer cosas que puedan ser definidas como pensamiento pero que en realidad sea nalgo muy distinto a lo que hace una persona cuando piensa?”
Turing descarta por el momento tal pregunta, porque él sólo pretende averiguar si las máquinas pueden jugar bien al juego de imitación. Si pueden engañar al interrogador.
Para no caer de nuevo en controversias esencialistas acerca de lo que es una máquina, Turing limita la participación en el juego “a las computadoras o máquinas digitales”.
¿Qué es una máquina digital?
Según Turing, las máquinas digitales constan de tres partes:
a) almacenamiento,
b) unidad procesadora
c) control.
Turing describe la conocida analogía entre los computadores y el cerebro humano y hace notar que “el empleo de la electricidad no es teóricamente relevante” para definir las máquinas digitales.”.
La característica más importante de las máquinas digitales es que son “máquinas de estado discreto”; esto es, que “pasan de un estado bastante definido a otro” (todo/nada, abierto/cerrado, 0/1).
Esta característica hace universales a las máquinas digitales: cualquier programa es tratado de igual modo por máquinas de capacidad semejante. Algo que suelen olvidar sus críticos, es que Turing no se pregunta si las máquinas actuales (para él, las de 1950) pueden pensar (aunque Turing no habla de “pensar, sino de jugar al juego de imitación), sino si podrán hacerlo alguna vez (pensar/jugar al juego). No se está intentando averiguar si existen ahora computadoras capaces de jugar al Juego de Imitación, sino “si existen computadoras imaginables que actúasen bien en él”.
Tras esto, Turing regresa a la pregunta inicial y da su opinión personal:
“Dentro de unos cincuenta años se podrá programar computadoras con una capacidad de almacenamiento aproximada de 10 elevado a 9, para hacerlas jugar tan bien al juego de imitación que un interrogador corriente no dispondrá de más de un 70% de las posibilidades para efectuar una identificación correcta a los cinco minutos de plantear preguntas”.
Además, dice, “a finales de siglo se podrá hablar de máquinas pensantes sin levantar controversias”.
Plantea entonces Turing las posibles objeciones a su propuesta.
Continuará…
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