Hacer y querer y terapia breve

Algunas notas  relacionadas con libros de psicología cognitiva o quizá con la terapia breve,que escribí en 2002.

1. Aunque parezca absurdo, desde el punto de vista psicológico a menudo es más importante hacer que querer.

De nada vale querer mucho, desear con toda la intensidad del mundo curarse. Toneladas de «querer» no son nada comparadas con un gramo de acción, de hacer.

Hay que recordar lo que dijo Goethe: «Al principio fue la acción». Dios no hizo el mundo por su querer, sino por su acción: «Y dijo Dios: «Hágase la luz».

No se dice en el Génesis: «Y pensó Dios», sino «Y dijo Dios».

La aparente paradoja es que para «hacer» es necesario querer hacer. Pero se trata de una contradicción tan solo aparente, porque:

a) Se puede hacer sin querer: en un trance hipnótico.

b) Se puede hacer sin querer porque no sabes que estás «haciendo». Por ejemplo, te ves en una situación que no has querido o buscado, pero que te obliga a reaccionar. Por ejemplo: te engañan para que hagas algo sin saber que lo estás haciendo.

c) Te pueden obligar a hacer algo que no quieres hacer.

Pero las razones más convincentes acerca de la posibilidad del hacer sin querer tienen que ver con las diferentes cosas que uno quiere:

  • Uno quiere curarse, pero no quiere dar los pasos que le llevan a la curación (lo dice Watzlawick al final de El lenguaje del cambio).
  • Uno está dispuesto a dar los pasos, pero no sospecha (o no admite) que le llevarán a la curación: porque no cree en el método o incluso porque no cree que haya necesidad de ninguna curación (de esto hablaré en el siguiente apartado)

2. Para curarse, lo primero que uno ha de saber que está enfermo (idea que hay que conciliar con lo de Eysenck: «Desaparecido el síntoma, desaparecida la enfermedad»).

[2018 Quizá haya que aclarar que el dictum de Eysenck solo se aplica a la vida mental, al trauma psiológico, por ejemplo,pero no a uan enfermedad: podemos tomar calmantes o sedantes y, al desaparecer el dolor, pensar que ya no tenemos una peritonitis, y equivocarnos, claro. En cuanto a la vida mental, no se puede descartar que la desaparición de un síntoma no implique necesariamente que ha desaparecido la enfermedad, pues parece que nuestro cerebro trabaja en mchos asuntos sin que nuestro yo de la vigili o consciente los perciba, al menos en todas sus operaciones. Pero, a grandes rasgos, tomada con prudencia, es una idea bastante correcta: cuando reaparezca el problema psicológico, al fin y al cabo también habrá reaparecido el síntoma]


[Escrito en 2002. Revisado en 2018]

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