Vixit
Al anunciar una muerte, los romanos decían “Ha vivido” (Vixit).
Al contrario que la vida, la muerte no se puede narrar, solo se puede constatar, sin más. Se puede contar la agonía, pero, en cuanto uno se muere, se acabó la narración.
Nadie suele detenerse a contar las etapas de esa muerte, que ya se considera como un suceso único. Nadie dice: “Se fue pudriendo durante diez días, luego llegaron unos gusanos y comieron sus ojos”, etcétera. Para que haya una narración tiene que existir un héroe que actúe y dejarse comer por los gusanos no parece mucha acción.