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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
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¿Sufren los estoicos con el placer y disfrutan con el dolor?

En Estoicismo, camino al éxito y al fracaso dije que no le vendría mal al pensamiento estoico un poco de sano escepticismo, para atemperar un poco su extremo rigor y su sequedad. Y también sería sin duda muy conveniente un poco de epicureísmo, un poco de aceptación del placer.

No pretendo que los estoicos se olviden de sus férreos principios para sumergirse en el placer, pero al menos sí se les puede pedir un poco más de coherencia. Porque no tiene mucho sentido la desproporción de trato que establecen entre dos emociones básicas, como son el placer y el dolor. En el estoicismo se rehúye el placer de manera activa, pero no se hace lo mismo con el dolor, que no se rehúye y se soporta valientemente.

Esto parece bastante contradictorio con la idea estoica de seguir la naturaleza: ¿no está en nuestra naturaleza tanto sentir placer como sentir dolor? Si ellos dicen que esas pasiones nos deben resultar indiferentes, ¿por qué rechazan con tanta vehemencia el placer?. Eso no es indiferencia. Al leer a estoicos como Epicteto casi parece que lo vemos disfrutar con el dolor y el sufrimiento, pero correr asustado ante la presencia del placer, como si quisiera recuperar la herencia cínica del estoicismo y aquello que dijo Antístenes: «¡Antes prefiero morir que sentir placer!». Me parece que demostrarían mucho mejor la idea estoica de no dejarse afectar por las pasiones extremas si también soportaran el placer con entereza.

Por mi parte, creo que es preferible aceptar el placer y el dolor como ingredientes inevitables de una vida plena, como decía William Blake, y reservar la entereza estoica para aprender a aceptar esas emociones sin quedar sumergidos para siempre en ellas; y para rechazar las pasiones y emociones vanas e inútiles, como el preocuparse constantemente por lo que piensan los demás. Hay que interesarse por lo que piensan los demás, por supuesto, pero no angustiarse o inquietarse si no piensan siempre lo que nosotros queremos que piensen.

Como dice mi amiga Ana Aranda, puedes aplicar en tu vida diaria lo mejor del estoicismo y del epicureísmo: si vas a una fiesta, a un concierto, a las fiestas del carnaval o a una discoteca, disfruta de todos los placeres que sobrevengan, pero también recuerda que te pueden pisar, empujar y tirar una copa encima. Si recuerdas que esas cosas también pasan en las fiestas, evitarás que te arruinen la noche… y el placer.

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