Sherlock Holmes y las pisadas misteriosas
En las páginas de No tan elemental, me referí a lo que la ciencia detectivesca tiene que decir respecto a las pisadas, un asunto que todavía espera a un buen sistematizador capaz de separar lo significativo de lo accesorio y demostrar que las pisadas pueden llegar a tener valor probatorio en un juicio. Louise Robbins lo intentó en 1985 con Footprints: Collection, Analysis and Interpretation y por un momento pareció que lo había conseguido, pero la conclusión de los expertos fue que todavía queda mucho camino que andar en este terreno.
En No tan elemental conté también uno de los más extraños casos a los que se enfrentó Sherlock Holmes, en La aventura del colegio Priory cuando descubre en la escena del crimen decenas de pisadas de vacas:
“Ahora, Watson, haga un esfuerzo. Intente recordar. ¿Puede
ver aquellas pisadas en el sendero?
—Sí que puedo.
—¿Y no recuerda, Watson, que a veces las pisadas eran así
—colocó una serie de miguitas de pan de esta forma:
— y otras veces así:y muy de cuando en cuando así:
?
¿Se acuerda de eso?”
Watson responde que sí se acuerda, pero que no entiende en qué puede ayudar examinar las pisadas de vacas para resolver el misterio que tienen entre manos. Holmes le indica que lo asombroso es que se trata de una extraña vaca, que camina tanto al trote como al paso como al galope. Además, han examinado la zona y no han encontrado ninguna vaca en los alrededores, sino sólo caballos.
Una pequeña curiosidad colma el vaso de las observaciones de Sherlock Holmes, porque su método o sus métodos no consiste en descubrir una única pista que lleva a la solución de un misterio, sino en la acumulación de datos y rarezas que no pueden ser explicados excepto con una única hipótesis.
Esto es algo que olvidan muchos de los comentadores de las aventuras de Holmes, que se muestran escépticos porque el detective haga una explicación más o menos discutible de este o aquél dato, porque insisto en que en las investigaciones de Holmes los datos se van acumulando como el agua en un vaso, hasta que uno de ellos colma el vaso y se derrama, indicando que allí falla algo. Como es obvio, el bueno de Watson sólo nos ofrece un resumen de los datos que él considera más relevantes, que no siempre lo son, pues más bien suelen ser tan sólo los más llamativos o novelescos.
La pequeña curiosidad, el detalle nimio que aquí colma el vaso de la paciente observación de Holmes es que los caballos tienen herraduras viejas… con clavos nuevos.
Una pequeña curiosidad, un detalle nimio colma el vaso y ofrece la solución Share on X Eso le lleva a sospechar que los caballos acaban de ser herrados, pero que poco antes se les puso herraduras con formas de pezuñas de vaca, para esconder las huellas de lo sucedido en el terreno del crimen. El duque de Holdernesse se lo confirma:
“Estas herraduras se encontraron en el foso de Holdernesse Hall. Son para herrar caballos, pero por abajo tienen la forma de una pezuña hendida para despistar a los perseguidores. Se supone que pertenecieron a alguno de los barones de Holdernesse que actuaron como salteadores en la Edad Media”.
Pues bien, resulta curioso que este método volviera a emplearse en Estados Unidos en la época de la Ley Seca, entre 1920 y 1933.
Debido a la prohibición, unos contrabandistas de licor ingleses, asociados con licoreros de los Apalaches producían el whiskey Moonshine (luz de luna), llamado así porque se trasportaba de noche, a la luz de la luna.
Como sabían que podían ser descubiertos por las huellas de sus zapatos en el barro, o por las de herraduras de caballos o ruedas de coche, uno de ellos recordó el cuento de Sherlock Holmes y aplicaron el truco de fabricarse zapatos que dejaban huellas de vaca. De esta manera podían transportar el whisky durante la noche sin dejar huellas que la policía pudiera ver al día siguiente.
Es un buen ejemplo de cómo la vida puede influir en la literatura, en este caso en Arthur Conan Doyle para escribir su historia, y después la literatura en la vida. Es decir, es la ejemplificación de dos sentencias, la de Aristóteles, que dice que el arte debe imitar a la vida y la de Oscar Wilde que afirma que es la vida la que imita al arte (y en concreto, añadía, a William Shakespeare).
Y dejo al lector con un pequeño enigma que se encuentra en mi libro: ¿puede reconocer las huellas que vio Holmes y distinguir las pisadas de vacas de las de caballos?
[Más información: Cow shoes, por Sibyla]
No tan elemental
Cómo ser Sherlock Holmes.
Daniel Tubau
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(y en: Amazon, La Fugitiva, Rafael Alberti, Laie…)
Entradas holmesianas no tan elementales
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Sobre el libro
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