Se debe proporcionar información sin que parezca información
Paradoja nº5

En Las paradojas del guionista  dediqué un capítulo entero al difícil asunto de trasmitir información sin que lo parezca. Esa es una de las reglas que todo guionista debe conocer, y a menudo se recuerda la célebre frase que dice: «El cine debe mostrar, no explicar». Pero, como toda regla tiene alguna excepción, mencioné ya entonces algunas excepciones interesantes. Una de ellas es la famosa escena de Matrix en la que el espectador comparte la ignorancia de Neo, el protagonista. Durante muchos minutos, tanto Neo como nosotros nos preguntamos qué está sucediendo en es mundo, qué secreto se esconde bajo las apariencias, porque tanto él como nosotros sospechamos que las cosas no son lo que parecen. De este modo, cuando llega la escena en la que Morfeo ofrece a Neo la pastilla azul (para seguir engañado en una realidad falsa) o la pastilla roja (para conocer la verdad), parece como si la pregunta fuera también dirigida a nosotros, los espectadores, hasta el punto de que casi se puede escuchar en el cine el ruidoso pensamiento de los asistentes: “¡Queremos la pastilla roja!». Esta es una manera de proporcionarnos información sin que nos moleste, porque desde ya muchos minutos antes estábamos deseando obtener esa información. En quizá la mejor manera de transmitir información: lograr que sea el propio espectador quien la solicite
El momento en el que Morfeo le ofrece a Neo elegir entre las dos pastillas (que nosotros vemos en la pantalla como si fuésemos el propio Neo) siempre me recuerda la escena de Ricardo III en la que el usurpador exclama: “So much for the audience! Off with his head!” (“¡Basta de contemplaciones con el público! ¡Caiga su cabeza!”). Como señala Harold Bloom: “Nos estremecemos ante la orden de Ricardo dirigida contra cualquiera de nosotros. Merecemos nuestra posible decapitación porque no hemos sido capaces de resistir el escandaloso encanto de Ricardo, que ha hecho de nosotros otros tantos Maquiavelos”. Esa manera en la que un personaje parece hablar tanto a su interlocutor de la ficción como a la audiencia está muy lograda en esa escena de Morfeo en Matrix, incluso haciéndonos ver con los ojos de Neo mediante un plano subjetivo. Hablo de este asunto en El guionista a la búsqueda del espectador.
Por otra parte, desordenar la historia, contando el desenlce al comienzo, es otro estupendo método para que espectadores y lectores nos pidan más información. Así lo hizo Billy Wilder en el célebre comienzo de Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses), cuando nos muestra a William Holden ahogado en una piscina nada más empezar la película. ¿Qué debió pensar Holden al leer las primeras líneas del guión? Seguramente, que le habían contratado para hacer de muerto en la escena inicial. Afortunadamente para Holden, el muerto empieza a hablar y nos cuenta su historia, iniciándose un racconto (un flashback  a lo grande) que seguimos con verdadero interés, porque ¿a quién no le interesa que un muerto nos cuente cómo ha llegado a esa enojosa situación? Probablemente, Wilder tomó la idea del extraordinario relato de Ambrose Bierce «Un suceso en el puente del río Owl», que no contaré aquí para no destriparlo, pero que recomiendo ir corriendo a leer.
SunsetBoulevardWilliamHolden
William Holden en la piscina
 

El actor Richard Jenkins (al fondo de la imagen) también debió asustarse al leer el primer guión de la serie «Six Feet Under» y descubrir que su personaje moría. Por suerte para él, su participación continuaba incluso muerto. ¿Cómo conseguir que los espectadores nos pidan que les informemos? Existen muchas maneras, pero casi todas ellas tienen que ver con el manejo y distribución de la información entre los espectadores y los personajes. Suele ser recomendable empezar nuestra historia in medias res o in extremis, es decir, en una acción ya comenzada, algo que sucede y que es intrigante o llamativo, de tal manera que los espectadores quieren saber no sólo qué está sucediendo sino también cómo se ha llegado a esa situación. De este modo, aceptarán que se lo expliquemos, porque de ese modo satisfarán su curiosidad. In extremis es el ejemplo ya mencionado de Sunset Boulevard. Otro recurso muy curioso consiste en dar información pura, pero dirigirla no a nosotros, sino a otra audiencia. Así se hace en El show de Truman, cundo varios personajes, como un tal Christof hablan directamente a cámara, pero enseguida descubrimos que no somos nosotros, el público de la sala de cien, los destinatarios de sus palabras. De este modo, nos convertimos en voyeurs o cotillas que no sentimos que nos explican algo, sino que miramos cómo explican todo eso a otras personas (que viven en el mundo ficticio de la historia). Christof” from The Truman Show sums up childhood brainwashing. Such a great  movie. : r/exchristian
LAS PARADOJAS DEL GUIONISTA

Paradoja nº5 «Se debe proporcionar información sin que lo parezca»

[LA PARADOJA EN EL LIBRO: Del mismo modo que no se debe advertir el esfuerzo del guionista, tampoco se debe notar que está proporcionando información. Los primeros apartados de «El planteamiento» están dedicados específicamente a la exposición o transmisión de información.

En el apartado «Cómo transmitir información sin que lo parezca» se intenta satisfacer la promesa que encierra su título. De nuevo hay que decir que la más llamativa excepción a esta norma es la que tiene relación con los juegos de metalenguaje, como se reconoce en «La excepción habitual: información que parece información». (Las paradojas del guionista)]

Las 42 paradojas del guionista es una serie de artículos en los que Daniel Tubau recupera las  paradojas que incluyó en su libro Las paradojas del guionista. Reglas y excepciones en la práctica del guión, e incluso añade algunas más, hasta llegar a 42 paradojas. O tal vez más, ¿quién sabe?

Las paradojas del guionista Reglas y excepciones en la práctica del guión 390 páginas (en Casa del Libro)

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