Sacro y profano

CUADERNO DE VENECIA

Hace unos días (en 2005) paseaba con mi querida Ana por Venecia, buscando un lugar en el que cenar. A los dos nos gusta mucho caminar, recorrer calles, descubrir rincones más o menos ocultos, explorar las ciudades durante horas y horas.

Venecia es una de las pocas ciudades del mundo en la que no hay coches, así que el paseante puede moverse feliz y despreocupado, evitando, tan sólo, caer a los canales.

Una calle de venecia

Al pasar junto a una esquina, vimos un pequeño local y miramos la carta. Había un ingrediente que no sabíamos traducir y dio la casualidad de que allí estaba, en la puerta, el dueño del local, quien nos lo tradujo amablemente al inglés. Siempre nos toman por ingleses, o al menos por personas procedentes de algún lugar en el que se habla inglés. El hombre nos dijo que aquello estaba muy bueno y que podíamos entrar a cenar si nos apetecía. Sin embargo, yo preferí seguir inspeccionando un poco la zona.

Tras dar unas cuantas vueltas decidimos que aquel lugar era el más apetecible y regresamos. También porque nos había caído muy bien el hombre, ya que, aunque nos invitó a pasar como lo podría haber hecho cualquier dueño de restaurante, lo hizo de una manera simpática.

sacroeprofano

Todavía quedaba una pequeña mesa junto a la barra. Fue una suerte, porque, una vez que entramos, nos quedamos al instante enamorados del local. Un sitio pequeñito con apenas cinco mesas, una gran barra por detrás de la cual se llegaba a una cocina que no se veía, pero que debía ser pequeña, y las paredes llenas de cuadros y objetos de todo tipo. Los restauradores italianos, me parece, tienen una habilidad semejante a la de los franceses para conseguir que en un espacio mínimo uno se sienta a gusto e incluso acepte con humor tener que moverse de tanto en tanto para que el camarero pueda pasar. Es lo que los chinos llaman feng shui, pero aplicado a la convivencia. Las contraventanas, las mesas, la barra, eran de madera, lo que contribuía a darle calidez al lugar.

Cenamos unas sardinas deliciosas preparadas de manera semejante a los boquerones en vinagre, un plato de berenjenas y queso y unos espaguettis con pulpitos (pero en vez de pulpitos me los sirvieron con gambas, aunque no me quejé). De vez en cuando hablábamos con el camarero y dueño del local, que anunciaba los pedidos a alguien que estaba en la cocina, y él mismo servía los platos. Al parecer sólo trabajan allí dos personas.

Desde el primer momento, y no sé por qué, le caímos bien al dueño. Un señor flaco , muy flaco, pequeño, risueño, con gafas y bigote. Le hicimos muchas preguntas acerca del menú y él nos iba diciendo en inglés lo que era cada cosa. Pero se partía de risa. Y nosotros con él.

Sonaba música italiana en un aparato de cd portatil y barato. Música ligera, como Mala femmena o Roberta, de Pepino di Capri.

Roberta, de Pepino di Capri

Salió por fin el cocinero, un hombre gordo, con barba, a fumarse «una cigaretta» fuera del local. Ahora está prohibido en Italia fumar dentro de los locales, lo que es un verdadero descanso y placer para los ojos y los pulmones, así que a menudo se ve gente en la calle, que no es que esté tomando el aire bajo las gélidas temperaturas, sino disfrutando de otro placer, o vicio, según como se mire.

Profesores fumando a la puerta del colegio

El cocinero regresó. La cosa se fue animando a medida que pasaban los minutos. El camarero charlaba con los americanos y con nosotros. De pronto vuelve a salir el cocinero y exclama en medio del restaurante que aquello es un escándalo, que vaya música, que estamos en Venecia y lo único que suena es este «laralalá laralá», que se supone que lo que hay que escuchar en Venecia es a Albinoni. Así que quitó el disco y puso a Albinoni. El hombre era tan gracioso que nos reíamos a carcajadas. El camarero enrojecía de la risa.

El flaco decía del gordo que era enorme, salió a la calle y regresó con la figura de un angelote y dijo que su socio tenía la panza como ese angelote y que cómo iba a presumir de veneciano si tenía la cara morena de un siciliano. El cocinero explicó que el restaurante se llamaba Sacro é Profano porque él era el profano y su socio el sacro.

El disco de Albinoni estaba rayado, así que el que el camarero lo reiniciaba de tanto en tanto, lo que era motivo de risas también. Oímos tres o cuatro veces el principio del adagio. Profano nos contó un chiste relacionado con los toros:

__Los toros no gustan a todos en España.

__Claro que sí.

__Yo conozco a uno que no le gustan.

__¿A quién?

__Al toro.

Al ver que me había comido los supuestos spaguetis con pulpitos y creer que yo sabía italiano (porque conocía casi todas las canciones) me aclaró que no quedaban pulpitos y que me había puesto gambas. Seguramente había pensado que el cliente no se daría siquiera cuenta de la diferencia.

Profano nos contó que había sido fotógrafo de artistas como Mina y Celentano. Hablamos de la muerte de Luigi Tenco. Tenco se suicidó en el Festival de San Remo, por causas nunca aclaradas; el cocinero dijo que por gelosia (celos por su novia Dalidá), otros dicen que porque su canción Ciao amore no entró entre las finalistas. Aquel suicidio terrible hizo que su amigo Gianni Paoli dejara de cantar durante varios años.

Luigi Tenco, siempre recordado

Así que también escuchamos la deliciosa canción más conocida de Gino Paoli, aunque quizá no llega a ser la más hermosa, de su maravilloso repertorio.

Gino Paoli, Sapore di sale

Nos sirvieron grappa, nos dieron a probar quesos deliciosos, bebimos y brindamos de mesa a mesa con los tres americanos (dos chicos y una chica) y con los dos franceses (chico y chica). Algunos empezamos a cantar, sobre todo los dos socios y yo, aunque Ana también tarareaba algunas conocidas. El camarero hizo la broma de echarme una moneda como si yo fuera «una jukebox», porque me las sabía todas.

Profano se situó en el puesto de DJ (ya estaban servidas todas las comidas) y puso música americana y francesa de Serge Reggiani. Por fin pudimos cantar absolutamente todos con el Je ne regrette rien, de Edith Piaf.

Edith Piaf, Je ne regrette rien

 El flaco y sacro, que se llamaba Marino, nos contó que había estado en China, y la chica francesa también nos mostró su recorrido en un mapa. Marino había llegado de Asia hacia ocho años y fue en ese momento cuando Profano abrió el restaurante y le convenció para que fuera su socio.

Estuvimos allí hablando de pie y cantando durante mucho rato, apurando el último limoncello, fumando ya con las puertas cerradas, Sacro y Profano, Ana e incluso yo, que no suelo fumar. Sería imposible que yo ahora pudiera recordar todo lo que pasó en esa maravillosa noche. Nos despedimos tras darnos los correos electrónicos con Sacro y Profano, y salimos con los dos franceses, de los que nos despedimos en el puente del Rialto.


[Publicado por primera vez en diciembre de 2005]

CUADERNO DE VENECIA

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5 Comments

  • danieltubau

    [Mensaje enviado por Abeloco]
    He recuperado la esperanza al leer que tu tienes los libros de Historia de mi vida de casanova, ¿cómo puedo conseguir los libros?, pues los he buscado sin obtener exito, soy de Mexico. Saludos
    martes, 29 de mayo de 2007

  • danieltubau

    [Mensaje enviado por Óscar Papaluca]
    LO QUE HE LEIDO NO SOLO ME HA GUSTADO, ME HA EMOCIONADO. CUANDO,GRACIAS A DIOS, ESTUVE EN VENECIA, TOMAMOS UN CAFE CON MI SRA. EN EL CAFE FLORIAN (CUANDO AUN CIRCULABAN LIRAS), Y OCURRIO UNA COINCIDENCIA CELESTIAL: YO FUI AL FLORIAN PORQUE ALLI FRECUENTABA GIACOMO GIROLAMO CASANOVA (MI HEROE), Y ME DIJO EL MOZO EN ITALIANO: EN ESE RINCON SE SENTABA CASANOVA (PORQUE EL SE CUIDABA LAS ESPALDAS SIEMPRE), YO NO LO PODIA CREER!!, VENECIA PARA MI ES L QUE TOLEDO ES PARA ESPAÑA (QUE LA VISITE DOS VECES PARA ADMIRAR LAS OBRAS DE DOMENIKOS THEOTOKOPOULOS, Y SUS INCREIBLES PASAJES (LE CONFIESO ALGO: ME GUSTA MAS TOLEDO QUE MADRID ASI COMO: VENECIA MAS QUE PARIS. CON REFERENCIA A «SAPORE DI SALE SAPORE DI MARE, CHE AI SUL LA PELLE…» LA CANTO CONSTANTEMENTE, ES DIVINA, AHORA…DONDE PUEDO ADQUIRIR «HISTORIA DE MI VIDA» DE CASANOVA?? ABRAZOS, SOY DE PARAGUAY (TERCER MUNDO…, AUNQUE CREO QUE VAMOS AL CUARTO)
    sábado, 02 de septiembre de 2006

  • danieltubau

    [Mensaje enviado por Jordi Torrent]
    jordinyc
    Querido daniel,

    atrapado en mi mogollón cotidiano de nyc, repleto de tareas varias pendientes y por hacer, no puedo prestarle la atención que se merece todo lo que aquí publicas. Debería tomarme unos dias de vacaciones y pasarmelos en tu blog.

    abrazos,

    jordi
    lunes, 09 de enero de 2006

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