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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

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Los otros escépticos de la India
Los koans del escepticismo
Edipo y Stefan Zweig
Difícil de creer
Carnéades y tus dos amigos gemelos
Al principio fue el misterio
Una filosofía mundana creada por un dios
Los demonios escépticos de la India

Pirrón de Elis y la indiferencia ante la muerte

Pirrón de Elis escucha al sabio indio Calano

Pirrón afirmaba que no había diferencia entre la vida y la muerte. Y cuando alguien le preguntó: «¿Por qué, entonces, no te mueres?». Respondió: «Porque no hay diferencia».

En esta cita conservada por Estobeo se expresa la célebre indiferencia (adiaphora) de Pirrón ante todas las cosas.

Algunos estudiosos sugieren que esta doctrina o manera de comportarse en la vida la aprendió del sabio indio Calano, al que conoció durante sus viajes con Alejandro Magno. Christopher Beckwith afirma que Pirrón tradujo al griego tres conceptos básicos del budismo, las marcas de existencia, y que  la adiaphora o indiferencia sería la adaptación de la idea de anatta, la impermanencia de todas las cosas. La idea es sugerente, pues se sabe que Pirrón y los filósofos que acompañaron a Alejandro Magno conocieron en la India a unos filósofos desnudos (gimnosofistas), y que uno de ellos, Calano, abandonó a los suyos y se fue con las tropas de Alejandro. 

Sin embargo, no hay certeza de que la indiferencia que se atribuía a Pirrón no procediera de su maestro griego Anaxarco, que lo acompañó en esos viajes y que pudo demostrar su extraordinaria indiferencia precisamente en la hora de su muerte (ver Anaxarco).

Pirrón, que al parecer convivió y discutió durante años con filósofos de todas las tendencias imaginables, desde los cínicos, como Onesícrito, a los democriteos, como su maestro Anaxarco, o aristotélicos, como Calístenes, y probablemente persas e indios, al regresar a su patria de Elis parece que ya había descubierto que buscar obsesivamente la verdad y perseguir una respuesta indiscutible a los dilemas de la vida puede traer más tristeza que alegría, puesto que es casi seguro que no llegaremos a encontrar las respuestas definitivas, a no ser que nos engañemos a nosotros mismos o que adoptemos un dogmatismo caprichoso. Así que Pirrón llegó a la conclusión de que era más fácil alcanzar la felicidad si aceptamos vivir en la ignorancia. Desde entonces vivió feliz en Elis, conviviendo con su hermana, ocupándose él mismo de las tareas caseras, de lavar a los cerdos y de llevar a las aves al mercado. De vez en cuando desaparecía en los bosques, sin dejar de hablar consigo mismo, pues esa era su manera de educarse.

Así explicaba otro gran escéptico, Enesidemo, por qué Pirrón era un sabio ignorante y feliz:

«Quienes filosofan siguiendo una perspectiva filosófica diferente se desgastan en vano y se consumen en continuos tormentos. El que filosofa siguiendo a Pirrón, por el contrarío, es feliz en todos los demás aspectos y es sabio al saber ante todo que nada es aprehendido por él firmemente; e, incluso en lo que respecta a las cosas que podría llegar a saber, es tan valiente que no se atreve a asentir a su  afirmación más que a su negación».

La cita de Enesidemo se encuentra en la Biblioteca (Myriobiblon) de Focio

Descubre a los escépticos de Grecia y Roma.

Ariel editorial
568 páginas

Sabios ignorantes y felices: lo que los antiguos escépticos nos enseñan


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