Nueva defensa de Oliva

LA MITAD OCULTA – Oliva Sabuco 4

En Oliva Sabuco, autora de La nueva filosofía, presenté a Oliva Sabuco, una filósofa de la época de Felipe II. En Defensa de Oliva Sabuco recordé el encendido elogio que el estudioso José Marco Hidalgo hizo de ella, pero en Ataque a Oliva Sabuco revelé que Marco Hidalgo cambió de opinión y acabó convenciendo al mundo entero de que Oliva no era la autora de La nueva filosofía, sino que el verdadero autor era su padre, Miguel Sabuco. Sin embargo, ciertos detalles me resultaban sospechosos.

Antes de examinar esos detalles sospechosos, propondré la siguiente situación imaginaria:

Situación imaginaria

Oliva Sabuco escribe La Nueva Filosofía. La obra es elogiada en todas partes. Miguel Sabuco siente envidia por la fama de su hija y decide apropiarse de la autoría. Hay que admitir que no debía resultarle difícil a un varón del siglo XVI conseguir que sus reivindicaciones fueran más respetadas que las de una mujer. Sin embargo, Oliva no acepta ceder su autoría y se rebela, todo lo cual desemboca en la maldición del padre.

Esta es una posibilidad, sobre la cual construiré la defensa de Oliva, pero más adelante se mencionarán otras. Veamos ahora los indicios que hacen dudar de que La Nueva Filosofía fuera escrita por Miguel Sabuco.

Primero: Miguel Sabuco dice en su testamento que ha dejado pruebas de su autoría en manos del escribano Villareal.

Estas pruebas no se han encontrado, como admite el propio Jose Marco Hidalgo.

Segundo: la edición original de la obra viene precedida por dos sonetos de elogio a Oliva.

Oliva de virtud y de belleza
Con ingenio y saber hermoseada,
Oliva do la ciencia está cifrada
Con gracia de la suma eterna alteza:

Oliva de los pies a la cabeza
De mil divinos dones adornada,
Oliva para siempre eternizada
Has dexado tu fama y tu grandeza.

La Oliva en la ceniza convertida
y puesta en la cabeza nos predice
Que de ceniza somos y seremos:
Mas otra Oliva bella esclarecida

En su libro nos muestra y significa
Secretos que los hombres no sabemos.

Los antiguos filósofos buscaron
Y con mucho cuidado han inquirido
Los sabios que después dellos han avido
la ciencia y con estudio la hallaron,

Y cuando ya muy doctos se miraron
Conocerse a sí propios han querido,
Mas fue trabajo vano y muy perdido
Que deste enigma el fin nunca alcanzaron.

Pero pues ya esta Oliva generosa
Da luz y claridad y fin perfecto
Con este nuevo fruto y grave historia,
Tan alto que natura está envidiosa

En ver ya descubierto su secreto,
Razón será tener del gran memoria.

Pues bien, los dos sonetos fueron escritos por el licenciado Juan de Sotomayor, que vivía en Alcaraz y, por tanto, era vecino de Oliva y de su padre. Como se ve, Juan de Sotomayor no pone en duda la autoría de Oliva en sus sonetos. Por cierto, he intentado buscar en los dos sonetos alguna clave oculta, como el nombre «Miguel», pero no he encontrado nada.

Tercero: otro contemporáneo de Oliva, el doctor Martín Martínez elogia a la escritora «por haber tenido el valor para escribir un nuevo sistema de Medicina»

(Sin embargo, por otra documentación, no me queda muy claro si este Martín Martínez era realmente contemporáneo de Oliva).

Cuarto: Dice uno de los defensores de Oliva que ella pudo adquirir sus grandes conocimientos «a través de los estudios que llevó a cabo con el bachiller Gutiérrez, con Simón Abril, mediante el contacto asiduo del doctor Heredia, su padrino de bautizo, y a través de las predicaciones de los religiosos del lugar». Y, ¿por qué no?, junto a su padre Miguel Sabuco. Si Miguel Sabuco, pudo obtener esos conocimientos, ¿por qué no iba a poder adquirirlos su hija? ¿Dudaríamos de la misma manera si se tratara de un hijo varón?

Quinto:  es posible que la propia Oliva temiese al publicar su libro que su padre intentase arrebatarle la autoría, pues en la primera edición de La nueva Filosofía se añade una significativa carta dirigida a Francisco de Zapata, conde de Barajas, Presidente de Castilla y del Consejo de Estado de su Majestad:

«CARTA EN QUE DOÑA OLIVA Pide favor, y amparo contra los émulos de este Libro (…) Si el Rey nuestro señor, y vuestra señoría ilustrísima en su nombre, fuese servido de concederme su favor y mandar juntar hombres sabios… yo les probaré y daré evidencias….(de que) la verdadera medicina y la verdadera filosofía es la contenida en este libro, que yo indigna ofrezco, y encomiendo a V.S.I (que representa a la Persona Real) y pongo debajo de sus alas, y amparo, y a mí con él…»

La carta termina con la frase: «Omnia vincit veritas». Es decir: «La verdad vence a todo», lo que quizá no sólo se refiere a la verdad de sus teorías, sino que anuncia el resultado de la temida batalla por la autoría.

Sexto: el dato que a mí me parece más importante, y que me hizo dudar de cualquier intento de no atribuir la obra a Oliva es tanto la carta anterior como la dedicatoria de La Nueva Filosofía, en la que el autor habla de sí mismo como si se tratara de una mujer: «Una humilde sierva y vasalla, hincadas las rodillas en ausencia, pues no puede en presencia, osa hablar…»

Parece muy extraño que alguien mienta en una dedicatoria al rey y que se exponga a que su mentira sea descubierta, puesto que Oliva incluso solicita que se reúna con ella una comisión real de médicos.

Quienes dicen que Miguel Sabuco es el autor de La Nueva Filosofía, o quienes sostienen que es un libro colectivo, en fin, quienes niegan que la autora sea Oliva, ¿creen que el rey Felipe II se habría tomado con humor el engaño de alguien que se finge mujer? Si el rey hubiese decidido seguir el consejo de esta carta y hubiese convocado a sus doctores, ¿se habría presentado Miguel Sabuco para demostrarles la verdad de su autoría al mismo tiempo que la falsedad de la atribución del libro?

También Martín Martínez opina que «el soberano a quien se dedicó [la Nueva Filosofía] fue demasiado grave y circunspecto para que, en materia tan importante y seria, nadie se atreviese a hablarle disfrazado»

Séptimo: la actitud del padre en su testamento, la maldición con que amenaza a su hija, no coincide en nada con los consejos que el autor o autora de La Nueva Filosofía da continuamente en su obra, aunque, como ya dije en otro número de Esklepsis (Los libros perdidos: Tritogenia) que un autor o un filósofo siga sus propios consejos es una cosa bastante rara. Así que tampoco en este caso es un argumento definitivo.

Pero hay más razones, que descubrí tiempo después y que contaré en la siguiente entrega.

Continuará…


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[Publicado en 1998]


LA MITAD OCULTA

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