NO SMOKING (decía Varona)

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Inicié este diario secreto (Seingalt, en 2004) con una entrada dedicada al tabaco.

Ahora he encontrado un texto del filósofo cubano Varona que coincide con mi planteamiento, o yo con el suyo, pues él lo escribió en 1896. En mi caso no tiene mucho mérito, pero en el suyo, en un época en la que no se hacía ninguna campaña contra el humo, sino todo lo contrario, resulta asombrosa su claridad de ideas y la sencillez de sus argumentos, que considero irrebatiles. No es casual que este hombre fuera también feminista, evolucionista, (pero que rechazara el darwinismo social de su época), que tuviese como lema la frase de Buffon: «Recojamos hechos para adquirir ideas» y que dijera: «Respeta tu pensamiento; no lo prostituyas; no te hagas traición a ti mismo» (ver Semblanza de Enrique José Varona).

Aquí está su texto acerca del NO SMOKING, con una breve introducción de Luis Aguilar León.

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(sempliok.deviantart.com)

Cuando su amigo Enrique Hernandez Miyares se indigna al encontrarse en no se qué remoto rincón de Nueva York el aviso «No smoking», Varona escribe unas aladas reflexiones sobre nuestro carácter [de los cubanos en particular] y el sentido social de la prohibición:

«Comprendo que nuestro viajero se haya indignado contra ese imperioso consejo, que recuerda tan inoportunamente que no vive uno solo en el mundo, y que no se puede inficionar a saciedad el aire que otro respira. Y me explico que, si alguna vez sorprendió en el claustro de su conciencia tal veleidad de anexionismo [de Cuba por EE.UU], haya abjurado de ellas con horror en el «smoking room», entre las aromáticas espiras de humo de su habano. Quizás le parecería que un misterioso dedo iba trazando con ellas jeroglíficos que desarrollaban un dogma singular, refractario a nuestros usos, a nuestras ideas, a nuestra sangre, a nuestro criollismo bonachón y egoísta, que gusta salirse con la suya, aunque se apeste el prójimo.

«No smoking. Es decir, recuerda que todos te respetan y que debes respetar a todos. Recuerda que tu vecino del momento tiene los mismos derechos a tu consideración que tu vecino permanente. Recuerda que tus gustos no deben convertirse en el disgusto del que te acompaña. Recuerda que la máxima primera del código de la buena sociedad es: no molestes. Y recuerda que el hombre bien educado debe considerarse siempre en buena sociedad.

«No smoking. Es decir, para el buen concierto de los individuos en comunidad no hay nada insignificante. La lesión del derecho más pequeño resulta enorme. No prives a nadie de su aire puro. Respeta su olfato. No le irrites los ojos. Te indignas porque un desconocido te ha pisado un pie. Pues piensa que con idéntica razón se indigna él porque le arrojas a la cara una bocanada de humo. A ti te parece aromático, a el puede parecerle nauseabundo. Te molestas si te salpican de lodo. Otro puede molestarse porque le impregnas la ropa de olor a tabaco. Te exasperas porque esa buena señora sube al ómnibus con su falderillo. Pues a la buena señora tu cigarro le produce mareo. Lo conveniente para todos es, ni perro, ni cigarro, ni lodo, ni humo. Piensa siempre que la presencia de otro limita tus antojos, en la misma proporción que tu compañía limita los suyos. No se ha inventado, ni se inventara otra formula para andar en paz y sosiego por el mundo.»


(Publicado en Seingalt, diario secreto, el sábado 10 de julio de 2004)

Ver también: Menos humos



Cuaderno de Cuba

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